ODS, ambiente y negocios
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible no son solo la oportunidad para cambiar el rumbo del planeta, son una inmensa oportunidad de negocios
Objetivos de Desarrollo Sostenible. Se calcula que los ODS (agrupados en 17 objetivos, a cumplir en 169 metas) pueden generar, por lo menos, US$12 billones (millones de millones) en oportunidades de negocio hasta 2030; y en una época en la que todos tememos que un robot nos quite el trabajo, se ha cuantificado la creación de 380 millones de empleos por las oportunidades ligadas a los mismos.
Ambiente y negocios nunca podrán ir tan de la mano como desde este mismo minuto. Es la hora de salvar el planeta, ya estamos en tiempo de descuento. Lo bueno es que haciéndolo los empresarios del mundo entero tienen una gigantesca oportunidad de ganancia.
Y es que se calcula que los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (agrupados en 17 objetivos, a cumplir en 169 metas) pueden generar, por lo menos, USS12 billones (millones de millones) en oportunidades de negocio hasta 2030; y en una época en la que todos tememos que un robot nos quite el trabajo, se ha cuantificado la creación de 380 millones de empleos por las oportunidades ligadas a los ODS. Este crecimiento se centrará en cuatro sectores clave: alimentación, ciudades, energía y salud y bienestar, el 60% de la economía mundial.
Según Naciones Unidas, los ODS buscan movilizar los esfuerzos a nivel global en torno a un conjunto de objetivos y metas comunes, haciendo un llamado a la acción entre gobiernos, empresas y sociedad civil, para poner fin a la pobreza y crear una vida digna y de oportunidades para todos, dentro de los límites del planeta. “El foco esta en hacer un llamado explícito a todas las empresas para que apliquen su creatividad e innova-
oportunidades de negocio asociadas a los ods se cifran en us$12 Billones (Millones de Millones), a 2030
para resolver los retos del desarrollo sostenible”, asevera el experto en RSE, Italo Pizzolante.
¿Cómo lograr esto? Permitiendo a las empresas líderes que demuestren cómo sus negocios ayudan a avanzar en el desarrollo sostenible, tanto minimizando los impactos negativos, cómo maximizando los impactos positivos en las personas y en el planeta.
“Están para quedarse”, asegura Kifah Sasa, oficial de Desarrollo Sostenible del Programa de Naciones Unidas para Desarrollo en Costa Rica, quien cree que ya no hablamos de una estrategia de RSC, ni de negocios, “sino también de nuestra supervivencia como planeta, porque tenemos que hacer esos cambios y no pensar en el ambiente como cuestión separada, sino integral. Por eso hay una agenda universal”.
“Los ODS aportan oportunidades a las empresas. Nos dan un agenda global que debe convertirse en agenda país, y habrá oportunidades para dar productos y servicios. Hay un mercado masivo para empresas que desarrollen tecnologías y soluciones de productos”, explica Olga Sauma, directora ejecutiva de la Asociación de Empresarios para el Desarrollo (AED) la organización que concentra los esfuerzos de promoción de la Responsabilidad Social en Costa Rica.
Todas estas oportunidades no pueden esconder lo principal. “Vivimos en un escenario de urgencia y de actualidad”, apunta Pizzolante. Una de cada nueve personas en el mundo está subalimentada, alrededor de 795 millones. Cada año mueren más de seis millones de niños antes de haber cumplido los cinco años. Una de cada cinco personas no tiene acceso a la electricidad. Existen actualmente más de 204 millones de personas desempleadas. El 22 % de las especies conocidas de animales está en peligro de extinción.
Este y no otro es el escenario actual. Por ello, “los ODS contribuyen positivamente, porque nos ayudan a gerenciar expectativas sociales, mientras simultáneamente alineamos el pensamiento gerencial a cumplir con un propósito que sea explicito, conocido y que trascienda a los intereses particulares, haciendo foco en los intereses generales de la sociedad y ambos no tienen por qué estar contrapuestos”, comenta Pizzolante.
Tal y como dice el experto, los ODS son una herramienta fundamental para aprovechar las oportunidades en un mercado que está reinterpretando el rol que espera asuman las empresas y los gobiernos, “a la vez que está dando nuevos significados a la actuación social de la empresa y los políticos elegidos”.
Hay un dato “revelador y fundamental”, y es que las instituciones de gobierno son percibidas como las que tienen mayor responsabilidad en el cumplimiento de los ODS, tanto por parte de los empresarios (49%) como por parte de los ciudadanos (44%).
Pero los gobiernos no están solos para conseguir ese cumplimiento. Los ODS implican también a empresas y sociedad civil, y todos debemos remar en la misma dirección.
Y es que, las problemáticas que vive hoy el mundo son tan grandes que no se pueden solucionar solo por solo una de las patas, por lo que es necesario trabajar en Alianzas Público Privadas para el Desarrollo (APPD), un camino que debe despejarse en toda nuestra región, ya que muchas veces se demoniza el simple concepto de APP.
Pizzolante no tiene duda de los avances en Centroamérica en materia de alianzas y del positivo rol protagónico que ha asumido el sector privado, “pero sí son crecientes mis dudas de la estabilidad y permanencia de los avances en el tiempo, dada la complejidad social que se profundiza y moviliza a una sociedad más por emociones que por la razón en los hechos”.
Las empresas tienen mucho que decir en el cambio de mentalidad. Deben cambiar los métodos de producción hacia una más limpia, e influir en otras empresas y sus clientes para virar hacia un mundo más sustentable. No solo deben actuar responsablemente y buscar esas oportunidades de negocio en el desarrollo, también deben inspirar a otros y asumir un rol protagónición
co, al trascender fronteras, con más recursos (y contactos) que los propios gobiernos.
Pero hay un problema, y es que los últimos años ha ocurrido un cambio fundamental en el modelo de confianza, cada vez menos gente confía en los CEOs y sus empresas.
En todo el mundo (e igual ocurre en Centroamérica) son algunas empresas líderes las que desarrollan estos procesos de cambio y marcan la diferencia. “No son todas, y no es el día a día de la mayor parte de las empresas. Esto hace que se multipliquen más el interés de otras empresas, sobre todo en parte ambiental. Ser ecoeficiente se traduce muy fácil en ahorros importantes de todo tipo, hace sentido económico inmediatamente”, dice Sauma.
Eso sí, la bola no debe caer solo del lado de los productores, sino que los consumidores también tienen que asumir su cuota de responsabilidad. “Es un reto importante en todos los países, porque implica un cambio importante de cultura y de paradigma. Somos muy consumistas y debe hacernos cambiar la forma en que consumimos. La economía compartida cambiará forma de hacer negocios y cómo el consumidor se relaciona”, abunda la directora ejecutiva de la AED.
A nivel internacional se habla de crear sistemas comerciales innovadores con un modelo integrado y circular, y de que los consumidores basen sus elecciones de compra en la responsabilidad.
Pizzolante concluye que “más allá del ambiente”, la mayoría de los empresarios consideran que los ODS donde sus empresas tienen mayores potencialidades y oportunidades son: trabajo decente y crecimiento económico; acción por el clima; industria, Innovación e Infraestructura; educación de calidad; salud y bienestar; producción y consumo responsables; igualdad de género; energía asequible y no contaminante; agua limpia y saneamiento.
La “brújuLa” de Los ods
El SDG Compass es la llamada “Brújula de los ODS”. Explica cómo estos afectan el negocio ofreciéndole las herramientas para poner la sostenibilidad en el centro de su estrategia. su foco es guiar a las empresas sobre cómo pueden alinear sus estrategias y medir gestionando su contribución a los ODS, con un método muy sencillo que pueden desarrollar internamente aplicando solo cinco pasos que respondan al reconocimiento de la responsabilidad de todas las empresas en: cumplir con toda la legislación pertinente, respetar los estándares internacionales mínimos y abordar como prioridad todos los impactos negativos sobre los derechos humanos