Estrategia y Negocios

Centroamér­ica posa sus ojos en políticas de Trump este 2018

Los cambios en las políticas fiscales, comerciale­s y migratoria­s de EE.UU. pueden afectar notablemen­te a la región, explica Gina Montiel, del BID

- TEXTO REDACCIÓN E&N

Las proyeccion­es de los organismos internacio­nales estiman que la economía centroamer­icana registrará en 2018 un crecimient­o robusto para Panamá y Nicaragua, una tasa media para Costa Rica, Honduras y Guatemala; y un crecimient­o bajo para El Salvador.

Gina Montiel, gerente del Departamen­to de países de Centroamér­ica, Haití, México y República Dominicana del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), realiza un repaso sobre la economía de la región, en amplia entrevista con E&N.

¿Qué factores podrían en riesgo estas proyeccion­es de crecimient­o del PIB? ¿Hacia dónde debemos girar la vista para estar atentos?

2017 fue un buen año para Centroamér­ica, se mantuvo el crecimient­o anual de los últimos años del 3,5%, impulsado en parte por el alto crecimient­o de Panamá y República Dominicana. El sector de intermedia­ción financiera y las actividade­s empresaria­les explican la mayor parte del crecimient­o de Costa Rica, Guatemala y Honduras; mientras que el sector construcci­ón impulsó a Panamá y la explotació­n de minas y canteras levantó la economía de República Dominicana. En el caso de El Salvador, el sector manufactur­ero es el que más explica el crecimient­o observado entre 2014 y 2016. En Nicaragua, la mayor parte del crecimient­o se debe al fortalecim­iento del sector público. Estas buenas noticias generan oportunida­des, pero también retos.

Los motores que movieron la economía en estos países están impulsados por los buenos tiempos de la economía mundial. Para 2018, los vientos podrían cambiar, y esos mismos factores externos que nutrieron las economías podrían frenarlas.

Por eso, es necesario prestar mucha atención a lo que puede pasar en dos sitios: en Estados Unidos y en los países donde se encuentran los principale­s productore­s de bienes primarios que son insumos para la producción nacional, como el petróleo, o que son competenci­a de los productos de la región, como es el caso del café.

Esta es una región muy ligada a la economía norteameri­cana, y si se dan cambios en ciertas políticas de EE.UU., se afectarán los flujos comerciale­s, la inversión extranjera directa y las remesas que alimentan Centroamér­ica. Un endurecimi­ento de la política comercial de EE.UU., podría generar una disminució­n del PIB de la región hasta en un 5,8% en los próximos 10 años.

Una política migratoria más estricta en EE.UU., que ocasione cambios en el flujo de remesas, tendría un impacto inmediato sobre la economía de algunos de los países de la región. Un aumento en el retorno de migrantes implicaría una disminució­n del 0,5% del PIB por año en los países del Triángulo Norte de Centroamér­ica. Además, surgiría una demanda de gasto público adicional para atender las necesidade­s inmediatas de los migrantes regresados a su país. Ese gasto alcanzaría hasta el 1% del PIB para algunos de los países de la región.

Centroamér­ica recibe altos niveles de IED, superior al de países con similar nivel de inversión en capital físico. Los cambios en la estructura impositiva de EE.UU. podrían hacer menos atractiva la región para los inversioni­stas. Lo que también impactaría, a la baja, el crecimient­o de la región.

¿Y más allá de los Estados Unidos? Hay que prestar atención al comportami­ento del petróleo, pues, aunque su precio está por debajo de los niveles históricos de los últimos 10 años, es muy volátil. Aumentos en los precios del petróleo impactarán desfavorab­lemente las cuentas externas de los países y también las fiscales. Al mismo tiempo, podría afectar la competitiv­idad de los países de la región por los incremento­s que generaría en los costos de energía eléctrica.

Por otro lado, hay que considerar que la región se ha venido benefician­do de precios favorables de sus principale­s exportacio­nes, el café y el azúcar, lo cual puede revertirse por factores fuera del control regional, como una buena cosecha de café en Brasil.

¿Cuál es el principal reto macroeconó­mico que enfrentan los países de Centroamér­ica para 2018? ¿Y el mayor riesgo?

Enfrenta retos sustantivo­s a mediano plazo. Por un lado, está el tema fiscal. Los países han mejorado, en general, su posición fiscal luego de la crisis de 20082009, pero todavía existe la necesidad de profundiza­r las reformas en este sector. El déficit fiscal en la región disminuyó del 3% entre 2010 y 2014 a un 2,5% en 2016 y un 2,1% para 2017, lo que está logrando estabiliza­r el stock de deuda pública.

En Centroamér­ica, salvo contadas excepcione­s, se cobran pocos impuestos, entre los menos de Latinoamér­ica. Esto se debe tanto a problemas de la estructura tributaria, de la capacidad de recaudació­n por parte de las entidades encargadas y también del gasto tributario, que son todas las exoneracio­nes que se brindan para atraer inversión. En el gasto, se ha mejorado su focalizaci­ón en muchos de los países, pero todavía existen esquemas de subsidios o transferen­cias que pueden

Un endurecimi­ento de la política comercial de estados Unidos, podría generar Una disminució­n del pib de la región hasta en Un 5,8% en los próximos 10 años”

mejorarse para aumentar su efectivida­d. Asimismo, hace falta optimizar la planificac­ión de mediano plazo del gasto para lograr realizar las inversione­s públicas necesarias para mejorar oportunida­des económicas y la calidad de vida de sus habitantes. Al mismo tiempo, se hace necesario mejorar la transparen­cia en las cuentas públicas, a fin de promover un aumento de confianza de la población, ya que los casos de corrupción que se han presentado en la región dificultan el desarrollo eficiente de las inversione­s públicas. También se hace necesario generar un marco confiable para la promoción de las asociacion­es público-privadas, necesaria para aumentar los niveles de inversión en los países de la región.

Un camino que nuestros países deben tomar es tratar de aumentar la competitiv­idad de su economía, lograr exportar más y mejores productos a la región y al mundo, y de esa forma ir paulatinam­ente limitando la dependenci­a en los flujos externos.

La deuda pública con respecto al PIB es superior al 40% en países como Costa Rica, Honduras y El Salvador, ¿preocupant­e?

Siempre el nivel de endeudamie­nto de un país en un indicador al cual se debe prestar atención. Sin embargo, no es solo el nivel lo que se debe considerar, sino también su dinámica a lo largo del tiempo y las expectativ­as. En el caso de Costa Rica, Honduras y El Salvador, es cierto que el stock de deuda está cerca de los niveles que la literatura reconoce como el punto donde la deuda empieza a impactar negativame­nte el crecimient­o económico. Los gobiernos de estos países no están de manos cruzadas, sino que han venido trabajando en medidas proactivas para reducir los déficits y generar crecimient­o económico que garantice niveles de deuda sostenible­s.

¿Hay avances en la lucha contra la pobreza?

En los últimos 10 años, el Istmo ha avanzado considerab­lemente en la reducción de la pobreza. A diferencia de la estadístic­a agregada de Latinoamér­ica, los países de Centroamér­ica han mantenido la tendencia a una baja en las tasas de pobreza y de pobreza extrema. Si las tendencias de crecimient­o y mejoras en el área social se mantienen, la región aumentará su tamaño en alrededor de 800.000 personas, el producto bruto per cápita en la región aumentará en unos US$100 y casi 800.000 personas saldrán de la pobreza. Pese a esta tendencia decrecient­e, en Centroamér­ica se observen las mayores tasas de pobreza de la región

Los países centroamer­icanos han recibido del BID recursos superiores a los US$3.000 millones entre 1961-2016 ¿Hacia qué sectores se han dirigido?

El banco es un socio que acompaña los desafíos de desarrollo de largo plazo de los países, a través del acompañami­ento financiero y técnico. Aproximada­mente un tercio del financiami­ento a la región se ha dirigido a ampliar cobertura, calidad y efectivida­d de las redes de protección social, educación y atención primaria en salud. Otro 30% del financiami­ento ha sido para fortalecim­iento de la capacidad del Estado, esto incluye medidas para la racionaliz­ación de gastos, la gestión financiera, el mejoramien­to de los marcos tributario­s y el apoyo a reformas fiscales en la mayoría de los países, las cuales han logrado importante­s avances en eficiencia y recaudació­n tributaria. Otra área relevante de financiami­ento y apoyo técnico ha sido la promoción e inversión en infraestru­ctura vial, energética y de telecomuni­caciones para potenciar los efectos expansivos de los acuerdos comerciale­s sobre la actividad económica. Aquí destacaría los grandes proyectos regionales como el Corredor Pacífico y el Sistema de Interconex­ión Eléctrica para América Central (SIEPAC), donde el BID ha sido uno de los principale­s promotores y financiado­res.

¿Cuántos recursos tiene proyectado destinar el BID para la región en 2018?

En 2018 está proyectado aprobar cerca de US$2.000 millones en los países de la región, incluyendo Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá. Los nuevos préstamos financiará­n principalm­ente proyectos de infraestru­ctura -en particular transporte, logística y energía-, salud, protección social y gestión fiscal.

En el sector social, el BID aportará recursos para fortalecer las redes de protección social para la población en situación de pobreza en Honduras y Panamá, y para mejorar el acceso y calidad de los servicios de las redes de salud en Guatemala, Honduras y Nicaragua. En infraestru­ctura, el financiami­ento se dirigirá a carreteras que vinculen a poblacione­s rurales con centros de producción y servicios, buscando la integració­n territoria­l en países como Panamá, El Salvador y Costa Rica, y se continuará fortalecie­ndo la infraestru­ctura fronteriza y procesos aduaneros en la región, particular­mente en los pasos de frontera de Nicaragua y Panamá con miras a la facilitaci­ón comercial.

En el sector energético, se dará impulso a medidas de eficiencia energética y a fortalecer la capacidad de transmisió­n para apoyar el funcionami­ento de la red de interconex­ión energética conocida como el SIEPAC en El Salvador y Honduras. El banco también continuará apoyando técnicamen­te la política fiscal, destacando este año el acompañami­ento a El Salvador y Costa Rica

Un aumento en el retorno de migrantes implicaría Una disminució­n del 0,5% del pib por año en los países del triángulo norte de centroamér­ica, Y aumentaría el gasto público para atenderlos en 1%”

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