Estrategia y Negocios

De frente a la revolución 4.0

La educación superior en la región vive la era más desafiante de su historia. Enfrenta las complejas particular­idades de la digitaliza­ción, los cambios de la tecnología y nuevas demandas laborales y productiva­s.

- Textos: ANA Cristina CAMACHO, Velia Jaramillo, Daniel Zueras.

La virtualiza­ción, la inteligenc­ia artificial y el reforzamie­nto de competenci­as blandas entraron de lleno a las aulas de las universida­des.

El sistema de educación superior en América Latina y el Caribe (ALC) incluye a 20 millones de estudiante­s, más de 10.000 institucio­nes y 60.000 programas. Por su parte, el porcentaje de jóvenes de 18 a 24 años inscritos en educación superior en la región creció del 21% en el año 2000 al 40% en 2010. Son datos del Banco Mundial, en su estudio “La Educación Superior en América Latina y el Caribe” publicado en 2017. El informe estima que desde principios de los años 2000 se han abierto unas 2.300 IES y creado 30.000 nuevos programas.

“Las universida­des son vistas como las institucio­nes tradiciona­les generadora­s y transmisor­as de conocimien­to que están ‘en el centro mismo de los “shocks”, puesto que son los instrument­os y las palancas en el camino hacia la nueva sociedad del conocimien­to que se está generando a escala global y que transforma el mapa político, comercial y productivo”, apunta el estudio “Educación superior en Centroamér­ica: retos para las nuevas sociedades del conocimien­to”, elaborado por Ricardo Martínez para la UNESCO.

CALIDAD, NO SOLO PARA LAS ÉLITES

Según Martínez, es necesario poner atención a variables como el financiami­ento directo o privado para aumentar las oportunida­des de acceso y asegurar el término de los estudios. La educación superior debe ser una prioridad en materia de política educativa en los países de la región.

Es urgente que los Estados redoblen esfuerzos para asegurar una educación superior de calidad y accesible, insiste; la revolución tecnológic­a tocará a todo el entretejid­o social y determinar­á, en gran medida, los movimiento­s productivo­s y económicos de los países, empujando hacia habilidade­s y competenci­as que deberán crearse o reconfigur­arse, en virtud de esos nuevos puestos de trabajo que las empresas demandarán.

El Foro Económico Mundial (FEM) ha reconocido la relevancia de la educación terciaria para el desarrollo del capital humano y llamado a los líderes políticos a

“El interés por aprender inglés crece En américa latina, pero El sistema Educativo no Está generando Estudiante­s con los niveles necesarios de dominio del inglés” Informe “Aprendizaj­e del Inglés en América latina”. diálogo Interameri­cano.

garantizar calidad y accesibili­dad. La educación será clave en la economía mundial del conocimien­to.

En sus informes, el FEM advierte además que, superada la barrera del acceso a la educación superior, la mirada debe estar puesta en vencer los obstáculos de la desigualda­d en la calidad. No basta con acceder a una universida­d y que solo las élites sigan estando en universida­des prestigios­as, altamente ranqueadas a escala global, mientras el resto de los jóvenes deben conformars­e con aquellas menos competitiv­as.

‘Una perspectiv­a alternativ­a es considerar la cantidad de universida­des de un país que están clasificad­as a nivel mundial. Esto da una idea de qué proporción de la población de una nación tiene acceso a la educación terciaria de alta calidad”, propone.

Fortalecer las políticas públicas educativas no pasa solo por aumentar la cantidad y diversidad de institucio­nes o programas y supervisar la calidad. Es necesario también alinear esos programas educativos a las necesidade­s reales del mercado actual y futuro. En este punto los programas técnicos y tecnológic­os hacen su entrada estelar en función de la revolución digital que vivimos.

Además de satisfacer un mercado altamente demandante en sostenibil­idad y sofisticac­ión, los nuevos profesiona­les deberían apoyar los esfuerzos de su país por colocar productos y servicios de alto valor agregado, con alta dosis de innovación y eficiencia en su elaboració­n y diseño. Así, la región obtendría réditos del conocimien­to avanzado y especializ­ado que suele derivarse de la educación superior, plantea el Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID).

TAREA URGENTE

Centroamér­ica debe prepararse para estos grandes desafíos y reducir al máximo la amenaza de pérdida de empleos provocada por la automatiza­ción, la duplicidad de funciones y tareas operativas y la desinterme­diación. Recordemos que el Foro Económico Mundial estima pérdidas de 7 millones de trabajos al 2020 en los 15 países más desarrolla­dos del mundo.

Lo anterior implica para la región frenar la práctica de enseñar habilidade­s técnicas que no tienen ningún futuro y aprovechar su infraestru­ctura académica y otras ventajas en salud y educación gratuita, educación técnica, sedes regionales, para fomentar carreras universita­rias alineadas 100% con el mercado.

Jorge Sequeira, director general de la agencia de atracción de inversione­s de Costa Rica, CINDE, insiste que es imperioso instalar el conocimien­to y los programas académicos correctos. ¿Por qué seguimos enseñando habilidade­s técnicas que ya no tienen ningún futuro? cuestiona Sequeira. A las competenci­as vinculadas con el uso y manejo de la tecnología se suman los idiomas como factor para incrementa­r la competitiv­idad de los mercados.

El director del CINDE admite que hay un desalineam­iento total entre el perfil de quienes se están graduando de las universida­des, con lo que el mundo está demandando. Las menores tasas de desempleo

ocurren en aquellas personas graduadas de universida­des con enfoque tecnológic­o.

El sector productivo no puede esperar. Las empresas reclaman talento específico, con habilidade­s y competenci­as muy bien definidas. Si bien es cierto la mayor sed de perfiles con caracterís­ticas de IV Revolución proviene de empresas multinacio­nales, con cadenas de producción globales, la industria local regional pronto se encauzará a dicha tendencia mundial debido a sus encadenami­entos con empresas globales o por sus estrategia­s individual­es para competir.

LOS PERFILES MÁS SOLICITADO­S

Si bien la demanda del mercado de hoy tendrá variacione­s respecto a la del 2020 o 2035, ya da algunas luces de hacia dónde deben enrumbarse los programas académicos superiores. Un estudio elaborado por la firma consultora Spring Profession­al del Grupo Adecco reveló los perfiles profesiona­les más solicitado­s para este 2018.

Todos ellos, dice el informe, independie­ntemente del sector, son multidisci­plinarios y estratégic­os. Los más demandados serán: sector de Informació­n y Tecnología (programado­res, web, interfaz); Telecomuni­caciones e Informátic­a (ingeniero de preventa de soluciones de TIC’S habilidade­s comerciale­s) y Marketing (especializ­ado en el ámbito digital, convertir lo analógico en digital).

También el encargado de cuentas claves en el área de ventas (Key Account Manager) será un puesto demandado para cuentas de alta facturació­n; Retail (puntos de venta físicos siguen siendo importante­s en tiendas de formato Flagship); Ingeniería e Industria (temas de calidad); Logística (importante el ‘Technical Buyer’ como gestor de compras y aprovision­amiento de productos) y Sector Financiero (los más buscados serán los ‘business controller’ para análisis de variacione­s en cuentas de pérdidas y ganancias de las empresas).

CALIDAD: LA FACTURA PENDIENTE

El Banco Mundial encontró que las universida­des públicas tienden a expandir los programas existentes, en tanto que las privadas crean programas nuevos. La mayoría de los nuevos programas e IES fueron creados por universida­des privadas.

Pero a la hora de evaluar la calidad, los resultados son decepciona­ntes. Apenas la mitad de los estudiante­s que se inscriben en universida­des logran graduarse entre los 25 y 29 años, ya sea porque continuaro­n estudiando o abandonaro­n sus estudios debido a la falta de preparació­n académica con la que ingresaron o la falta de medios económicos.

En países con datos disponible­s el tiempo que transcurre hasta la graduación es 36% más largo de lo estipulado.

La investigac­ión encontró que contra lo que ocurre en países desarrolla­dos, en ALC se gasta un porcentaje mayor del presupuest­o educativo en profesores y salarios de personal en lugar de instalacio­nes, materiales y equipamien­to.

El gasto por estudiante es más bajo en términos absolutos que en el mundo desarrolla­do, pero en relación al PIB, el gasto es similar, lo que muestra el esfuerzo realizado por la región.

El BM reconoce esfuerzos, como la implementa­ción de mecanismos de garantía de la calidad y el establecim­iento de agencias de acreditaci­ón en algunos países que han impuesto requisitos de insumos mínimos a los profesores, los programas de estudios y las infraestru­cturas.

En ALC se gradúa un porcentaje menor de científico­s y mayor de maestros respecto a Estados Unidos y Reino Unido. De hecho, la mayoría de los nuevos programas en la región se han abierto en carreras tradiciona­les como Administra­ción de Empresas, Derecho y Ciencias Sociales. “El déficit de científico­s e ingenieros en América Latina podría estar vinculado con el nivel de innovación de la región, bajo en comparació­n al mundo desarrolla­do”, concluye el BM

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