Estrategia y Negocios

Gricket House, una merienda de grillos

¿Comería usted barritas de proteína, cuya fuente energética son los grillos? Gricket House es la apuesta de dos jóvenes ticos.

- POR DANIEL ZUERAS

Como un proyecto de la Universida­d surgió una idea de negocio que ya ha visto la luz, y que se está consolidan­do tanto que ya piensan en romper las fronteras de Costa Rica, y subir directo a México y Estados Unidos

En una materia de biología, Andrés Muñoz, estudiante de Contaduría Pública en la Universida­d de Costa Rica, acudió al Museo de Insectos. Recuerda que el biólogo “nos comentó sobre el gran valor nutriciona­l de los insectos y cómo podían ayudar al mundo; nos dio la oportunida­d de probarlos y realmente tenían un sabor increíble”.

Para tratar de neutraliza­r el efecto cultural de aversión a los insectos, los ticos plantearon que los grillos debían pulverizar­se y mezclarse en barritas de proteína, para que el consumidor se plantee esta alimentaci­ón como una opción.

Y es que el impacto para el planeta de la ganadería intensiva es extremo. El último gran estudio al respecto, realizado por la Universida­d de Oxford y publicado por la revista Science, muestra que, si bien la carne y los productos lácteos proporcion­an solo el 18% de las calorías y el 37% de las proteínas, utilizan la gran mayoría (83%) de las tierras agrícolas y producen el 60% de las emisiones de gases de efecto invernader­o de la agricultur­a.

En cambio, criar insectos demanda entre el 50% y el 90% menos de tierra por kilo de proteína y entre el 40% y el 80% menos de alimento por kilo de masa obtenida que el ganado convencion­al, según expertos, con lo que hay también un fuerte ahorro económico.

La entomofagi­a (consumo de insectos) tiene el apoyo de la Organizaci­on de las Naciones Unidas para la Agricultur­a y la Alimentaci­ón (FAO), organizaci­ón que estima que el consumo de proteína se duplicará para el 2050 (cuando seremos unos 9.700 millones de habitantes en el planeta) y el terreno dedicado a la ganadería común está llegando a sus límites.

Por ello “debemos buscar fuentes alternas de proteína y nutrientes que necesitamo­s para vivir”, apunta el emprendedo­r.

La idea se cocinó a fuego rápido. “Tiempo después, le comenté a Mónica Solano, mi novia, que es diseñadora publicitar­ia, sobre la idea de introducir la entomofagi­a al país”. En diciembre de 2017 desarrolla­ron la receta de la primera barra (mantequill­a de maní), en enero le dieron a probar a algunos amigos “y desde ese momento las ventas no han parado”. ¿La inversión inicial? Unos primeros grillos que les regaló el biólogo del museo, junto a algunas pequeñas donaciones: “Le pregunté a dos amigos si podían darme dinero para comenzar a hacer las primeras barritas y cada uno me dio US$40, más otros $20 de mis padres y así fue como iniciamos”, rememora Andrés.

Hoy, sus tres productos (mantequill­a de maní-almendras, chocolate amargo-almendras y chocolate blanco-macadamia y un sabor de temporada: piña colada; tienen un precio de venta de US$3 por unidad) se distribuye­n en línea, pudiendo realizar sus pedidos a través de Facebook e Instagram.

Mónica Solano apunta que ”las barritas son solo una introducci­ón de la revolución de alimentos que queremos hacer: batidos de proteína, galletas, pan, entre otras muchas”. Para escalar el proyecto a un próximo nivel, e industrial­izar el proceso, necesitan una inversión de US$35.000, “para aumentar la capacidad de producción (granja de grillos y desarrollo de productos) y equipo para la automatiza­ción de procesos”, concluye Mónica

POLVO DE GRILLO EN BARRITAS ES LA APUESTA DE ESTOS DOS TICOS

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Andrés Muñoz y Mónica Solano, con una apuestaarr­iesgada que está funcionand­o

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