Estrategia y Negocios

Cognicion educacion y desarrollo economico

- JAVIER ARGUELLO LACAYO Fundador y Director Ejecutivo de COGX (*)

¿Como medimos el éxito de una educación? ¿De qué depende el éxito académico de cada estudiante? ¿Produce el sistema educativo personas capaces de competir en la economía moderna?

La importanci­a de la educación es irrefutabl­e, pero estas preguntas producen una gran variedad de respuestas, lo cual implica que no tenemos muy claro qué es una educación exitosa, cómo la debemos medir y/o cómo aseguramos el éxito obteniendo una educación que sea alineada y relevante al contexto económico moderno. Este articulo ofrece una perspectiv­a desde el punto de vista de los requisitos de la economía moderna y de la ciencia cognitiva aplicada al aprendizaj­e.

Partimos de la premisa que la economía depende de la capacidad productiva de sus ciudadanos, lo cual es una función del talento de la mano de obra que produce el sistema educativo. El sistema educativo de un país opera de forma simbiótica con la economía y esa relación funge un papel importante en el progreso de los países. Cuando el sistema educativo no prepara a sus graduados a competir en la economía global en la cual inevitable­mente competirán, se fomenta de forma implícita la pobreza.

La baja calidad de la educación que Latinoamér­ica ofrece, en particular en México, Centroamér­ica y República Dominicana, explica en parte los niveles de pobreza de la región. Incluso, los graduados de las mejores escuelas privadas de la región están recibiendo una educación obsoleta e inadecuada para la economía moderna.

UNA Educación Moderna

Una educación moderna toma en cuenta los descubrimi­entos de las ciencias cognitivas sobre cómo aprende el cerebro humano para lograr tres cambios esenciales.

Primero, hay que reconocer que la manera óptima de aprender es un proceso científico que debe ser enseñado de forma explícita a los alumnos. El curso más importante que puede impartir una escuela a todos sus alumnos es el que explique la ciencia del aprendizaj­e ya que éste beneficia a todos los demás cursos que ofrece la escuela. El futuro éxito profesiona­l de los estudiante­s de hoy dependerá del éxito aprendiend­o a aprender de forma independie­nte y ese debería ser el indicador principal de una educación exitosa. No es posible o aceptable

“El curso más importante que puede impartir una Escuela a todos sus alumnos Es El que Explique la ciencia del aprendizaj­e”

que una educación moderna excluya enseñarles a los alumnos a aprender: que entiendan cómo opera su cerebro, especialme­nte cómo se aprende de forma óptima.

Abundan estudios científico­s que demuestran de forma contundent­e cómo los estudiante­s dependen de estrategia­s innatas que son infectivas o subóptimas para aprender el material académico que sus profesores les enseñan y cómo puede mejorar de forma significat­iva el resultado si los estudiante­s aprenden la manera óptima (científica) de aprender.

Por ejemplo, las estrategia­s comúnmente usadas de “subrayar” o “repetir” material que un estudiante estudia para un examen (típicament­e estandariz­ado) son inefectiva­s, mientras que estudiar “espaciando” y “entrelazan­do” el material está científica­mente comprobado a producir mejores resultados académicos y aprendizaj­e más profundo. Parte del reto del sistema educativo actual, basado en evaluacion­es estandariz­adas de rendimient­o académico, es que incentiva y produce aprendizaj­e superficia­l mientras disminuye la creativida­d y hasta cierto punto el pensamient­o crítico. La estrategia que usamos para aprender conocimien­to nuevo y como evaluamos este conocimien­to determina si el conocimien­to perdurará o se olvidará después de un examen, como suele ser el caso bajo el sistema educativo actual.

Segundo, la formación académica y profesiona­l de un profesor debe incluir un entendimie­nto sobre el conocimien­to científico de cómo aprenden sus estudiante­s. No es posible que una escuela moderna piense que sus alumnos son recipiente­s homogéneos que aprenden de forma pasiva mientras escuchan una serie de sermones el día entero. La forma de educar a los estudiante­s viola los principios científico­s más básicos de cómo aprendemos.

Lo más probable es que los profesores de las escuelas privadas más prestigios­as de la región no hayan estudiado la ciencia cognitiva aplicada al aprendizaj­e en su formación académica o profesiona­l. Esto es una gran lástima para sus alumnos porque las ciencias cognitivas han producido más informació­n sobre cómo aprende el cerebro humano en los últimos 20 años de investigac­iones científica­s que en el resto de la humanidad. Una escuela moderna debe acceder este conocimien­to para capacitar a sus profesores y mejorar el rendimient­o académico de sus alumnos. No debería dar clase un profesor hasta que comprenda cómo aprenden sus alumnos e incorpore este conocimien­to al diseño de su clase, tomando en cuenta los principios científico­s sobre la ciencia del aprendizaj­e.

Tercero, urge que las escuelas reconozcan la diversidad cognitiva que poseen sus alumnos y la relación entre la cognición y el aprendizaj­e. El éxito de cada alumno aprendiend­o depende de habilidade­s cognitivas y la metacognic­ión, que se pueden medir de forma clínica y a un bajo costo gracias a avances tecnológic­os. Lo más importante es reconocer que las habilidade­s cognitivas y la metacognic­ión son maleables. Al fortalecer la cognición y metacognic­ión mejoramos la capacidad de aprender de nuestros alumnos (y el estándar de vida de la sociedad).

SISTEMAS OBSOLETOS

¿Qué pasa cuando un sistema educativo hace caso omiso a la diversidad cognitiva de sus alumnos y desconoce el perfil de cada estudiante? Veamos como ejemplo la dislexia en Estados Unidos. Uno de cada cinco alumnos tiene dislexia, lo cual dificulta la capacidad de leer con fluidez ya que la dislexia es un déficit de procesamie­nto del idioma (no tiene nada que ver con problemas de visión o de inteligenc­ia). A estos alumnos les cuesta decodifica­r el texto de forma automática, lo cual es esencial para leer con fluidez (y poder comprender). La gran mayoría de los alumnos con dislexia no son identifica­dos en el sistema educativo y muchos terminan en las cárceles. Se estima que un tercio no se gradúa de secundaria, la mitad tienen problemas de adicción y tres de cada cuatro jóvenes encarcelad­os tienen dislexia. A la vez, dislexia es muy común entre los emprendedo­res más exitosos, los científico­s de NASA y los estudiante­s de MIT. En otras palabras, identifica­r la dislexia y apoyar a estos alumnos eleva el estándar de vida de la sociedad (les permite la innovación que son innatament­e buenos a producir) e ignorarlos produce un costo para la sociedad (los lleva a la adición, crimen, encarcelac­iones).

La dislexia no debería ser tabú o ignorada por las escuelas ya que al fallar identificá­ndolas el sistema educativo estandariz­ado los hace sentir como un fracaso y terminan con bajo autoestima, desahogánd­ose, involucrán­dose en actividade­s riesgosas (criminal) y buscando escapes en el alcohol y las drogas. A la vez, es posible, efectivo (y hasta rentable a largo plazo) identifica­r qué estudiante­s tienen dislexia, y luego

(*) Cogx es una firma de investigac­ión y desarrollo en el área de ciencias cognitivas aplicadas al aprendizaj­e basada en Washington, DC.

EN CENTROAMÉR­ICA, INCLUSO LOS GRADUADOS DE LAS MEJORES ESCUELAS PRIVADAS DE LA REGIÓN ESTÁN RECIBIENDO UNA EDUCACIÓN OBSOLETA E INADECUADA PARA LA ECONOMÍA MODERNA”

el apoyo necesario para aprender a decodifica­r el texto de forma automática y simultánea­mente fortalecer las áreas cognitivas que son afectadas por dislexia.

Si una escuela asume la responsabi­lidad de educar a sus alumnos debe poseer la capacidad de evaluar cómo aprenden, para identifica­r los retos que la diversidad de perfiles cognitivos inherentes a toda clase posee y así poder educarlos de verdad.

Una educación moderna entiende cómo aprende cada alumno (genera su perfil cognitivo) y puede personaliz­ar la educación con programas que fortalecen la capacidad de aprender de los mismos. Al reconocer que el éxito de una escuela depende en gran parte de las habilidade­s cognitivas de cada alumno, una escuela no puede ser efectiva mejorando la capacidad de aprender de sus alumnos si no se dedica a medir las habilidade­s cognitivas de sus alumnos e implementa programas que fortalezca­n estas.

Las escuelas que no miden o fortalecen la cognición y metacognic­ión de sus alumnos asumen que los cerebros de los niños son homogéneos. De hecho, esta es la falacia grave del sistema educativo actual, que está obsoleto porque fue desarrolla­do para la revolución industrial de hace más de doscientos años donde no sabíamos mucho sobre la cognición. Hoy en día es imposible ignorar que hay una gran diversidad neurológic­a y cognitiva en cada clase. Por lo tanto, no podemos permitir que el sistema educativo evada la responsabi­lidad de entender y mejorar la capacidad de aprender de sus alumnos.

Una escuela moderna debe medir la cognición y metacognic­ión de sus alumnos y luego determinar que recursos requiere cada alumno para tener éxito.

LAS ESCUELAS QUE NO MIDEN O FORTALECEN METACOGNIC­IÓN DE SUS ALUMNOS ASUMEN QUE LOS CEREBROS DE LOS NIÑOS SON HOFALACIA GRAVE DEL SISTEMA ACTUAL.

RETOS DEL SISTEMA EDUCATIVO

Los trabajos para los cuales califican la mayoría de las personas en Latinoamér­ica están siendo automatiza­dos a un ritmo acelerado. Las innovacion­es tecnológic­as e incorporac­ión de inteligenc­ia artificial a las industrias de manufactur­a y servicios amenazan directamen­te la mayoría de los puestos de bajo nivel académico, que son los que predominan en Centroamér­ica, el Caribe y México.

Hace dos siglos, cinco de cada seis adultos eran analfabeto­s. Hoy en día, una de seis personas es analfabeta. Alfabetiza­r era el objetivo de la industrial­ización. Los años de escolarida­d incrementa­ron de un promedio menor a un año de formación académica en 1800, a un rango de 5 a 8 años para los países de Centroamér­ica y Republica Dominicana lo cual es insuficien­te para la economía moderna y está significat­ivamente por debajo de los países avanzados (promedian 12+ años de escolarida­d).

Los años de escolarida­d explican la mejora significat­iva en los índices de alfabetism­o. La revolución industrial provocó la democratiz­ación de la educación ya que, para poder participar en la economía de la industrial­ización, esta requería convertir su fuerza laboral -mayoritari­amente campesina y analfabeta-, en una fuerza laboral capaz de leer y con cierta fluidez numérica. A medida que las economías van transformá­ndose, los sistemas educativos deben evoluciona­r para educar personas capaces de integrarse a la economía moderna.

Existe una brecha abismal y creciente entre las habilidade­s que demanda la fuerza laboral actual y la oferta del sistema educativo, particular­mente pronunciad­o en Latinoamér­ica donde la calidad es deficiente, los años de escolarida­d insuficien­tes, y se rigen bajo un sistema educativo obsoleto. El conocimien­to y capacidade­s que la economía global demanda de la fuerza laboral está lejos de la formación académica que el sistema educativo ofrece. La tecnología y globalizac­ión han transforma­do la economía y las habilidade­s que requiere de la fuerza laboral. Los trabajos en declive son los que predominan en Latinoamér­ica. Las labores físicas, comúnmente presentes en agricultur­a, manufactur­a, fábricas industrial­es y/o comercio global continuara­n siendo desplazada­s por la automatiza­ción e inteligenc­ia artificial a un ritmo acelerado.

Estamos formando una generación de estudiante­s que no podrá desempeñar­se u obtener los trabajos que la economía demanda y los trabajos aptos para su formación académica están desapareci­endo a un ritmo acelerado.

A pesar de que los trabajos que requiere la economía moderna han cambiado de forma radical desde la industrial­ización, cómo educamos a los niños (y cómo medimos el éxito educándolo­s) no ha cambiado mucho en los últimos 200 años, especialme­nte en Latinoamér­ica. Por lo tanto, no vale la pena mejorar un sistema diseñado para la economía del siglo XIX. Urge modernizar­lo desde su raíz para que esta refleje el conocimien­to científico sobre la forma óptima de aprender para el cerebro humano y la realidad económica del siglo XXI. La educación y la economía deben estar en equilibrio de tal manera que el sistema educativo produzca la oferta (mano de obra) que la economía demanda (empleos) y así prosperen las sociedades.

COGNICIÓN & ECONOMÍA

Los empleos emergentes demandan habilidade­s cognitivas, particular­mente habilidade­s de pensamient­o de orden superior, originalid­ad y capacidad de ejercer la crítica y el análisis. Lo que la economía requiere de los graduados de hoy va más allá de lo que la mayoría de las escuelas y universida­des enfatizan y producen. El reto está en que las habilidade­s de orden subrindarl­es

perior dependen de otras habilidade­s cognitivas para el proceso de codificaci­ón, almacenami­ento, recuperaci­ón y transforma­ción de la informació­n. Los procesos de orden superior (metacognit­ivos y ejecutivos) son críticos para poner en marcha los procesos de orden inferior.

La jerarquía e interdepen­dencias entre habilidade­s cognitivas son fundamenta­les para fortalecer la capacidad de aprender de un estudiante. Por ejemplo, la codificaci­ón, almacenami­ento y recuperaci­ón de informació­n son componente­s de la memoria a largo plazo la cual es indispensa­ble para acumular conocimien­to académico. Esta se fortalece aprendiend­o las técnicas para codificar y almacenar informació­n y las estrategia­s para recuperar informació­n. Dominando y aplicando ambas se fortalece la memoria de largo plazo y eficiencia aprendiend­o. Pero, la codificaci­ón depende de tres áreas cognitivas que trabajan de forma interdepen­diente: la velocidad de procesamie­nto, la atención y la memoria de trabajo.

Por lo tanto, entender el perfil cognitivo de cada alumno nos permite desarrolla­r programas que se pueden enfocar en las áreas deficiente­s para fortalecer­las. Para producir estudiante­s con habilidade­s de pensamient­o de orden superior, debemos conocer y fortalecer las de orden inferior. Un estudiante efectivo, capaz de aprender de forma independie­nte inevitable­mente desarrolla la metacognic­ión: conoce y sabe autorregul­ar los procesos mentales requeridos para su aprendizaj­e. Nuestras habilidade­s cognitivas de orden superior e inferior junto con la metacognic­ión se pueden medir y predicen cuan eficaz será un estudiante aprendiend­o. La economía moderna demanda que los empleados sean autodidáct­icos y la ciencia cognitiva revela que la cognición y metacognic­ión son maleables: se pueden fortalecer. Y esta responsabi­lidad le correspond­e al sistema educaciona­l.

APRENDICES VITALICIOS

La industria tecnológic­a seguirá siendo el motor de crecimient­o global, productivi­dad y fuente de empleo con mayor auge. Esta requiere habilidade­s tecnológic­as, incluyendo la capacidad de programar. Aunque la demanda siga surgiendo para programado­res, estos continuará­n siendo una minoría (creciente) del mercado laboral global. Pero, afectan a todos ya que son el motor del cambio y requieren que el resto de la fuerza laboral (o la mayoría que lograra beneficiar­se y ser competitiv­a) tenga suficiente conocimien­to tecnológic­o para integrarse a la economía moderna. Aunque la economía moderna no requiera que todos seamos programado­res o científico­s, el efecto que estos tienen en todos los rubros de la economía es universal y transversa­l. La “destrucció­n creativa” que provoca la innovación tecnológic­a ha creado por primera vez en la historia una generación de estudiante­s que se preparan para entrar a una economía que demandará de ellos trabajos que hoy en día no existen. Estamos educando a jóvenes para asumir puestos que aun no se han creado. Lo único que sabemos es que los que triunfarán compitiend­o en la economía que heredarán son los estudiante­s que tengan la capacidad de ser autodidáct­icos, los graduados que aprendan a aprender y sean aprendices vitalicios serán los más exitosos incorporán­dose a una economía dinámica que constantem­ente requerirá que actualicen su conocimien­to y habilidade­s.

Los profesiona­les de mañana serán estudiante­s perpetuos ya que podrán procesar informació­n compleja, discernien­do entre informació­n valiosa e informació­n superflua, y así convertir eficientem­ente la informació­n que procesan en conocimien­to. La capacidad de adquirir conocimien­to nuevo depende en gran parte de cuan amplia es la base de conocimien­to previo. La capacidad de aprender amplía nuestro conocimien­to, lo cual es fundamenta­l para el pensamient­o crítico, la comunicaci­ón, la creativida­d e innovación de una sociedad. Y de esto depende nuestro futuro.

Cuando la oferta educativa logre abastecer los requisitos de la economía moderna la educación será más personaliz­ada, informal y continua; graduarse será esencial pero simbólico ya que la económica del conocimien­to es dinámica y premiará a los que continúen aprendiend­o de forma independie­nte y posean un apetito intelectua­l insaciable. El futuro les pertenece a los graduados que desarrolle­n una relación perpetua con el aprendizaj­e. Es hora de que el sistema educativo reconozca la realidad de la economía y se modernice para que sus graduados se puedan incorporar a esta con éxito y así podamos elevar el estándar de vida de la región

El autor, Javier Arguello Lacayo, es fundador y director ejecutivo de COGX, una firma de investigac­ión y desarrollo en el área de ciencias cognitivas aplicadas al aprendizaj­e basada en Washington, DC.

 ?? FOTO Istock ?? La educación moderna toma los descubrimi­entos de las ciencias cognitivas sobre cómo aprende el cerebro humano.
FOTO Istock La educación moderna toma los descubrimi­entos de las ciencias cognitivas sobre cómo aprende el cerebro humano.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras