PROSPECTIVA SEGUROS EN LA POSTPANDEMIA
Durante la paralización de las economías centroamericanas se están gestando una serie de bombas de tiempo que se han venido acumulando y marcarán al sector asegurador en los próximos meses. El rubro de la construcción es un ejemplo de la complejidad de los desafíos que se avecinan, pues la demora en este tipo de proyectos viene aparejada con aumentos de costos. Además, los proyectos en ejecución podrían verse obligados a afrontar modificaciones.
¿En qué situación quedaría un proyecto de apartamentos construido a medias, que decide suspender la construcción? “Los bancos que entregaron cartas de compromisos o hipotecas ahora reevalúan si el cliente es apto para el crédito, y si el constructor dice que mejor no continuará con la obra, ¿cómo queda la póliza?”, plantea Louis Ducruet, de Unity.
En el escenario posterior a la emergencia, Eduardo Recinos, de Fitch Ratings, bosqueja un entorno económico muy retador, con un panorama de difícil suscripción ante medidas de distanciamiento social que se prolongarían en el tiempo, así como dificultad para prospectar nuevos negocios por la situación económica.
Los negocios y personas tenderían a cortar sus seguros, cancelar pólizas o disminuir las sumas aseguradas que les impliquen mayores costos. “Vemos ralentización en el crecimiento de primas”, vaticina Recinos.
FOCOS ROJOS, AMARILLOS, VERDES
Al sector asegurador también le preocupa que el deterioro de la situación económica detone tensiones sociales. Centroamérica no sería la excepción, con la mayoría de países en situación de cuarentena estricta, vastas porciones de la economía cerradas y desempleo creciente, una combinación que puede estallar en saqueos, daños a la propiedad privada y disturbios laborales.
“Conozco de clientes a quienes se les ha excluido totalmente la cobertura de motines y si la quieren, los precios son realmente muy distintos a como se cobraban anteriormente. Para mí, este es uno de los impactos más importantes en la etapa POST-COVID-19, sobre todo para sectores como centros comerciales, almacenes, supermercados, están siendo vistos en este momento con extremada cautela porque el potencial de pérdidas es muy alto”, relata Jairo Zambrano, de Meraki Consultores.
Jesús Sánchez, de Munich Re, utiliza el símil de un semáforo para colocar alertas sobre los rubros que podrían ser muy afectados (rojo), los medianamente impactados (amarillo) y aquellos con más herramientas para reincorporarse a la nueva normalidad (verde).
La primera luz roja va para el turismo, no solo porque afronta los mayores retos para la reactivación, sino además por el aporte que da al Producto Interno Bruto. De la mano va el transporte terrestre, aéreo y marítimo, debido a los cierres de fronteras y las dificultades del comercio.
En rojo también están la construcción y la manufactura de automóviles, áreas de la economía que tuvieron que parar por completo y vieron interrumpidas sus cadenas de suministro.
La luz amarilla o precautoria va justamente para los sectores financieros, que pueden volcarse a la transformación digital, pero no en todos los casos les reporta los mismos resultados, además de requerir más exigencias para adaptarse al teletrabajo. En este mismo grupo también menciona a educación, petróleo y gas.
¿Y el verde? Todo el comercio digital ya venía en auge y recarga nuevas fuerzas, las telecomunicaciones, el sector de alimentos, sobre todo con los servicios a domicilio, así como el rubro de salud, especialmente hospitales.
TRANSFORMACIÓN DIGITAL
Uno de los efectos más visibles del COVID-19 en las firmas de seguros ha sido el empuje hacia la transformación digital de los servicios para garantizar la continuidad al negocio. “La nueva realidad es que hay un nuevo cliente, el cliente clásico de seguros cambió. Nuestra industria se caracterizaba por ser un negocio de caras y creo que va a seguir siéndolo, pero de caras vía Zoom. Va a pasar un tiempo en la que regresemos a esa normalidad de contacto físico”, plantea Zambrano.
Pero tomará un tiempo adaptarse a esta nueva dinámica, advierte Sánchez: “Los agentes lo están viviendo: tratar de vender mediante larga distancia o Zoom no es lo mismo que hacerlo de persona a persona, estamos experimentándolo”.
Si bien tomará un tiempo para optimizar aún más los procesos, el camino de la digitalización ya está medianamente señalado. “La venta a través de canales no tradicionales por medio del uso de la tecnología podría abrir nuevas oportunidades para profundizar la penetración del seguro en la sociedad reconociendo los retos físicos que tendremos que enfrentar”, visualiza Christian Nölck, de AGIS.
El acompañamiento de los reguladores se volverá clave, equilibrando la prudencia y flexibilidad. “Los patrones de consumo y de comportamiento cambiarán por lo que las aseguradoras deberán identificar esos nuevos patrones para poder ofrecer productos adecuados, pero es necesario que las autoridades regulatorias generen el ambiente propicio para hacerlo”, propone Nölck.
Los consumidores han estado demandando los servicios digitales. “Nuestras plataformas han estado disponibles desde mucho antes del Coronavirus y a partir de este nos hemos robustecido e incentivado a nuestros clientes a usarlas. La demanda de nuestros canales digitales se ha incrementado en al menos un 80%”, comparte Ducruet, CEO de Unity.
El desafío más grande para la vuelta a la normalidad sería recuperar la confianza. Eventualmente el COVID-19 se irá y uno de los retos pasa por superar los temores, la pandemia de la “infodemia”, sostiene Zambrano: “Ha habido un exceso de información, más de desinformación, esa parte será crítica y fundamental para incorporar a los empleados al trabajo y para que los asegurados tengan la confianza de contratar una póliza de manera tranquila y abierta”