Estrategia y Negocios

Llegó la hora de la verdad para América Latina

En mayo, América Latina fue declarada el epicentro mundial de la pandemia del COVID -19. Ya somos la región del mundo con más nuevos contagios.

- TEXTO dionisio gutiérrez. columnista E&n*

En la última semana de mayo, América Latina fue declarada el epicentro mundial de la pandemia del Covid-19. Esta alarmante declaració­n se hizo porque ya somos la región del mundo con más nuevos contagios; y porque los datos reales de contagio y muertes son mucho más altos que los datos oficiales.

En Brasil y en México la pandemia está fuera de control. En Venezuela y Nicaragua también; aunque esas dictaduras escondan y nieguen los datos. En Argentina el gobierno miente y abusa; y en Bolivia el ministro de salud se dedicaba a la corrupción. Ecuador y Perú luchan con gran dificultad para controlar el contagio.

En Colombia, Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica y Panamá, aunque tomaron medidas drásticas desde el principio, el contagio avanza a una velocidad que preocupa a sus gobiernos.

Lo grave de esta crisis es que apenas estamos en los primeros minutos del primer tiempo y ya son evidentes las desgracias en la salud y la catástrofe en la economía. Estas son las consecuenc­ias de una pandemia.

Al tiempo en que la ciencia y la medicina aprenden sobre el virus, algunos gobiernos abandonaro­n a sus pueblos a su suerte; otros, para evitar el colapso hospitalar­io, están haciendo largos encierros y deprimiend­o las economías para bajarlas a los niveles en que están sus hospitales; arruinados e inservible­s.

Los gobiernos que están aterrados con la pandemia y la impopulari­dad escogen poner candado a sus economías sin darse cuenta que provocarán más muertes por hambre que por fiebre.

Los encierros en la primera etapa de la pandemia fueron indispensa­bles y salvaron a millones del contagio;

Pandemia fuera de control pero esto es más cierto en países desarrolla­dos, donde tienen los recursos y el espacio fiscal para subsidiar a su gente.

En América Latina más de la mitad de los adultos trabajan en la informalid­ad. Con el fruto de su trabajo por la mañana comen por la tarde. Esos 150 millones de seres humanos no han hecho un solo día de cuarentena; y si les imponen limitacion­es para comer, las consecuenc­ias son impredecib­les.

En el campo y en las ciudades del interior de los países de nuestro continente son pequeños grupos

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En América Latina 150 millones de personas trabajan En LA informalid­ad. no han hecho cuarentena. si LES imponen Limitacion­es para trabajar -y para comerlas consecuenc­ias son impredecib­les”

aunque impongan severos encierros. Con la reapertura de las economías el contagio subirá aún más y los gobiernos tendrán la tentación de volver a cerrar, cayendo en un juego peligroso y hasta mortal pues la devastació­n económica que esto provocaría sería catastrófi­ca.

Los gobiernos no deben tratar a los pueblos como laboratori­os de prueba y error. Estamos hablando de seres humanos, en medio de una pandemia. Es cierto que tener las economías abiertas presenta riesgos para la salud, pero cerrarlas es una condena a muerte segura; por eso, después de más de 3 meses, las cuarentena­s deben ser voluntaria­s y los toques de queda se deben eliminar. Provocan más daño del que pretenden evitar.

Tal vez nunca sabremos cual es el camino ideal para enfrentar esta pandemia; pero los 4.500 millones de años de vida humana nos dicen que siempre fueron la iniciativa personal, la responsabi­lidad, la libertad individual y el instinto por sobrevivir los valores que salvaron al ser humano. Una de las lecciones que, me parece, debemos aprender de esta crisis, es que nuestra soberbia nos hizo creer que teníamos dominada la naturaleza; esta plaga nos hizo ver que la naturaleza tiene secretos que nos pueden destruir.

Con la misma humildad que la especie humana puede superar esta pandemia, los gobiernos deben aceptar sus limitacion­es y reconocer la necesidad imperiosa de tener a los ciudadanos como sus mejores aliados y no como privados de libertad a los que de todas formas no pueden proteger.

Por eso es tan importante un liderazgo ejemplar por parte de los gobiernos. Un liderazgo que conecte con la gente y comunique, con claridad y efectivida­d, el plan que responde a la estrategia para cuidar nuestra salud y resolver nuestro diario vivir. América Latina necesita hoy, más que nunca, gobiernos que confían en sus ciudadanos, que conocen y entienden sus necesidade­s; y, sobre todo, gobiernos que respetan sus libertades.

Cuando en el futuro se escriba la historia de esta pandemia, las naciones que la contarán con pérdidas más bajas y menos dolor serán aquellas en las que los gobiernos dejaron a sus ciudadanos en libertad para decidir, aquellas en las que los ciudadanos lucharon al lado de sus gobiernos para cuidar la salud y el sustento de su gente; serán aquellas en las que privó la confianza, el respeto y la solidarida­d entre hermanos

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FOTO: AFP
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