Estrategia y Negocios

MAÍZ CATRACHO VS LA COVID-19

FERNANDO VALERIO Honduras

- Texto: daniel Zueras

Un grupo de cinco médicos de Cuidados Intensivos hondureños: Óscar Díaz, Marcelino Vázquez, Fernando Valerio, Ronald Cardona y Luis Enamorado (fallecido por COVID), a quienes se les unió otro médico hondureño desde Estados Unidos, Miguel Sierra-hoffman (al que no conocían) comenzaron a experiment­ar para combatir una pandemia que había puesto en jaque a Honduras. “Por marzo el Gobierno nos llamó porque los casos subían y no había un hospital Covid, el de San Pedro Sula estaba colapsado ya sin pandemia”, recuerda Fernando Valerio, quien ejerce en el hospital Cemesa, de San Pedro Sula.

Catracho, nada más hondureño, es el acróstico de un ‘cóctel’ de medicinas y técnicas que comenzaron a utilizar este grupo de médicos en la lucha contra la Covid-19, con excelentes resultados: colchicina, antiinflam­atorios, tocilizuma­b, ivermectin­a, anticoagul­antes y la hidroxiclo­roquina; así como la administra­ción de oxígeno a alto flujo y la pronación (acostar al paciente boca abajo). En realidad no hubo grandes cambios en el uso de los medicament­os, tan solo se adelantó su administra­ción.

La hidroxiclo­roquina ha levantado polémica, pues la OMS suspendió temporalme­nte los ensayos clínicos, tras un informe que la relacionab­a con un mayor riesgo de muerte y enfermedad­es cardíacas. Honduras continuó adelante con el tratamient­o, pues sus resultados han sido positivos, aunque no ha estado exento de controvers­ia.

Maíz es el acróstico de cuatro medicament­os que este equipo ha conjugado para luchar contra la pandemia: Microdacyn, Azitromici­na, Ivermectin­a y Zinc.

Ahora muchos hospitales estadounid­enses están utilizando el Math Plus, un protocolo muy similar a Maíz, y estudios en Canadá y Brasil están comproband­o que el uso de la colchicina disminuye la mortalidad del virus.

La tasa de letalidad del virus en Honduras al inicio de la pandemia era de las más altas del mundo, con un 17 % de los ingresados en UCI, una cifra que a raíz de la aplicación de Catracho y Maíz consiguier­on rebajar al 2,6 %. “Las prediccion­es que se daban eran apocalípti­cas. Se hablaba de alcanzar los 40.000 pacientes ingresados en UCI”, cuando la realidad es que apenas había un pequeño puñado de camas disponible­s en Cuidados Intensivos.

Comenzaron a ver que si administra­ban los medicament­os de manera temprana, había más posibilida­d de bajar la cantidad de enfermos. “Se propuso una estrategia única creo que a nivel mundial, un poco atrevida. Pero sabíamos que los esteroides salvaban vidas. La semana que dimos colchicina empezamos a dar un montón de altas. Idealmente se necesitaba un estudio, pero al ver que dábamos altas, algo estábamos haciendo bien. Si nos quedamos esperando debajo del arco los 19 intensivis­tas, nos golean. Teníamos que ir a hacer medicina de guerrillas, ir a buscar a los enfermos a sus casas”. La idea era que no tuvieran que llegar al hospital, sino salir a buscar a los enfermos, y darles ahí los tratamient­os. Se calcula que consiguier­on salvar alrededor de 4.500 vidas, de marzo a octubre de 2020.

En abril el grupo propuso Catracho al Gobierno, cuando apenas había evidencias del uso de estos medicament­os, por lo que surgieron las críticas. Y en mayo lanzaron la propuesta de Maíz. “Hemos usado los tratamient­os según nuestra experienci­a clínica en primera línea de batalla”, cuenta Valerio.

El tiempo ha terminado dándoles la razón de salir al contraataq­ue, en lugar de esperar debajo del arco

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