EPIDEMIÓLOGO COMPROMETIDO
Leonel Argüello Nicaragua
Para el doctor Leonel Argüello, médico especialista en Epidemiología, estos nueve meses de combate contra la COVID -19 han resultado ser una experiencia “dolorosa y triste”, pero a la vez, “enriquecedora”.
La describe “dolorosa y triste” porque en su opinión, pudieron evitarse centenares de muertes en Nicaragua, si el gobierno de Daniel Ortega hubiese actuado con responsabilidad, empatía y solidaridad, adoptando desde el inicio de la pandemia, las medidas de prevención y de bioseguridad que dictó la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo no lo hizo y sigue sin conocerse a ciencia cierta, el impacto de la COVID -19.
El pasado 9 de diciembre, por ejemplo, las autoridades del Ministerio de Salud (MINSA) del país, aseguraban que a nivel nacional se registraban 5.887 casos confirmados de la COVID-19 y 162 muertes provocadas por el nuevo Coronavirus.
Sin embargo, en la misma fecha, el Observatorio Ciudadano COVID-19, conformado en todo el territorio por un equipo interdisciplinario de voluntarios, con el propósito de vencer la desinformación y el secretismo oficial, reportaba 11.557 casos sospechosos y 2.822 muertes a nivel nacional.
“Es doloroso e indignante que la gente muera por una causa evitable, que no exige más recursos que los de modificar un comportamiento humano”, comentó Argüello.
Asimismo, le indigna el maltrato a los familiares de pacientes ingresados por CO VID -19 en los centros hospitalarios del sector público, porque no se les daba información y los obligaban de hecho a permanecer día y noche en la entrada de los centros, angustiados, esperando noticias, y corriendo además el riesgo de contagiarse.
Y si lamentablemente fallecían, los sepultaban sin comunicarle a los familiares, en fosas comunes, en operativos que la población sabiamente bautizó como “entierros exprés”, custodiados por policías fuertemente armados y por trabajadores de salud ataviados con equipos de protección personal. Mientras los familiares, que corrían tras los cadáveres, cargaban con la incertidumbre de dónde fue sepultado su ser querido. Ninguna autoridad respondió a esa incógnita dolorosa y angustiante.
“También me indignó que dieran medicamentos en unidades de salud pública, a sabiendas que no servían, ya la ciencia lo había demostrado. Y muchos pacientes, a quienes aconsejamos ir a los hospitales por presentar signos de alerta, murieron inclusive después del alta hospitalaria”, señaló.
Argüello, junto a otros especialistas multidisciplinarios, conformó el Comité Científico Multidisciplinario (CCM) para el abordaje del COVID -19, para alertar y educar a la población y al gobierno. Además, durante la primera ola, organizaron la línea gratuita de ayuda, a la que se sumaron varios médicos voluntarios para brindar consulta a personas con síntomas.
“Pasé varios meses durmiendo muy pocas horas y a veces casi nada, para atender a personas que me decían: “Doctor, me estoy ahogando, no puedo respirar”. He trabajado en desastres en otros momentos de mi vida, la adrenalina y la recompensa de saber que estás ayudando a alguien que ni conoces, es muy satisfactorio. Por otro lado, mi esposa fue un pilar fundamental en ese periodo”, concluyó