Catar, la nueva tierra de un tico
Los Fab Lab (Laboratorios de Fabricación) llevaron a este costarricense hasta el Emirato de Catar, donde desarrolla su carrera profesional.
Robert Garita es un costarricense que recibió un correo electrónico hace tres años desde Catar, proponiéndole una nueva singladura profesional. La sorpresa fue mayúscula, pues Robert no conocía a nadie en ese país. IBTECHAR, empresa catarí encargada del desarrollo de un Fab Lab (Laboratorio de Fabricación Digital) había realizado una investigación de profesionales relacionados con temas de fabricación digital, y en especial, con experiencia en el manejo operativo y conceptual de Fab Labs, algo que él venía desarrollando desde hacía tiempo en Costa Rica.
Y tomó la oportunidad. “Desde siempre me ha encantado vivir experiencias diferentes y que te reten en todo sentido, tanto mental, profesional y personal, y no existe oportunidad más completa para poder experimentar esto que el vivir y trabajar fuera de tu país”. Con anterioridad, Garita había tenido la oportunidad de estar fuera de su país por un período largo, en Barcelona (España), pero no en un lugar con una cultura, ecosistema y situación política tan diferente a lo que él conocía. “Sonará cliché, pero justamente el salir de tu zona de confort es realmente satisfactorio, muy retador, pero altamente enriquecedor al mismo tiempo”.
Desde un punto de vista laboral, está poniendo en práctica y desarrollando una serie de viejas y nuevas habilidades dentro de un entorno de trabajo “realmente interesante y retador”, ya que la visión y los objetivos de la empresa para la que trabaja, van asociados a la aplicación innovadora de la educación, la tecnología y la manufactura en diferentes sectores, tanto públicos como privados de Catar. “Desde un enfoque más personal, creo que la manera en la que mejor puedo describirlo es el vivir un momento que me permite nutrir y enriquecer mi manera de pensar y ver el mundo, desde un filtro más resiliente y empático, esto de la mano de mi mejor amiga, mi esposa”.
Uno de sus objetivos a mediano o largo plazo es poder volver a Centroamérica con la visión de aportar y poner en práctica lo aprendido en esta experiencia.
Los Fab Lab (acrónimo de Fabrication Laboratory por sus siglas en inglés), son espacios que cuentan con una serie de herramientas y tecnologías, en su ma
Uno de sus objetivos es poder volver a Centroamérica Con la visión de aportar y poner en práctica lo aprendido en esta experiencia.
yoría de fabricación digital (tales como impresoras 3D, cortadoras láser, equipos CNC, electrónica, entre otros), con el objetivo de ayudar a cualquier ciudadano en el proceso de prototipado de su idea, ya sea para un negocio o simplemente una invención personal. “Uno de los grandes beneficios de estos espacios es la apertura y flexibilidad tanto de sus instalaciones, sus herramientas, y el equipo humano a cargo del mismo, permitiendo así la validación de cualquier idea de una manera rápida y accesible”. Se trata de espacios multidisciplinarios, por lo que no están exclusivamente diseñados para una “profesión” o línea de conocimiento en particular, detalla el experto.
Impulsar la innovación y creatividad es uno de los objetivos del “Fab Charter” impulsado por el Fab Foundation (fundación que promueve la creación de Laboratorios de Fabricación en más de 100 países y 1.750 Fab Labs en todo el mundo).
Actualmente en Centroamérica son muy pocos los Fab Labs que se encuentran inmersos en diferentes sectores y estratos de nuestra sociedad. Según fablab.io, que concentra los datos de la red mundial de fab labs en todo el mundo, la región centroamericana cuenta con apenas 17 Fab Lab, de los que ocho están en Costa Rica, cuatro en El Salvador, tres en Panamá y dos en Guatemala.
“Debido al nivel de inversión inicial y a la falta de entendimiento de la aplicación de los mismos, no solo en Centroamérica sino a nivel mundial, la mayoría de Fab Labs se encuentran dentro de instituciones académicas o instituciones de investigación y desarrollo. Sin embargo, en los últimos años y gracias a la colaboración de entidades y acuerdos público-privados, cada vez más se gestan Fab Labs con un enorme potencial de impacto para diferentes ciudades y sus estratos”, cuenta Garita.
Un ejemplo: el último que gestionó en Costa Rica, en La Carpio (uno de los barrios más populosos de la capital) por medio de un crowdfunding “con US$80.000 logramos contratar los equipos necesarios, hacer las instalaciones eléctrica y mecánicas necesarias para las operaciones de los equipos y poder tener el salario de un encargado por un año”. Una vez conseguida la inversión inicial, el mantenimiento anual es bajo, especialmente si se gestiona a través de voluntariado, como en La Carpio.
Centroamérica y la innovación
Costa Rica es el tercer país de América Latina más innovador (y primero de Centroamérica), en el puesto 56 a nivel mundial (tras Chile, 54; y México, 55). Más atrás en el Índice Mundial de Innovación están Panamá (73), El Salvador, Honduras (103) y Guatemala (106), un índice que mide 80 indicadores que exploran la innovación desde una perspectiva amplia, que incluye el entorno político, la educación, la infraestructura y el desarrollo empresarial.
“Nuestras inestables dinámicas políticas (principalmente), de educación, infraestructura y desarrollo social, son realmente frágiles, desequilibradas y desiguales, cada vez más crece una brecha social que determina quienes disfrutan del derecho a innovar, y quienes no tienen esa posibilidad”, incide Garita.
Aún siendo líder en el Istmo, en 2018 Costa Rica apenas invirtió US$231,8 millones en Investigación y Desarrollo (I+D), el 0,31 % del Producto Interno Bruto, cifra que ha venido bajando desde 2016, cuando supuso el 0,44 % del PIB. En América Latina estas cifras solo son superadas por Argentina (0,55 %) y Uruguay (0,49 %); pero está muy lejos de los líderes mundiales en I+D: Corea del Sur (4,29 %), Israel (4,10 %), y Japón (3,58 %). Por contra, ha crecido la inversión en Actividades Científicas y Tecnológicas, que en 2018 sumaron US$1.604,5 millones, según cifras del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones, el 2,67 % del PIB, cuando en 2016 suponía el 2,12 %.
Robert Garita es un fiel creyente “pero principalmente promotor” de que la mejor manera de abordar cualquier tema país, entre ellos la innovación, es por medio de las alianzas público-privadas (APP), que cree que pueden transformarse en un ambiente propicio para estimular, crear y generar innovación en la gestión pública