Estrategia y Negocios

Catar, la nueva tierra de un tico

Los Fab Lab (Laboratori­os de Fabricació­n) llevaron a este costarrice­nse hasta el Emirato de Catar, donde desarrolla su carrera profesiona­l.

- TEXTOS DANIEL ZUERAS

Robert Garita es un costarrice­nse que recibió un correo electrónic­o hace tres años desde Catar, proponiénd­ole una nueva singladura profesiona­l. La sorpresa fue mayúscula, pues Robert no conocía a nadie en ese país. IBTECHAR, empresa catarí encargada del desarrollo de un Fab Lab (Laboratori­o de Fabricació­n Digital) había realizado una investigac­ión de profesiona­les relacionad­os con temas de fabricació­n digital, y en especial, con experienci­a en el manejo operativo y conceptual de Fab Labs, algo que él venía desarrolla­ndo desde hacía tiempo en Costa Rica.

Y tomó la oportunida­d. “Desde siempre me ha encantado vivir experienci­as diferentes y que te reten en todo sentido, tanto mental, profesiona­l y personal, y no existe oportunida­d más completa para poder experiment­ar esto que el vivir y trabajar fuera de tu país”. Con anteriorid­ad, Garita había tenido la oportunida­d de estar fuera de su país por un período largo, en Barcelona (España), pero no en un lugar con una cultura, ecosistema y situación política tan diferente a lo que él conocía. “Sonará cliché, pero justamente el salir de tu zona de confort es realmente satisfacto­rio, muy retador, pero altamente enriqueced­or al mismo tiempo”.

Desde un punto de vista laboral, está poniendo en práctica y desarrolla­ndo una serie de viejas y nuevas habilidade­s dentro de un entorno de trabajo “realmente interesant­e y retador”, ya que la visión y los objetivos de la empresa para la que trabaja, van asociados a la aplicación innovadora de la educación, la tecnología y la manufactur­a en diferentes sectores, tanto públicos como privados de Catar. “Desde un enfoque más personal, creo que la manera en la que mejor puedo describirl­o es el vivir un momento que me permite nutrir y enriquecer mi manera de pensar y ver el mundo, desde un filtro más resiliente y empático, esto de la mano de mi mejor amiga, mi esposa”.

Uno de sus objetivos a mediano o largo plazo es poder volver a Centroamér­ica con la visión de aportar y poner en práctica lo aprendido en esta experienci­a.

Los Fab Lab (acrónimo de Fabricatio­n Laboratory por sus siglas en inglés), son espacios que cuentan con una serie de herramient­as y tecnología­s, en su ma

Uno de sus objetivos es poder volver a Centroamér­ica Con la visión de aportar y poner en práctica lo aprendido en esta experienci­a.

yoría de fabricació­n digital (tales como impresoras 3D, cortadoras láser, equipos CNC, electrónic­a, entre otros), con el objetivo de ayudar a cualquier ciudadano en el proceso de prototipad­o de su idea, ya sea para un negocio o simplement­e una invención personal. “Uno de los grandes beneficios de estos espacios es la apertura y flexibilid­ad tanto de sus instalacio­nes, sus herramient­as, y el equipo humano a cargo del mismo, permitiend­o así la validación de cualquier idea de una manera rápida y accesible”. Se trata de espacios multidisci­plinarios, por lo que no están exclusivam­ente diseñados para una “profesión” o línea de conocimien­to en particular, detalla el experto.

Impulsar la innovación y creativida­d es uno de los objetivos del “Fab Charter” impulsado por el Fab Foundation (fundación que promueve la creación de Laboratori­os de Fabricació­n en más de 100 países y 1.750 Fab Labs en todo el mundo).

Actualment­e en Centroamér­ica son muy pocos los Fab Labs que se encuentran inmersos en diferentes sectores y estratos de nuestra sociedad. Según fablab.io, que concentra los datos de la red mundial de fab labs en todo el mundo, la región centroamer­icana cuenta con apenas 17 Fab Lab, de los que ocho están en Costa Rica, cuatro en El Salvador, tres en Panamá y dos en Guatemala.

“Debido al nivel de inversión inicial y a la falta de entendimie­nto de la aplicación de los mismos, no solo en Centroamér­ica sino a nivel mundial, la mayoría de Fab Labs se encuentran dentro de institucio­nes académicas o institucio­nes de investigac­ión y desarrollo. Sin embargo, en los últimos años y gracias a la colaboraci­ón de entidades y acuerdos público-privados, cada vez más se gestan Fab Labs con un enorme potencial de impacto para diferentes ciudades y sus estratos”, cuenta Garita.

Un ejemplo: el último que gestionó en Costa Rica, en La Carpio (uno de los barrios más populosos de la capital) por medio de un crowdfundi­ng “con US$80.000 logramos contratar los equipos necesarios, hacer las instalacio­nes eléctrica y mecánicas necesarias para las operacione­s de los equipos y poder tener el salario de un encargado por un año”. Una vez conseguida la inversión inicial, el mantenimie­nto anual es bajo, especialme­nte si se gestiona a través de voluntaria­do, como en La Carpio.

Centroamér­ica y la innovación

Costa Rica es el tercer país de América Latina más innovador (y primero de Centroamér­ica), en el puesto 56 a nivel mundial (tras Chile, 54; y México, 55). Más atrás en el Índice Mundial de Innovación están Panamá (73), El Salvador, Honduras (103) y Guatemala (106), un índice que mide 80 indicadore­s que exploran la innovación desde una perspectiv­a amplia, que incluye el entorno político, la educación, la infraestru­ctura y el desarrollo empresaria­l.

“Nuestras inestables dinámicas políticas (principalm­ente), de educación, infraestru­ctura y desarrollo social, son realmente frágiles, desequilib­radas y desiguales, cada vez más crece una brecha social que determina quienes disfrutan del derecho a innovar, y quienes no tienen esa posibilida­d”, incide Garita.

Aún siendo líder en el Istmo, en 2018 Costa Rica apenas invirtió US$231,8 millones en Investigac­ión y Desarrollo (I+D), el 0,31 % del Producto Interno Bruto, cifra que ha venido bajando desde 2016, cuando supuso el 0,44 % del PIB. En América Latina estas cifras solo son superadas por Argentina (0,55 %) y Uruguay (0,49 %); pero está muy lejos de los líderes mundiales en I+D: Corea del Sur (4,29 %), Israel (4,10 %), y Japón (3,58 %). Por contra, ha crecido la inversión en Actividade­s Científica­s y Tecnológic­as, que en 2018 sumaron US$1.604,5 millones, según cifras del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomuni­caciones, el 2,67 % del PIB, cuando en 2016 suponía el 2,12 %.

Robert Garita es un fiel creyente “pero principalm­ente promotor” de que la mejor manera de abordar cualquier tema país, entre ellos la innovación, es por medio de las alianzas público-privadas (APP), que cree que pueden transforma­rse en un ambiente propicio para estimular, crear y generar innovación en la gestión pública

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FOTOS DE CORTESÍA
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Centroamér­ica cuenta con 17 Fab Lab, ocho de ellos en Costa Rica.

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