Frágil esperanza por un mejor segundo semestre
El país comenzó el 2021 con un rebrote de la pandemia del Covid-19 y en medio de un cargado enfrentamiento político previo a las elecciones legislativas y municipales de febrero.
En el manejo de la pandemia del Covid-19, El Salvador priorizó evitar el colapso del sistema sanitario por sobre la economía. Por ejemplo, fue uno de los primeros en la región en cerrar su aeropuerto, estableció cuarentenas de un mes para los viajeros recién llegados al país, suspendió el transporte público e impuso una cuarentena rígida a la población durante seis meses.
Llegado el fin del año, parece que logró cumplir el primer objetivo en 2020: ha sido el segundo país con mejor manejo de la pandemia de toda América Latina, según el Instituto Lowy, de Australia. El índice de este tanque de pensamiento australiano considera varios factores, entre estos: casos y muertes confirmadas, pruebas y casos confirmados como proporción de las pruebas.
Una declaración que, vista con lupa, no es para festejar de sobremanera. De 98 países evaluados, el mejor país calificado en América Latina fue Uruguay, en el puesto 12, mientras que El Salvador se ubica en el número 56, es decir, en la segunda mitad de la tabla.
En contraparte, la economía ha tenido uno de los peores desempeños en la región.
Se estima que el Producto Interno Bruto (PIB) de El Salvador bajó en un -7,2 %, según las perspectivas del Banco Mundial, la tercera recesión más profunda en el istmo, después de Honduras (-9,7%) y Panamá (-8,1%). Se espera un lento crecimiento económico en el primer semestre, con las esperanzas puestas en la segunda mitad del año.
La reanudación de las actividades económicas, combinada con un inesperado crecimiento de las remesas, que superaron por primera vez en la historia a las exportaciones, propiciaron que el panorama económico fuera menos devastador del previsto
en 2020. En octubre, el Banco Mundial estimaba que la economía del país iba a decaer en -8,7 %.Para este 2021, el PIB crecería en 4,6 % según el mismo organismo. Hasta mediados de enero, era la proyección más optimista sobre El Salvador, pues el Fondo Monetario Internacional le augura un 4,0 %, la CEPAL un 3,5 %; y la oficial del BCR, prevé entre un 3,5 % y 4,0 %. La Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES), estima que el PIB varíe entre -0,6 % a un 4 %. No será sino hasta 2022 cuando el PIB recupere su nivel de 2019, el cual era de US$27.023 millones.
INCERTIDUMBRE + POLARIZACIÓN
Pedro Argumedo, Investigador del Departamento de Estudios Económicos de Fusades, atribuye la fuerte caída de la economía a dos factores principales: una larga cuarentena, desde marzo ha agosto, la cual provocó una contracción del -19,8 % en el segundo trimestre y de -10,2 % en el tercer trimestre; y la incertidumbre debido a la polarización política y la corrupción.
El enfrentamiento político se materializó en fuertes conflictos entre el poder Ejecutivo, la Asamblea Legislativa y la Sala de lo Constitucional, así como en la campaña pre electoral rumbo a las elecciones legislativas y municipales del 28 de febrero de 2021, una que, según las encuestas, cedería el control del órgano legislativo a los partidos aliados del presidente Nayib Bukele.
La contienda ha venido girando en torno a dos narrativas: la de Bukele pidiendo a la población que le respalde con más diputados y alcaldes para consolidar el rompimiento con la anterior clase política; y la oposición, que acusa a Bukele de dictador tras los eventos del 9 de febrero de 2020 (9F), cuando arengó a la ciudanía a tomar en sus manos la insurrección contra los diputados frente al edificio de la Asamblea, y por la imposición de cuarentenas severas en todo el país durante la pandemia.
El escenario económico podría haber sido todavía peor sin las remesas familiares. “A pesar de los efectos económicos de la pandemia, los remitentes de remesas apoyaron en mayor medida a sus familias”, sostuvo el Banco Central de Reserva de El Salvador (BCR). Según la entidad, en 2020 el flujo de estas ayudas aumentó en 10 de los 12 meses del año pasado. En total, el dinero enviado por los salvadoreños en el exterior ascendió a US$5.918,6 millones, desde los US$5.649 millones de 2019.
Por el contrario, el monto de las exportaciones cayó a US$5.030,1 millones, un descenso anual del -15,4%. Por primera vez desde el año 2000, las remesas familiares superaron a las ventas de productos salvadoreños hacia el extranjero, un hito histórico que, no obstante, evidencia las carencias estructurales de esta economía. “Debe ser preocupante, no motivo de orgullo”, reflexiona Abelardo Medina, encargado del área macrofiscal de ICEFI, sobre el papel que las remesas han tenido para los países del Triángulo Norte en la región y Nicaragua. Un descenso en las remesas o incluso un estancamiento habría profundizado las caídas de las economías centroamericanas.
Las medidas gubernamentales asestaron un golpe fuerte a las empresas. Según las encuestas de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador (Camarasal), 9 de cada 10 enfrentaron cierres totales o parciales. Los rubros de turismo, hoteles y restaurantes han sido de los más afectados. Los empresarios fueron modificando negativamente sus perspectivas sobre la recuperación. Al inicio de la pandemia, el 68 % de los encuestados por Camarasal pensaban que en 9 meses lograrían la recuperación; en octubre, el 70 % pensaba que iban a demorar un año o más.
Las presiones de liquidez han sido el factor clave de sobrevivencia. Además, la reapertura adicionó otros costos. Cada compañía tuvo que invertir entre US $1.000 y US $5.000 para implementar medidas de bioseguridad y encontrarse con un bajo dinamismo en las ventas, describe Jorge Hasbún, presidente de Camarasal. Destaca que ha habido “un gran apoyo de privados ayudando a privados para lograr sostener muchos de los negocios, personas disminuyendo o anulando el alquiler de locales, bancos difiriendo pagos, pasándolos a vencimiento, haciendo reestructuraciones para permitir a los clientes no caer en mora”, relata