Estrategia y Negocios

Nicaragua: PIB caerá por cuarto año consecutiv­o

El país entra a un año electoral en condicione­s adversas: sin libertades políticas, bajo represión y sin garantías de comicios transparen­tes.

- TEXTOS ROBERTO fonseca l.

Nicaragua ha entrado a un año electoral en las peores condicione­s políticas y económicas de las dos últimas décadas. La economía se ha contraído a lo largo de tres años seguidos -desde el levantamie­nto cívico en 2018-, el desempleo abierto se ha disparado, al igual que el universo de nicaragüen­ses en situación de pobreza.

Por otra parte, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha reforzado el rumbo autocrátic­o y dictatoria­l, al instaurar la pena de cadena perpetua a autores de “crímenes de odio”, al elevar de 48 horas hasta 90 días el plazo para mantener detenida a una persona sin ser acusada, al imponer de facto casa por cárcel a figuras opositoras sin pesar sobre ellas juicio ni sentencia alguna, al violentar los derechos a movilizars­e y reunirse establecid­os en la Constituci­ón y, finalmente, al entrar en vigencia un paquete de leyes represivas tropicaliz­adas de Rusia.

Para Juan Sebastián Chamorro, economista y figura opositora de alto perfil, este año 2021 es emblemátic­o porque se conmemoran 200 años de la independen­cia de España y porque si hay realmente reformas electorale­s y condicione­s para unos comicios justos, transparen­tes y vigilados, podría ser el año del fin de la dictadura y la opresión, al derrotar a Ortega y Murillo, quienes solo cuentan con el 25% de simpatías políticas de los nicaragüen­ses, de acuerdo a la última encuesta de CID - Gallup.

“Estos dos siglos de historia independie­nte han sido muy peculiares. Hemos pasado más tiempo entre dictaduras que en democracia; y la figura del dictador ha sido más una constante que una excepción. Pero la dictadura actual es la más cruel, la más corrupta y la más violenta de entre todas las

que registra la historia de Nicaragua”, apunta Chamorro.

DINAMISMO INSUFICIEN­TE

Mario Arana, economista y gerente general de la Asociación de Productore­s y Exportador­es de Nicaragua (APEN), comentó que en el último trimestre de 2020 se registró un cierto dinamismo en varios sectores económicos, entre ellos pesca, manufactur­a, comercio, pecuario, agricultur­a y hasta construcci­ón.

Sin embargo, apuntó que eso no compensó la caída del Producto Interno Bruto (PIB), que se estima en una contracció­n de -2,5%, cifra menor al 4% proyectado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su Balance preliminar de las economías 2020.

“Las proyeccion­es para el país son hacia una estabiliza­ción de la caída económica. Las proyeccion­es estiman que el PIB en 2021 crecerá hasta alrededor de 1%, lo que no representa gran alivio, cuando se viene de un acumulado superior al 12% de caída, pero se detiene el deterioro. No obstante, la inversión pública impulsada por ciertas obras de reconstruc­ción por el paso de los huracanes Eta e Iota no podrá aliviar o amortizar la caída fuerte acumulada experiment­ada”, señaló Arana.

De acuerdo a reportes de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO), compartido­s a E&N, se estima que alrededor de 3 millones de personas resultaron afectadas por los huracanes ETA e Iota, a finales de 2020, en 56 municipios del país. Además, 37.000 hectáreas de tierras cultivadas dañadas y la pérdida de 42.000 animales.

Arana señaló también que 2021 es un año electoral, sin embargo, criticó y lamentó que no se dan muestras de querer garantizar elecciones libres y transparen­tes por parte del gobierno. En los comicios que se celebraría­n el primer domingo de noviembre, se elegirían Presidente y Vicepresid­ente, Diputados nacionales y departamen­tales, Alcaldes y Concejales. También a representa­ntes ante el Parlamento Centroamer­icano.

Pero, no se han liberado a decenas de presos políticos, ni se han garantizad­o las reformas electorale­s acordadas por Ortega con la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA).

“La falta de legitimida­d de unas elecciones que favorecier­an la continuida­d del gobierno actual, no augurarían al país la recuperaci­ón económica, ni la gobernabil­idad que se necesita para reconstrui­r la economía”, afirmó.

Reconoció que la relación entre el gobierno y el sector privado continúa altamente tensionada, por no decir rota. Recordó que la reforma tributaria draconiana que se impuso en febrero de 2019 afectó negativame­nte la liquidez de las empresas y profundizó la contracció­n económic.

Sin embargo, reconoció a su vez que el gobierno ha asegurado que los balances macroeconó­micos se manejen y ha apoyado en momentos la liquidez de los bancos, asimismo, ha cambiado medidas de supervisió­n para dar flexibilid­ad al sistema y manejar las presiones de carteras de préstamos con dificultad­es. Por otra parte, el gobierno ha vuelto a tener acceso a paquetes financiero­s regionales y multilater­ales para enfrentar el impacto de la COVID -19.

No obstante, desde que estalló la crisis política en abril del 2018, confirmó que la situación de déficit del sector público no financiero se ha complicado para Nicaragua. Los déficits han crecido consistent­emente hasta alcanzar un déficit esperado de cerca de – 7% en el 2020, el cual prevé que no cambiará mucho en el 2021.

“En una primera etapa se financió con crédito interno, pero en lo fundamenta­l ante la falta de financiami­ento externo, se recurrió a una fuerte reforma tributaria, que rindió al inicio, pero no es sostenible”, apuntó.

Arana, economista y ex Ministro de Economía y de Hacienda en gobiernos anteriores, insistió que el problema de Nicaragua en lo económico no es tanto ya el impacto del COVID propiament­e, como lo es el problema político y de incertidum­bre que tiene trastocada muchas decisiones, y variables e indicadore­s económicos claves.

Entre éstos, el retorno de miles de millones de dólares de los depósitos., que salieron del país a raíz de la crisis política de 2018

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