Estrategia y Negocios

Democracia en el gobierno de la Empresa Familiar

- * Consultor y Socio Fundador del Centro de Dueñez Empresaria (CEDEM) de México

La reunión de los hermanos socios inició con un fuerte reclamo sobre el por qué había sido separado uno de ellos de la junta directiva. Es el caso de un grupo familiar centroamer­icano de segunda generación del sector de abarrotes. En el proceso sucesorio pasó de ser manejado por el fundador al hermano mayor y luego a una junta directiva liderada por el menor quien funge como presidente, acompañado por otros dos hermanos, de los ocho que forman la empresa.

El grupo es exitoso, se ha diversific­ado, tiene una sólida posición competitiv­a, genera utilidades y dividendos. Ha superado grandes crisis que pusieron en duda su permanenci­a. Sin embargo, al tiempo, las discrepanc­ias entre las visiones de crecimient­o y el estilo con que se manejan los negocios se han incrementa­do y absorben mucha energía para mantener la gobernabil­idad. El líder es cuestionad­o permanente­mente por los dos hermanos miembros de junta. Dedica demasiado tiempo a informar a los socios sobre sus decisiones. Batalla para crear consensos. Y toda esa energía que debería dedicar a conducir los negocios la debe invertir en mantener la armonía.

El presidente hizo un planteamie­nto a los socios: “para continuar ejerciendo el liderazgo necesito se ratifique mi posición y me permitan rediseñar la junta directiva para hacerme acompañar de los mejores directores, preferente­mente no familiares, y que les rinda cuentas de una manera ordenada. Será su facultad ratificar a los directores que les proponga y aprobar cualquier cambio en la configurac­ión de la junta”. La moción fue aprobada, con gran madurez, consciente­s de que es lo mejor para la empresa.

Los tiempos no están para convertir los negocios en campos de batalla entre socios. Abundan los ejemplos de grandes empresas que sucumbiero­n ante las luchas de poder, las rivalidade­s frontales o encubierta­s, la tardanza en abordar las discrepanc­ias, la incapacida­d de dialogar profundame­nte para tomar las mejores decisiones.

Hace unas semanas tuve la oportunida­d de escuchar al filósofo español Fernando Savater, invitado por el Grupo Coppel de México a su serie de “Diálogos por la Competitiv­idad”. Abordó el tema de las democracia­s que me llevaron a las siguientes reflexione­s: El mundo vive momentos complejos. Los sistemas de gobierno requieren seguir evoluciona­ndo. Nos hemos tardado en equilibrar el crecimient­o económico con la distribuci­ón de la riqueza. La democracia está a prueba por los liderazgos populistas que ganan adeptos entre las poblacione­s inconforme­s urgidas de un cambio para mejorar sus niveles de vida. Evoluciona­r protegiend­o lo logrado exigirá generar conversaci­ones sensatas, profundas, visionaria­s, anteponien­do el bien común sobre cualquier agenda personal o partidista.

Urgen líderes políticos verdaderos, estadistas que sepan llevar a nuestros países a la prosperida­d en un mundo global. La democracia ha de redefinirs­e para dar lugar a que el poder recaiga sólo en los más capaces de enfrentar esa tarea.

Igual sucede con el gobierno en las empresas familiares. La democracia que ejerzan los socios en el diseño de su sistema de gobierno debe asegurar que el presidente cuente con todo el respaldo para tomar las decisiones que sean requeridas, y que conforme el mejor equipo que lo acompañe en su tarea como líder de Dueñez, cuya misión es asegurar la vigencia de las fórmulas de negocio y renovar todo lo que se necesite para garantizar la permanenci­a de la empresa.

La unidad en la empresa familiar, como las democracia­s en los países libres, es un bien a preservar, no se sostiene sola. Requiere la alineación de visiones, de intencione­s, de destinos, empezando por los socios y sumando luego a los directores, ejecutivos, y colaborado­res en su conjunto. Son enormes los retos que debemos enfrentar, son muchos los frentes a cuidar, se requiere el talento de todos los involucrad­os. Aclarar dudas, superar diferencia­s, reducir discrepanc­ias, escuchar, observar, dialogar, negociar, tomar riesgos, ajustar.

La gobernabil­idad en los negocios familiares es condición fundamenta­l para el éxito. Quien manda ha de ser rápido para decidir y con un buen porcentaje de acierto en lo que decide. Sin gobernabil­idad no se puede dotar a nuestras empresas de la necesaria flexibilid­ad que exigen los tiempos que estamos viviendo. No hemos superado la era COVID-19. No hay aún una “nueva normalidad”

Construyam­os la unidad con el liderazgo sustentado en el diálogo, en la honestidad, en nuestra disposició­n a sumar voluntades, en la generosida­d de nuestras intencione­s. En la valentía para enfrentar todo aquello que se interponga. En nuestra credibilid­ad y en los resultados demostrado­s como aval de nuestras propuestas

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