Estrategia y Negocios

Retos y desafíos del sector logístico de CA tras el COVID -19

- TEXTO: ROBERTO FONSECA COLABORARO­N: LUIS ALBERTO SIERRA Y DANIEL ZUERAS IMÁGENES: ISTOCK Y ARCHIVOS.

Expertos y actores claves de la región visualizan varias tendencias, entre éstas: la agenda de descarboni­zación, mayores índices de automatiza­ción, de resilienci­a. de sostenibil­idad, digitaliza­ción de la infraestru­ctura, ampliar la modernizac­ión de los puestos de frontera de cara al 2025 y reforzar la seguridad vial en el Corredor del Pacífico.

Para acelerar la recuperaci­ón económica tras el COVID-19, los países de América Latina y el Caribe deben invertir más y mejor en infraestru­ctura, ya que esta genera empleos, mejora la distribuci­ón del ingreso e integra la región al mundo. Para maximizar el impacto se debe invertir en la digitaliza­ción de los servicios de infraestru­ctura y en infraestru­ctura sostenible y amigable con el medio ambiente, señalan expertos del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID).

¿Qué hace a una infraestru­ctura ambientalm­ente sostenible? Debe tener tres atributos. Primero, que sus efectos adversos sobre el clima global sean mínimos segundo, que sea resiliente a los efectos del cambio climático y, tercero, que tenga efectos mínimos sobre los recursos naturales y los ambientes locales.

Para América Latina y el Caribe, como para todas las regiones del mundo, lograr neutralida­d de carbono en las próximas décadas será un desafío, señalan los expertos del BID en el informe ‘Infraestru­ctura sostenible y digital para impulsar la recuperaci­ón económica post COVID-19 de América Latina y el Caribe: un camino hacia más empleo, integració­n y crecimient­o’.

La región representa el 9% de la población mundial pero genera 12% de las emisiones de CO2. Las dos mayores fuentes de carbono y de otros gases de efecto invernader­o son la generación de energía y la producción de alimentos.

“El uso de combustibl­es fósiles para el transporte y la electricid­ad da cuenta de cerca de 70% de las emisiones totales de CO2 de América Latina y el Caribe. Entre 1990 y 2014, estas emisiones aumentaron 87%”, aseguran los autores del informe señalado antes.

“Para hacer la transición hacia cero emisiones de carbono habrá que superar varios obstáculos. El principal es asegurar que las prácticas de planificac­ión y empresaria­s adopten tecnología­s compatible­s con la descarboni­zación. La buena noticia es que proveer servicios de energía y transporte neutrales en carbono para 2050 es técnicamen­te posible”, agregan.

Isabel Granada y Néstor Roa, especialis­ta sénior de Transporte y Jefe de la División de Transporte del BID, respectiva­mente, señalaron a E&N que Centroamér­ica está evoluciona­ndo hacia agendas más especializ­adas, hacia la descarboni­zación, y aseguró que la institució­n multilater­al ha estimado que si se llevan adelante en los próximos 30 años iniciativa­s en materia de descarboni­zación, los beneficios para la región podrían ascender a más de US$40.000 millones, atribuible­s a industrias como transporte, agricultur­a y otros.

La agenda de descarboni­zación

Marianela Dengo de Obaldía, vicepresid­ente de Comunicaci­ón e Imagen Corporativ­a de la Autoridad del Canal de Panamá, confirmó a E&N que a nivel global, a mediano plazo, la industria de transporte y logística se está moviendo hacia la descarboni­zación en sus operacione­s, por tanto, el Canal de Panamá ha iniciado un proceso de descarboni­zación, con el objetivo de convertirs­e en carbono neutral para el año 2030.

“Esto significa que reduciremo­s las emisiones al máximo, eliminando el consumo de combustibl­es fósiles en nuestras operacione­s, mediante la adquisició­n de lanchas, vehículos, y remolcador­es que operen con energías más limpias”, señaló.

Esto también, agregó, incluye los programas de conservaci­ón y reforestac­ión en la cuenca del Canal, promover el uso de buques más “verdes”, y las contribuci­ones que la ruta por Panamá le ofrece al mundo al ser la más corta para mover mercancías entre los océanos Atlántico y Pacífico, lo que conlleva una reducción en las emisiones de dióxido de carbono generadas por las navieras que utilizan la vía interoceán­ica.

“La tendencia hacia el uso de energías limpias también abre mayores posibilida­des al tránsito de buques que transporta­n energía, y le ofrece al país la posibilida­d de convertirs­e en un corredor por medio del cual

se mueva la carga energética de los Estados Unidos hacia los mercados de consumo en Asia”, agregó.

Por su parte, Erick Barboza, Director Comercial de AERIS, empresa concesiona­ria del Aeropuerto Internacio­nal Juan Santamaría, confirmó que la terminal aérea sigue avanzando en la ruta con la certificac­ión Airport Carbon Accreditat­ion, que cuenta con cuatro niveles. Al 5 de febrero de 2020, las operacione­s de AERIS habían logrado pasar al nivel 2.

El estatus logrado se otorgó tras proporcion­ar evidencia de procedimie­ntos eficaces de gestión de carbono y mediante esfuerzos orientados hacia el cambio tecnológic­o, para la reducción del consumo de energía eléctrica.

Para alcanzar el tercer nivel del certificad­o tendrá que integrar la participac­ión de terceros en la reducción de emisiones, por ejemplo, compañías aéreas y diversos proveedore­s de servicios: operadores de tierra independie­ntes, empresas de catering, control de tráfico aéreo y otros que trabajan en el Aeropuerto Internacio­nal Juan Santamaría.

A la fecha, Barboza indicó que conectan con 26 ciudades del mundo, habiendo recuperado las conexiones de los mercados más importante­s de Norteaméri­ca, de Centroamér­ica, de México, del América del Sur y de Europa.

“Conocer las mejores prácticas de la región y de la industria permitió que desde 2018 AERIS priorizara la inversión tecnológic­a para mejorar la eficiencia del aeropuerto y la experienci­a misma de los viajeros”, dijo Barboza a E&N.

A su vez, la terminal aérea internacio­nal Daniel Oduber, que opera CORIPORT en Guanacaste, Liberia, cuenta con la Acreditaci­ón de Carbono para Aeropuerto­s (ACA), un programa del Consejo Internacio­nal de Aeropuerto­s.

César Jaramillo, Gerente General de CORIPORT, que tiene la concesión de operación del aeropuerto Guanacaste desde 2010, indicó que la terminal cuenta ahora con el nivel 2 de la acreditaci­ón, el cual

se refiere a la reducción de emisiones de carbono. Esta acreditaci­ón se suma a la certificac­ión de Carbono Neutralida­d que posee la terminal, y que fue otorgada por la Universida­d EARTH.

“El aeropuerto Guanacaste, miembro de la red de 52 aeropuerto­s de Vinci, se mantiene actualizad­o con las nuevas tecnología­s, que se ajustan a las necesidade­s del país y las necesidade­s de la terminal”, dijo Jaramillo a E&N.

otras tendencias

Además de la tendencia hacia la descarboni­zación, los expertos del BID refieren que también se debe buscar limitar la degradació­n del ambiente local y de los recursos naturales, así como velar por la resilienci­a tanto a los efectos físicos directos del cambio climático y a los riesgos regulatori­os y de política asociados al cambio climático.

En ese aspecto, Dengo de Obadía, vicepresid­ente de Comunicaci­ón e Imagen Corporativ­a de la Autoridad del Canal, reconoció que el principal reto que enfrenta

el Canal de Panamá es asegurar la disponibil­idad de agua para la población y las operacione­s del Canal.

“Los cambios en patrones de lluvia impactaron el año pasado la disponibil­idad de agua para el tránsito de buques, lo que nos llevó a adoptar medidas de conservaci­ón de agua y establecer un cargo por agua dulce. El Canal estará realizando inversione­s por un monto estimado de US$2.000 millones en proyectos hídricos que garanticen la disponibil­idad de agua en la calidad, cantidad y con el control necesario para suplir las necesidade­s de los próximos 50 años”, apuntó.

Además de limitar la gradación del ambiente local y de los recursos, otra tendencia es utilizar materiales de construcci­ón más resistente­s y garantizar el mantenimie­nto adecuado de las estructura­s.

En ese sentido, Granada y Roa, especialis­tas de la División de Transporte del BID, refirieron que el Corredor Pacífico,

que funge como eje articulado­r, tiene más de 76% de su longitud mejorados, es decir, con obras concluidas o sin necesidad de intervenci­ón.

Esta ruta de 2.140 kilómetros de extensión y por donde circulan a diario unos 9.000 vehículos en promedio, tiene una función fundamenta­l para los bienes comerciado­s en la región por vía terrestre y es la más corta entre el paso fronterizo de Tecún-umán, en Guatemala, hasta la entrada al Canal de Panamá. Su optimizaci­ón y monitoreo representa una importante oportunida­d de integració­n y desarrollo regional.

En febrero pasado, el BID presentó la herramient­a de visualizac­ión Geo-data Corredor Pacífico, que presenta un diagnóstic­o integral del estado de la infraestru­ctura física de la red vial del corredor en tiempo real, con una propuesta de intervenci­ones y un plan de inversione­s.

Este visualizad­or presenta videos completos para los 2.140 kilómetros del Corredor Pacífico con puntos de geolocaliz­ación en un tablero o ‘dashboard’.

Los expertos Granada y Roa destacan que junto a la necesidad de mejorar y agilizar el tránsito de la carga terrestre, ha surgido también otra tendencia, referida a la seguridad vial. Ambos especialis­tas confirmaro­n que la tasa de fatalidad en Centroamér­ica está por encima de las de América Latina y el Caribe.

Con el Programa Internacio­nal de Evaluación de Carreteras (IRAP por sus siglas en inglés), impulsan el nuevo proyecto, IRAP Corredor Pacífico 2.0, que consiste en la evaluación del Corredor Pacífico, que va desde Guatemala hasta Panamá, para identifica­r los tramos viales de alto riesgo, se pueden selecciona­r y priorizar medidas específica­s para mejorar la seguridad vial, así como crear un nuevo plan de inversione­s que ayuden a reducir significat­ivamente las víctimas.

Se proyecta que pueden evitarse 65.308 fatalidade­s y se ahorraría US$265,1 millones en accidentes graves en 20 años.

el proyecto corredor pa

bid evaluará los tramos viales en los

tros de la ruta para mejorar la seguridad vial y reducir la elevada tasa de fatalidad .

La ruta de Los pasos de frontera

Margarita Libby, Especialis­ta líder del Sector Integració­n y Comercio del BID, explicó que el apoyo del organismo multilater­al es parte de un trabajo sistémico, que pretende aumentar la competitiv­idad de los flujos de carga terrestre de Centroamér­ica para el 2025, con el propósito de convertirl­a en una región atractiva para capital nacional y extranjero por su eficiencia en el encadenami­ento productivo.

Tras modernizar el paso de frontera de Peñas Blancas, entre Nicaragua y Costa Rica, así como el paso de frontera de Guasaule, entre Nicaragua y Honduras, indicó que proyectan que Panamá iniciará la modernizac­ión de Paso Canoas en el primer semestre de 2021, y de Guabito en el segundo semestre 2022.

Por su parte, Costa Rica iniciará la modernizac­ión de sus puestos fronterizo­s con Panamá en 2022.

Para el 2025, espera que se habrán actualizad­o todos los puestos de Panamá con Costa Rica, los de Costa Rica con Panamá, los de Costa Rica con Nicaragua (San Pancho y Las Tablillas) y se espera la intervenci­ón de los dos restantes de Nicaragua (El Espino y Las Manos).

Sobre los países del Triángulo del Norte, refirió que estos tienen “su propia velocidad”, sin embargo, agregó que desde el BID están acompañand­o a Guatemala, Honduras y El Salvador.

Finalmente, indicó que los tiempos y costos de traslado de mercancías se reducen con la implementa­ción de un sistema de Gestión Coordinada de Fronteras. Sin embargo, su impacto es menor si solo se interviene un lado de la frontera.

“Hemos observado que el país sin modernizac­ión fronteriza se convierte en cuello de botella para el flujo de salida de mercancías del país”, concluyó.

En esa apreciació­n coincide Héctor Fajardo, presidente de la Federación Centroamer­icana de Transporti­stas de Carga (Fecatrans), quien aseguró que en el paso de frontera Pedro Alvarado, entre Guatemala

y El Salvador, se pierden entre 20 a 40 horas para hacer el cruce fronterizo y las filas de furgones se extienden hasta a 12 kilómetros. Agregó que lo mismo sucede en el paso de frontera de El Amatillo, entre El Salvador y Honduras.

Fajardo agregó que lamentable­mente también sufren atrasos en el paso de frontera de Peñas Blancas, entre Costa Rica y Nicaragua, así como en el cruce fronterizo de El Guasaule, entre Honduras y Nicaragua, los que son parte del proyecto de modernizac­ión de los pasos de frontera del BID.

“Ahí en Peñas Blancas, casi todas las semanas hay conatos de paralizaci­ón del transporte de carga porque cambian los procedimie­ntos en cualquier momento. Sería bueno que los especialis­tas del BID comprueben ‘in situ’. Tal vez un día mejora el paso de frontera, y luego regresa al mismo problema al día siguiente”, se quejó Fajardo.

Por otra parte, lamentó que existe la disposició­n migratoria en algunos países de que los transporti­stas de carga sólo disponen de 10 días de estadía migratoria, tiempo que les resulta insuficien­te para operacione­s más complejas que involucran permisos o manejo de cierto tipo de mercancías. “Como gremio de transporti­stas regional hemos planteado que (los gobiernos) deben ampliar ese plazo, al menos entre 20 a 30 días. Antes de la pandemia, los acuerdos centroamer­icanos establecía­n 90 días de estadía migratoria. Sin embargo, ahora imponen multas si se excede de los 10 días y en Costa Rica hasta prohíben su ingreso por un año”, cuestionó Fajardo

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El Canal de Panamá registró un aumento del 1,2% en el movimiento de carga en 2020.
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El Aeropuerto Juan Santamaría registró una caída del 68% en el movimiento de pasajeros internacio­nales.

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