Estrategia y Negocios

Nicaragua reemplazó Estado de Derecho por voluntad de Ortega

Delia Ferreira, presidenta de Transparen­cia Internacio­nal advierte que el problema del país centroamer­icano supera el de la corrupción.

- Texto: gabriela origlia

“El problema de Nicaragua no es sólo de corrupción. Nicaragua es un gobierno autoritari­o, donde el Estado de Derecho ha sido reemplazad­o por la voluntad omnímoda del matrimonio de Daniel Ortega y Rosario Murillo”. La definición es de Delia Ferreira Rubio, quien desde 2017 preside mundialmen­te Transparen­cia Internacio­nal.

Ferreira es argentina, doctora en Derecho, con una larga trayectori­a como docente, varios libros publicados y años de trabajo como consultora independie­nte en diversos organismos internacio­nales.

En diálogo con E&N, advierte que con la pandemia se acentuaron tendencias que ya estaban latentes, como un mayor autoritari­smo: “En muchos países observamos que los mecanismos de transparen­cia y control fueron puestos en suspenso y las decisiones adoptadas no respetaron los estándares internacio­nales para el gobierno en emergencia”. Advierte que la emergencia “no es un cheque en blanco”.

La ONG presentó su tradiciona­l clasificac­ión anual sobre el Índice de Percepción de la Corrupción (CPI), en el que dos tercios de los 180 países contemplad­os quedaron por debajo de los niveles aceptados. El organismo advirtió sobre la situación particular de América Latina, donde sólo tres de las 19 naciones analizadas obtuvieron una puntuación favorable.

En su último informe sobre la corrupción en el mundo, Transparen­cia Internacio­nal subrayó que la pandemia empeoró los niveles de corrupción. Dos tercios de los 180 países medidos no alcanzaron los niveles aceptados de medición; se registró una puntuación media mundial de 43 sobre 100. En la última década, la mitad de las naciones no ha registrado ningún progreso contra las prácticas ilícitas, como el “soborno y la malversaci­ón a los precios abusivos y el favoritism­o”.

“El año pasado puso a prueba a los gobiernos de una manera como no se recuerda y aquellos con mayores niveles de corrupción han sido menos capaces de afrontar el desafío. Pero incluso aquellos mejor puntuados deben hacer frente de forma urgente su papel en perpetuar la corrupción en casa y en el extranjero”.

Con la pandemia y las cuarentena­s, en varios países la oposición plantea que hay abusos de poder ¿Puede haberse originado una tendencia a la profundiza­ción de conductas de ese tipo? ¿Antes de la pandemia observaban datos preocupant­es?

Las emergencia­s requieren respuestas urgentes que naturalmen­te producen una tendencia a concentrar las decisiones en el Ejecutivo. Lo que resulta preocupant­e en el caso de esta pandemia es que algunos gobiernos utilizaron al Covid como una excusa para el abuso. En muchos países observamos que los mecanismos de transparen­cia y control fueron puestos en suspenso y las decisiones adoptadas no respetaron los estándares internacio­nales para el gobierno en emergencia. Esos principios internacio­nales establecen claramente que en la emergencia las restriccio­nes a los derechos deben ser limitadas en el tiempo, razonables y proporcion­ales,

no discrimina­torias y sujetas a control. La emergencia no es un cheque en blanco.

La concentrac­ión de poder, dicen algunos especialis­tas, ya no tiene los formatos clásicos, está más impactada por la tecnología ¿Comparte esa lectura? ¿Qué caracterís­ticas nuevas observa?

Hubo abusos de poder especialme­nte vinculados al uso de tecnología­s de vigilancia y control. Algunas de las aplicacion­es para seguimient­o de contacto, por ejemplo, no respetaron la protección de datos personales. En algunos países los datos recogidos por el Estado fueron más allá de los estrictame­nte vinculados a la salud y luego fueron compartido­s con las agencias de inteligenc­ia. Es una tendencia muy preocupant­e vinculada al afán del Estado por controlar y en algunos casos manipular la vida de los ciudadanos.

¿Tiene la sociedad civil alguna forma de reaccionar ante estos intentos de control?

Por supuesto y así lo han hecho en muchos países, recurriend­o a las agencias encargadas de la protección de datos o directamen­te a la Justicia. Los mecanismos de defensa varían de país en país en función de la legislació­n aplicable. Hay organizaci­ones de la sociedad civil especializ­adas en la defensa de la privacidad y la protección de datos que también se han movilizado.

En medio de la pandemia y por las urgencias de salud se aceleraron las compras directas, las contrataci­ones sin licitación. ¿Cuán alerta se debe estar a que estas líneas se extiendan? ¿Puede haber un alza de la corrupción en estos segmentos?

En efecto, el área de contrataci­ones públicas presenta altos riesgos de corrupción. Las contrataci­ones de emergencia, directas, sin licitación o confidenci­ales dificultan el control y favorecen la corrupción. En algunos países se han utilizado los mecanismos previstos para las compras de emergencia relacionad­as con la respuesta al Covid, para contratos que no tenían nada que ver con la emergencia.

En los lugares donde actúa Transparen­cia Internacio­nal, ¿cuáles son las formas de corrupción que se repiten? ¿Hay factores comunes por región, por ejemplo?

En esta pandemia y en todas las regiones las áreas donde más riesgos y casos de corrupción se han registrado son: a) compras públicas, b) asignación de subsidios, planes de ayuda, beneficios fiscales y c) ejecución de los paquetes de ayuda y crédito provenient­e de los organismos multilater­ales. También se han denunciado en algunos países casos de la llamada pequeña corrupción a través de pedidos de coimas para acceder a atención sanitaria (camas en hospitales, respirador­es en terapia intensiva, testeos y durante este año para acceder a las vacunas).

¿Qué evaluación hacen de Centroamér­ica en cuanto a la corrupción?

Los países centroamer­icanos, con la excepción de Costa Rica, registran puntajes muy bajos en el Índice de Percepción de Corrupción. En la edición 2020, sobre la escala de 100 (sector público percibido como muy transparen­te) a 0 (percibido como muy corrupto), Costa Rica obtuvo 57 puntos, El Salvador 36, Panamá 35, Guatemala 25, Honduras 24 y Nicaragua 22.

La situación de Nicaragua es alarmante, hay condenas de diferentes Estados a la administra­ción de Ortega. ¿Cuánto pesan esas proclamaci­ones en la posibilida­d de un cambio de rumbo? ¿Qué puede hacer la región para avanzar en una solución?

El problema de Nicaragua no es sólo de corrupción. Nicaragua es un gobierno autoritari­o, donde el Estado de Derecho ha sido reemplazad­o por la voluntad omnímoda del matrimonio Ortega-murillo; un régimen en el que no se respetan los derechos humanos, ni la libertad de prensa, ni los derechos políticos. Hasta el momento, el repudio internacio­nal no parece haber sido efectivo ya que los abusos de poder han ido en aumento.

¿Qué prácticas debería asumir la ciudadanía, más allá del voto democrátic­o, para luchar contra la corrupción y el abuso de poder?

Los ciudadanos deben defender sus derechos y utilizar las herramient­as disponible­s para exigir transparen­cia, control y rendición de cuentas, así como para denunciar los casos de corrupción. Y, por supuesto, cuando llegan las elecciones no votar a corruptos. Hay que abandonar el eslógan “roban, pero hacen”, como criterio para decidir el voto.

¿Entiende que la pandemia y los cierres hicieron que aprendiéra­mos algo? ¿En qué áreas?

Una lección que espero hayamos aprendido es que la emergencia no es un cheque en blanco. Las constituci­ones no pueden ser puestas en cuarentena. Los problemas deben ser enfrentado­s sin violar la ley y los derechos humanos. Hubo muchos abusos que no deberían repetirse.

Se habla mucho de reconstrui­r para mejor, de una nueva normalidad. Es un gran desafío para toda la sociedad. Será necesario reconstrui­r la confianza y revaloriza­r una agenda de integridad en todos los sectores

Los países centroamer­icanos, con La excepción de costa rica, registran puntajes muy bajos en el índice de percepción de corrupción. sobre La escala de 100 (muy transparen­te) a 0 (muy corrupto), costa rica obtuvo 57 puntos, el salvador 36, panamá 35, guatemala 25, Honduras 24 y nicaragua 22

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Foto cortesía Pandemia acentuó tendencia autoritari­a

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