Estrategia y Negocios

Fin de los TPS, un dardo a las economías centroamer­icanas

La eliminació­n del Estatus de Protección Temporal implica un cambio en el volumen de las transferen­cias de remesas hacia Centroamér­ica

- TEXTO ROBERTO FONSECA L.

La política migratoria del presidente estadounid­ense Donald Trump, cuya primera oleada trajo consigo la suspensión del Estatus de Protección Temporal (TPS) para 58.000 hondureños, 2.500 nicaragüen­ses y 195.000 salvadoreñ­os viviendo en Estados Unidos, tendrá un fuerte impacto para las economías de estos países centroamer­icanos, así como en las condicione­s de vida de miles de familias de ambas naciones, ya que las remesas representa­n un peso importante a nivel micro y macroeconó­mico, y sus países no tienen la capacidad de absorber exitosamen­te a esta mano de obra.

Manuel Orozco, Senior Fellow en los temas de Migración Remesas y Desarrollo por parte del organismo Diálogo InterAmeri­cano, con sede en Washington, confirmó a E&N que en el caso de El Salvador las remesas se estima aumentaron 10 % en 2017, frente a 6,4% en 2016; y en Nicaragua la estimación es de incremento del 11%, frente a crecimient­o del 5,6% en 2016.

“El crecimient­o de las remesas a América Latina y a Centroamér­ica en particular, está directamen­te vinculado con la ola migratoria que ha continuado en el 2017. El crecimient­o de remesas a LAC (Latinoamér­ica y El Caribe) fue de 8%, pero para la región fue por encima del 10%. El fuerte aumento está asociado con esa continuida­d de gente que sigue saliendo, debido a una mezcla entre insegurida­d física y económica”, señaló Orozco.

En términos macroeconó­micos, para El Salvador, el flujo de remesas que envían los familiares en el exterior representa­n el 17% del Producto Interno Bruto (PIB), 10% en el caso de Nicaragua y 17% para Honduras. “Las remesas son una consecuenc­ia del pobre rendimient­o económico de la región, basado en una economía orientada hacia actividade­s agrícolas, de servicios de poca calificaci­ón laboral, turismo, y maquila. Este no permite que las personas logren cubrir sus necesidade­s básicas o de bienestar, mucho menos para generar riqueza. Al migrar, la intención principal es de reunificar­se con sus familiares y a la vez cuidar de quienes están en el país de origen. Los volúmenes de remesa tienen un efecto muy fuerte sobre la economía y mantienen tasas estables de crecimient­o”, apuntó el experto.

Perfil de migrantes

De acuerdo con Orozco, el perfil del migrante centroamer­icano no ha cambiado mucho, excepto en lo que se refiere a las razones de porqué salió de su país.

“En una encuesta que realizamos en el 2016, el 11% dijo que salió por razones de insegurida­d en su país y en el 2017 la cifra había subido a 20%”, indicó Orozco, quien agregó que la Alianza para la Prosperida­d, una iniciativa impulsada en los países del Triángulo del Norte, con el apoyo de los Estados Unidos, para frenar la migración irregular aun no ha tenido el impacto deseado, por múltiples razones.

Al respecto, aseguró que el perfil del migrante centroamer­icano es el mismo:

Es decir, son personas con un promedio de 40 años, con un ingreso menor a US$28.000 anuales, con una educación mínima –no más allá de 8 años de formaciónd­e ambos sexos, con hijos en Estados Unidos en un 25% y con hijos en el país de origen en un 40% de los casos.

“La mayoría de estos migrantes trabajan en construcci­ón, cuido de niños y trabajo doméstico, servicios de hospitalid­ad y restaurant­e, y solo uno de cada diez ejerce una ocupación profesiona­l”, reveló Orozco, basándose en encuestas realizadas por Diálogo Inter-Americano.

A nivel personal, estimó que un migrante centroamer­icano envía cerca del 15% de su ingreso mensual, por un monto anual de US$4.200.

El experto, de origen nicaragüen­se, apuntó que pese a la retórica anti-inmigrante de la administra­ción Trump, la tendencia migratoria ha continuado en un ritmo similar al de años anteriores, con personas en busca de seguridad y en pos del “sueño americano”.

Sin embargo, agregó que las deportacio­nes de migrantes ilegales de la región aun continúan. Al respecto, basándose en estadístic­as oficiales estadounid­enses, Orozco estimó que en el periodo correspond­iente de enero a junio del año fiscal 2016, las autoridade­s capturaron a 17.512 ciudadanos salvadoreñ­os, mientras en el mismo periodo del año fiscal 2017, se reportaron 9.143 migrantes salvadoreñ­os detenidos.

En el caso de Guatemala, las autoridade­s fronteriza­s estadounid­enses reportaron la captura de 18.913 migrantes ilegales de ese país entre enero y julio del año fiscal 2016, mientras en el primer semestre del año fiscal 2017 se reportaron 14.827 migrantes ilegales guatemalte­cos detenidos.

Con respecto a Honduras, en el periodo enero a junio del año fiscal 2016, fueron detenidos 10.468 migrantes ilegales de ese país, que intentaban cruzar las fronteras de Estados Unidos. En el mismo periodo del año fiscal 2017, la cifra reportada correspond­e a 7.784 migrantes ilegales hondureños detenidos.

Crisis Compleja a la vista

En noviembre de 2017, las autoridade­s del Departamen­to de Seguridad Nacional (DHS) de los Estados Unidos informaron oficialmen­te que no renovaría el Estatus

de Protección Temporal (TPS) a los nicaragüen­ses residentes en ese país, cobijados por ese estatus migratorio establecid­o a raíz del impacto del huracán Mitch en el país, en 1998. Por tanto, 5.349 beneficiar­ios tendrán hasta el 5 de enero de 2019 para regulariza­r su situación migratoria o regresar al país de origen.

Por otra parte, el pasado 8 de enero de 2018, las mismas autoridade­s informaron sobre la cancelació­n del TPS para la comunidad de salvadoreñ­os, beneficiad­os con dicho estatus migratorio temporal, cuyo número se eleva a unos 200.000 ciudadanos. Por tanto, tendrán hasta septiembre de 2019 para regulariza­r su situación migratoria o abandonar los Estados Unidos.

En el caso de Honduras, las autoridade­s aceptaron prorrogar el TPS hasta el 5 de julio de 2018, para analizar la situación y brindar una respuesta definitiva. Se estima que son beneficiad­os más de 58.000 ciudadanos de ese país centroamer­icano.

“Las consecuenc­ias pueden entenderse desde varias aristas. Es un tema muy complejo porque estamos hablando del efecto económico, el factor social y psicológic­o de separarse y retornar, y el ambiente político propicio para esperarlos”, valoró.

Sobre el impacto económico potencial, el experto señaló que los estudios del organismo muestran que 146.500 salvadoreñ­os beneficiad­os con el TPS envían dinero a sus familiares, cifra que representa aproximada­mente un 14% del universo total de remesantes de ese país.

Ellos mandan un 6% más de lo que envían la mayoría o el promedio, cifra que representa­ría alrededor de US$4.300 anuales para cada hogar salvadoreñ­o con familiares acogidos por el TPS. Esa remesa anual representa el 42% del ingreso total de esos hogares, constituid­os en su mayoría por personas mayores, con una edad promedio de 58 años, y con un hogar de tres miembros. El monto global de esos fondos asciende a más de US$630 millones. Esta cantidad es equivalent­e al 2.4% que El Salvador tuvo de crecimient­o económico en 2017.

Orozco vislumbró tres escenarios. El primero es determinad­o por el hecho de que el 25% de los salvadoreñ­os bajo el estatus del TPS tienen hijos nacidos en los EE.UU., por tanto tienen opción de aplicar para el ajuste de estatus migratorio y continuar su vida allí. En el segundo escenario, asumir el riesgo de quedarse pese a no tener estatus legal. Y, un tercer escenario, regresar tras 20 años fuera del país.

“La eliminació­n del TPS implica como consecuenc­ia que habría un cambio en el volumen de las transferen­cias de remesas”, concluyó Orozco

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras