Velia Jaramillo
En los últimos días, la caravana de migrantes que proveniente de Honduras, atravesó Guatemala y ya avanza por el sur de México, puso frente a la mirada global la realidad de miles de centroamericanos que, sumidos en la pobreza, siguen viendo al Norte como la única opción de construir un mejor futuro.
Miles de migrantes, principalmente hondureños, pero también guatemaltecos, salvadoreños y nicaragüenses se han sumado a esta marcha que ha puesto en jaque a las autoridades migratorias mexicanas, y que levanta alertas en Washington. El mundo ha escuchado testimonios de hombres, mujeres y niños que denuncian pobreza y falta de oportunidades. En medio de la hostilidad oficial, la marcha migrante se nutrió del apoyo y solidaridad de las comunidades –primero guatemaltecas, y en los últimos días chiapanecaspor las que va transitando.
Conjuntamente, los presidentes de Guatemala y de Honduras anunciaron en los últimos días programas de retorno seguro y apoyos para la reinserción de los migrantes. Miles están abandonando la marcha, según datos oficiales, pero otros miles continuaban en el camino, en un fenómeno que acaparó la atención mediática mundial, y que está generando advertencias desde la Casa Blanca, que amenaza con suspender los programas de ayuda financiera que su gobierno brinda a los países del Triángulo Norte.
La caravana pone ante los ojos del mundo uno de los grandes flagelos del área: la pobreza. Un alto porcentaje de los 50,4 millones de personas que habitan Centroamérica son pobres. A la cabeza, Honduras, en donde un 68,9 % de personas viven por debajo de la línea de la pobreza, y Guatemala, con un altísimo 59,3 % de habitantes que no alcanzan a satisfacer sus necesidades básicas. Mucho más grave la pobreza extrema, que padecen un 44,2 % de los hondureños y también en niveles altos los guatemaltecos (23,4 % perciben un ingreso igual o inferior al costo de la Canasta Básica Alimentaria).
Son datos que presentamos en nuestra nota de Portada de esta edición, que explora las acciones de las empresas centroamericanas para combatir la pobreza entre sus colaboradores y apoyar con acciones de salud y educación a las comunidades de su entorno.
Programas como la Alianza de Empresas sin Pobreza Extrema que teje la red centroamericana de RSE, Integrarse, y que ya acompañan múltiples compañías de la región, o nuevas iniciativas como el Índice de Pobreza Multidimensional empresarial (IPME), lanzado en Costa Rica, buscan conocer las carencias y erradicar la pobreza extrema entre sus colaboradores.
Encontramos que organizaciones de RSE y las empresas de la región están abordando además la problemática migrante, apoyando la reinserción con programas de empleo y los emprendimientos de ciudadanos expulsados del sueño americano. Los retos para superar la pobreza y avanzar al desarrollo son enormes, pero las empresas están dispuestas a asumirlos y contribuir