Un paraíso turquesa
En medio del continente americano, Honduras se convierte en un destino seguro para los amantes del sol y la playa; la vida relajada, la música punta y los pies descalzos hundidos en la arena del mar.
En el sur del país, el Golfo de Fonseca recibe las aguas profundas del océano Pacífico. En las playas de arena negra de Punta Ratón, Coyolito o
San Lorenzo, por citar algunas, la diversión al aire libre se mezcla con los deliciosos platillos típicos de curiles (moluscos) y sopa de cangrejo. ¡Verdaderas delicias regionales! En el Litoral Atlántico, el más extenso, cerca de 700 km (434 millas aprox.) de blanca arena, seducen al viajero a tomar el sol y olvidarse de los problemas. Para los más osados de espíritu, los deportes acuáticos están siempre a disposición; parasailing, trolling y kayaking son siempre una tentación por realizar en el Caribe hondureño. Destinos como Omoa, Tela, La Ceiba y Puerto Cortés son verdaderos ejemplos que “en el mar la vida es más sabrosa.”
Unos cuantos kilómetros hacia mar adentro, el monumento natural marino, más importante de Honduras, de Cayos Cochinos, se refleja con sus dos grandes cayos y trece de menor tamaño. La inmensa belleza del segundo arrecife coralino más grande del planeta; el arrecife Mesoamericano, en este ecosistema marino casí infinito se encuentran las afamadas Islas de la Bahía.
Roatán, Utila y Guanaja representan el destino final para todos los amantes del buceo y el esnórquel, tres joyas del Caribe hondureño que forman un paraíso turquesa.