A NUESTROS AMIGOS
La paz es un tema recurrente en las palabras y enseñanzas de Jesús. «La paz os dejo, Mi paz os doy; Yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo» 1, dijo a Sus discípulos poco antes que afrontaran duras aflicciones y amarguras. Para mí ese es uno de los pasajes más reconfortantes del Evangelio. «Ve en paz, y queda sana » 2, le dijo a una mujer luego de curarla de su enfermedad. «Tened paz los unos con los otros» 3, exhortó en otra ocasión a Sus discípulos. También les enseñó que donde fueran bien recibidos dijeran: «Paz sea a esta casa » 4. Y en las postrimerías de Su misión en la Tierra explicó a Sus seguidores que les había enseñado muchas cosas «para que en Mí tengáis paz» 5.
Hay otros pasajes que, si bien no aluden directamente a la paz, me suscitan una sensación de confianza y tranquilidad. Uno de ellos es: «Considerad los lirios del campo, cómo crecen. Si la hierba del campo […] Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros?» En este turbulento mundo es un verdadero sosiego
6 saber que Dios vela por nosotros y que, aun cuando nos sentimos desprovistos de ayuda, estamos siempre en Sus ojos. Me imagino esos lirios danzando al viento, coloreando el paisaje, como en un cuadro de Monet, libres, acariciados por la mano de Dios.
Eso me lleva a pensar que una tranquila escena campestre tiene la virtud de serenarnos. De cuando en cuando nos viene bien cambiar el asfalto, el cemento y el acero por la tierra, la piedra y la arena. Será por eso que casi todos los días, a pesar de mi apretada agenda de trabajo y los plazos perentorios para terminar esta revista y otras publicaciones, salgo a dar un paseo en bicicleta buscando alguna escena rural, como una suerte de terapia.
Vivo en una zona suburbana en la que todavía quedan algunas parcelas no invadidas por el progreso. Paso siempre por una granja que sobrevive en medio de los complejos residenciales que se han tomado por asalto todo el vecindario, y me detengo un rato a mirar las cabras, los pavos, las vacas, los caballos. Mi esposa tomó una foto, para que se hagan una idea7.
Toda la obra del Creador inspira serenidad y nos refuerza la convicción de que Él se preocupa por nosotros. Él tuvo en mente nuestra paz y nuestro deleite cuando creó este hermoso mundo. Por eso, sea cual sea la preocupación que me asedie, siempre me tranquilizo al recordar estas palabras: «Considerad los lirios del campo…»
1. J uan 14: 27
2. Ma rcos 5: 34
3. M arcos 9: 50
4. L ucas 10: 5
5. J uan 16: 33
6. Ma teo 6: 28,30
7. V. foto de la parte superior