FRUTO A SU TIEMPO
Mientras mi hijo me hablaba por teléfono, se le quebró la voz.
— Mamá, no entiendo qué pasa —me dijo—. Acabo de mudar a mi familia para tomar un nuevo empleo, y ahora eso quedó en nada.
Hice lo que pude por animarlo; pero al cabo de unos minutos me di cuenta de que no lograba traspasar su muro de angustia.
Después de colgar, no lograba sacarme de la cabeza la situación de mi hijo. Finalmente paré lo que estaba haciendo para orar al respecto. Mi hijo y su mujer participan activamente en labores cristianas y son padres de familia jóvenes y responsables. Aunque yo sabía que él haría todo lo que estuviera a su alcance para mantener a su familia,
era consciente también de que por la crisis económica mundial le resultaría más difícil de lo habitual conseguir un buen empleo.
Mientras rezaba por él, recordé las primeras palabras del Salmo 1, y entendí que esos versículos eran la clave para mi hijo: «Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!»
1 «Dios es amor » y se relaciona con
2 nosotros amorosamente. Siempre procura acercarnos a Él. Aunque a veces permite que nos sobrevengan dificultades y contratiempos, si en nuestro corazón estamos en paz con Él, daremos fruto en el tiempo
señalado, al igual que esos árboles plantados a la orilla del río.
Veamos el ciclo de un frutal. A veces está aletargado, se le caen todas las hojas y da la impresión de haberse muerto. Sin embargo, en otras épocas da abundante fruta.
También nosotros pasamos por ciclos. Hay momentos en que estamos en gran forma y nada podría marchar mejor. Pero hay veces en que la situación da un vuelco y nos cuesta mantener una actitud positiva. En tales casos me gusta meditar sobre una de mis promesas preferidas de la Palabra de Dios: «No pierdan la confianza, porque esta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que Él ha prometido» 3.
No veía la hora de llamar a mi hijo y contarle lo que había estado pensando. Oramos juntos para
1. Salmo 1:1–3 ( NVI)
2. 1 Juan 4: 8
3. Hebreos 10: 35,36 ( NVI)
que se librara del abatimiento y la preocupación.
Mi hijo y su esposa resolvieron orar todos los días para que él encontrara empleo. Mientras tanto él aceptó todos los trabajos temporales que le ofrecieron. A los seis meses consiguió un buen puesto en una empresa de electrónica, y al cabo de un año lo ascendieron a vicepresidente de la misma.
Si bien se topó con algunos obstáculos de consideración, Dios lo sacó adelante. Aunque tiene mucho trabajo y se siente bastante exigido, no deja de dar prioridad a su comunión con el Señor y la lectura de Su Palabra, pues sabe que esa es la clave de la felicidad y el éxito.