EL FRUTO IMPERTURBABLE: LA PAZ
«El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio. Contra estas cosas no hay ley» 1.
Jesús nos promete paz. «La paz os dejo, Mi paz os doy; Yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo» 2. Así como Jesús calmó el mar tempestuoso cuando Sus discípulos pensaban que la barca se iba a hundir y que se ahogarían3, también es capaz de calmar las tempestades de la vida y darnos paz interior. La cuestión es acudir a Él ante el primer indicio de apuro. Como dijo Pablo: «No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones
a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús» 4.
El rey David conocía ese principio y lo practicó en los Salmos. En muchos de ellos — que son, de hecho, oraciones— empieza por exponer una a una sus dificultades a Dios. A continuación, inevitablemente acuden a su memoria la bondad y el poder divinos, lo cual sosiega su mente y su corazón, y eso a su vez lo ayuda a no cejar en su fe hasta que se den las circunstancias óptimas para que Dios lo ayude a superar sus problemas.
1. G álatas 5: 22,23 ( NVI)
2. Ju an 14: 27
3. V. Marcos 4: 35– 41
4. Fili penses 4: 6,7 ( NVI)