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EDDY Y EL ARO

- Dina Ellens Dina Ellens vive en Java Occidental ( Indonesia), donde se dedica a labores voluntaria­s.

A veces los mayores héroes son seres anónimos, de los que nadie habla, que andan por la vida con callada valentía y dejan una marca indeleble. Eddy es uno de ellos.

Cada sábado por la mañana trabajo como voluntaria en el pabellón infantil de un centro oncológico. Enseño inglés al personal, a los pacientes y a sus padres. Siempre procuro que sea entretenid­o, y en las clases incluyo animadas canciones y juegos para que lo pasen bien y se olviden de sus dolores, aunque sea por un rato. Eddy siempre presta mucha atención. El brillo de sus ojos denota el interés que pone.

La semana pasada, antes de la clase trajeron a Eddy en su silla de ruedas como de costumbre. Estaba tan feliz, y cantaba y participab­a en los juegos con tanto entusiasmo, que no me fijé en el vendaje nuevo que tenía en el muñón de su pierna derecha. Es más, no lo noté hasta que una enfermera me dijo que Eddy acababa de volver del hospital, donde le habían amputado otros 10 centímetro­s.

— Los médicos tienen la esperanza de haber erradicado todo el cáncer esta vez —me explicó.

Lo observé mientras se desplazaba en su silla e interactua­ba alegrement­e con los demás niños y con su madre. Me quedé maravillad­a de su fortaleza de espíritu. Tiene apenas 12 años. Sus padres son campesinos de una aldea cercana. Quieren entrañable­mente a su hijo y le dan muchísimo cariño y apoyo emocional. De ahí que se repusiera de la segunda amputación con tanto coraje y una actitud tan positiva.

Cuando regresé a casa noté que me faltaba uno de los aretes de plata que me había puesto ese día. Me desanimé un poco, pensando: «Hago esto como una buena acción, para llevar alegría a los pacientes con cáncer, ¡y encima me pasa esto!» Busqué en mi cuarto, luego en toda la casa y en el acceso desde la calle. Nada, no aparecía.

Después me sentí mal de haberme quejado. Me pareció oír una voz que me decía: «Tú hoy perdiste tu aro preferido. Eddy perdió 10 centímetro­s de su pierna ».

Según la Biblia, en el reino de Dios nada se pierde. Un día todo se restablece­rá, y Dios enjugará todas nuestras lágrimas1. Mientras tanto estoy segura de que la serena valentía y el aguante de Eddy aquí en la Tierra motivarán a otros a apreciar todo lo bueno que tienen.

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