TÚ, YO Y LOS CAMBIOS
Los cambios asustan. Hasta los mejores cambios tienen sus bemoles o efectos negativos. Y aun los peores esconden generalmente algún beneficio. En todo caso, a pesar de que intelectualmente entiendo ese principio, a veces resulta difícil creerlo de corazón.
Independientemente de cuál sea tu postura con relación a los cambios, la realidad es que son inevitables. Te metas donde te metas, los cambios te encontrarán. A mí me encanta lo habitual y previsible. No obstante, reconozco que las experiencias más valiosas y gratificantes que he tenido han sido consecuencia de grandes vuelcos. Por ejemplo, la excelencia que he alcanzado en una nueva actividad: fue el resultado de un cambio drástico. Mi matrimonio, que ha sido estable y dichoso: es consecuencia de un cambio importante, aparte de los ajustes y adaptaciones constantes que debemos hacer. La alegría de criar hijos: también se deriva de un cambio. Las amistades profundas: se suelen forjar a raíz de cambios. Mi estilo de vida saludable: admito que se debe a que mudé de hábitos.
La verdad es que mi existencia sería terrible si nunca hubiera cambiado o si dejara de cambiar: posibilidades no concretadas, pasiones no materializadas, talentos no descubiertos, verdades ignoradas.
A continuación te paso algunos consejos y trucos para lidiar con los cambios y las situaciones extrañas: Enfocándola de otra manera, el panorama puede ser muy distinto. A veces ese nuevo enfoque se logra hablando con alguien que tiene un punto de vista más amplio; en otros casos, investigando e informándome mejor; o esperando antes de adoptar una postura, y manteniendo una actitud abierta ante lo que suceda.
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Cambia por gusto: En lugar de permitir que los cambios sean elementos extraños de los que me escondo, a los que me resisto hasta que terminan arrastrándome, puedo más bien buscarlos. Así como un maratonista, para mantenerse en forma, entrena constantemente y mejora su desempeño, yo puedo prepararme para los cambios haciendo cambios todos los días. Pueden ser cambios pequeños como probar una receta, una rutina de ejercicios o un restaurante; o alteraciones más importantes como cultivar un nuevo pasatiempo, tipo de trabajo o amistad.
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Ten presente lo que nunca cambia: «Yo, el Señor, no cambio» 1. Aunque todo lo demás cambie, ya sea para bien o para mal, en la esfera que tú controlas o fuera de ella, la soberanía divina permanece inalterable. Las épocas de cambios e incertidumbres pueden fortalecer nuestra fe y confianza en el amor, los cuidados y la providencia divina, y eso es muy beneficioso.