MI VIDA BAJO LA LENTE DE 1 CORINTIOS 13
Hoy leí 1 Corintios 13 y medité acerca de la aplicación práctica de esos versículos. Anoté mis reflexiones y espero que sean una fuente de inspiración para ti1.
Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe.
1. Los pasajes son de la versión Reina
Valera 1995
2. 2 Corintios 1: 4
3. Romanos 5: 8 4.
1 Pedro 4: 8 ( NTV)
5. V. Juan 15: 5
Hace poco me embarqué nuevamente en la tarea de aprender otro idioma. Me propuse practicarlo un poco varios días a la semana y estoy haciendo progresos. De todos modos me queda un largo, larguísimo trecho que recorrer para llegar a hablarlo cómodamente, con fluidez. Pues bien, yo diría que si fuera capaz de hablar todas las lenguas humanas y angélicas, me sentiría bastante satisfecho. Hasta me daría dos o tres palmaditas en la espalda. Ante ese pensamiento, el versículo adquirió mucho más sentido para mí. Entendí la tremenda importancia que tiene el amor, por encima de cualquier logro.
Y si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy.
Me encanta escuchar las palabras que Jesús me dirige a mí personalmente cuando necesito guía. Además, disfruto un montón de esa sensación de que he presenciado un milagro y mi fe ha crecido, con lo que la siguiente vez tendré más confianza en que Dios se encargará de la situación. Así y todo, entiendo que intrínsecamente aparejado a esos dones está el gran amor de Dios, que es el origen de todo lo demás.
Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
Yo formo parte de Helping Hand, una obra misionera de beneficencia muy activa en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Distribuimos muchos artículos a los pobres, y a veces cuando es de madrugada o tarde por la noche el trabajo me agobia un poco. Ese versículo me recordó que nuestra motivación es exclusivamente el amor, el inagotable amor de Cristo que «nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación» 2. Ese es el combustible que nos mantiene en marcha.
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Ese pasaje habla por sí solo. No soy ningún modelo de persona sufrida, benigna y que se comporta siempre bien. Tampoco me considero un tipo altruista, poco irritable, que siempre centra la atención en la verdad y todo lo soporta. A veces, francamente, soy todo lo contrario.
No obstante, un pensamiento muy poderoso que conviene recordar es que el amor depura incluso lo que no es amoroso. «Siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» 3. «El amor cubre gran cantidad de pecados» 4. Así pues, por más que seguiré esforzándome por amar de la manera que se describe en esos versículos, sé que aun cuando no lo haga, Jesús lo hará. Él es amor, el ejemplo más auténtico de amor que el mundo ha conocido. Y si permanezco cerca de Él, Su amor se me contagiará más y más5.
El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, cesarán las lenguas y el conocimiento se acabará. En parte conocemos y en parte profetizamos; pero cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.
Es muy cierto que el amor es lo más fácil de entender. Hasta una criatura lo entiende. En realidad, para nosotros es fundamental y prioritario, ya que todas esas otras cosas se basan en el amor, crecen a partir del amor a Dios y el amor al prójimo.
Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; pero cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido.
Cuando llegue al Cielo sé que me asombraré al ver las consecuencias de los pequeños gestos de amor que hice en este mundo. Seguro que desearé haber hecho más, pero la maravilla de ver que los efectos se propagaron mucho más allá de mi región, trabajo y vida es algo que definitivamente aguardo con ilusión.
Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
¿Cuántas canciones, libros, poemas y cartas se han escrito acerca del amor? ¡Muchísimos! Sin embargo, hay un acto que para siempre personificará el amor, el amor humilde, clemente y eterno de Dios manifestado voluntariamente en la muerte espantosa, durísima e injusta que padeció Jesús a fin de que nosotros jamás tuviéramos que conocer un desenlace sin amor. Se nos hizo herederos del Cielo por la fe, y ese es el fundamento de nuestra esperanza: Su amor inagotable. Chris Mizrany es diseñador de páginas web, fotógrafo y misionero. Colabora con la fundación Helping Hand en Ciudad del Cabo, Sudáfrica.