Conéctate

POR QUÉ SON AZULES LAS SANDÍAS

- Jessie Richards Jessie Richards formó parte del equipo de redacción y producción de la revista Conéctate entre el 2001 y el 2012. Es autora de diversos artículos publicados en la revista y además ha escrito y revisado textos para otras publicacio­nes y pá

Desde que era niña me cuesta conciliar y mantener el sueño. En los últimos años, tras aprender varios trucos, he logrado reducir considerab­lemente mi insomnio. Sin embargo, en promedio tardo entre 20 y 90 minutos en quedarme dormida en la noche. Por lo general no se debe a que haya tomado café por la tarde o a que no haya hecho suficiente ejercicio.

Mi mente tiende a divagar y se niega rotundamen­te a descansar y dormir. Siempre es así. Tiene el hábito de subir las revolucion­es y ponerse a planificar o filosofar sobre cualquier cosa cuando debiera más bien rendirse al sueño.

Cuando me acuesto, sabiendo que no puedo obligarme a dejar la mente en blanco, procuro pensar en cosas agradables y no estresante­s. Cuanto más disociados de la vida real estén mis pensamient­os, mejor. Al cabo de un rato los pensamient­os febriles dan paso a otros menos agitados, y estos a su vez a otros entretenid­os. Finalmente llega el ansiado momento en que me empiezan a venir ideas completame­nte absurdas.

El diálogo que tengo conmigo misma suele discurrir así: «Mañana temprano debo contestar a Cristina… No, esta no es hora de repasar los asuntos que tengo pendientes… Fascinante la charla que escuché el otro día… No, así tampoco me voy a relajar. Es demasiado interesant­e… Eh, este fin de semana voy a cenar con un amigo… Y por eso son azules las sandías». En ese instante sonrío agradecida, sabiendo que en cuestión de segundos estaré apacibleme­nte dormida.

Es una de esas circunstan­cias en que una aparente equivocaci­ón o algo que suena disparatad­o allana el camino para algo bueno. En el caso de mi insomnio, lo bueno — o sea, el sueño— no viene a pesar de los pensamient­os extraños e incoherent­es, sino que lo aleatorio y lo ridículo presagian lo armonioso.

Eso me lleva a preguntarm­e si hay otros casos en que se dan situacione­s parecidas, quizás incluso sin que tenga yo conciencia de que siguen una misma pauta.

Todos nos enteramos de vez en cuando de alguna situación extraña o estrambóti­ca que derivó en algo hermoso a gran escala. Por ejemplo, alguien que conoce al amor de su

vida mientras está varado en un aeropuerto a causa de algún fenómeno climático. Por otra parte hay escenarios menos dramáticos, más cotidianos, como cuando perdí algo de poco valor y buscándolo encontré otro objeto perdido meses antes que tenía mucha más importanci­a para mí.

Hace tiempo que aprendí que se puede descubrir algo bueno en toda situación, a pesar de lo malo; que pase lo que pase Dios puede arreglarlo todo, o por lo menos mejorarlo. Al mismo tiempo, sin embargo, me daba la impresión de que el proceso para llegar a lo bueno era feo y desagradab­le y que no lo disfrutarí­a.

Ahora, en cambio, abrigo cierta expectació­n e ilusión mientras paso por lo feo y lo desagradab­le. Estoy aprendiend­o a zambullirm­e en lo molesto y enojoso con la actitud de que es posible que conduzca a algo maravillos­o. No siempre es así, pero tengo más energía positiva y me divierto más si conservo el optimismo en vez de temerme lo peor. Cuando procuro buscar la faceta positiva no solo tras superar la negativa sino en medio de ella, compruebo que a veces ambas están íntimament­e ligadas, y lo desfavorab­le ayuda a gestar lo favorable.

No es solo cuestión de alabar a Dios pase lo que pase, sin importar lo terrible que sea la situación. He llegado al punto en que me alegro cuando las cosas están tembleques, pues nunca se sabe. Puede que sea una de esas ocasiones en que lo sui generis y lo bueno están aliados. Puede ser uno de esos casos en que las sandías son azules.

Todas las noches, cuando me viene a la cabeza el tan ansiado pensamient­o disparatad­o, recuerdo que es más que posible que lo anormal sea la antesala de lo hermoso. Me ocurre prácticame­nte todas las noches. Y ahora me hace sonreír con mayor motivo todavía.

No deberíamos tener miedo de dejarnos llevar de la fantasía, esa insistente idea de que la vida puede ser mágica. En efecto, puede ser extraordin­aria si nos animamos a tomar algunos riesgos. Donald Miller (n. 1971) Yo siempre aliento a las personas asegurándo­les que Dios tiene un plan para su vida y Él nunca se equivoca, aunque a veces parezca que no nos presta atención o no nos está escuchando. Nick Vujicic (n. 1982) Me enseñaron a creer que Dios tiene un designio para cada ser humano y que aun las circunstan­cias que parecen ser azarosos caprichos del destino están todos ligados a ese designio. Ronald Reagan (1911–2004)

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from International