ALIVIO PARA EL ESTRES
Los productos y las terapias para tratar el estrés constituyen actualmente un negocio multimillonario. Han surgido ejércitos de especialistas que ofrecen los más variados consejos. Hay quienes afirman que la clave está en un mejor manejo del tiempo: reducir el estrés aprendiendo a hacer malabarismos para cumplir con todas nuestras obligaciones. Otros sostienen que la clave está en la paciencia: ser ambicioso, pero fijarse metas menos intimidantes a corto y mediano plazo. Otros nos aconsejan replantearnos nuestro orden de prioridades, poniendo el acento en la calidad de vida y concentrándonos en lo que más importa. Otros más ofrecen una solución de corte espiritual: aliviar el estrés por medio del yoga, la meditación y distintas disciplinas. ¿ A quién debemos hacer caso?
El dilema me recuerda la fábula de los cinco ciegos a los que se les pidió que describieran a un elefante. Cada uno palpó una parte distinta del animal y después emitió su juicio. El que tomó al paquidermo por la cola dijo: — El elefante tiene forma de soga. Otro, que lo había agarrado por una pata, declaró:
— Nada que ver; el elefante es como un árbol.
El tercero le palpó el costado y exclamó:
—¡Qué va! Para mí que el elefante es como un muro — aseguró.
Otro lo agarró por la trompa y afirmó:
—¡De ninguna manera! El elefante se parece a una serpiente.
Y el último deslizó su mano por una de las orejas del animal y anunció:
— No, señores, el elefante es semejante a una hoja gigante.
Resultó que todos tenían algo de razón, pero ninguno acertó del todo.
Cuando de nuestra vida se trata, el único que tiene una visión global es Dios. Él sabe exactamente qué necesita cada uno de nosotros para lidiar con el estrés y salvar los obstáculos que inevitablemente afrontaremos en la vida. Y eso no es todo: Quiere además acompañarnos en todas esas vicisitudes para enseñarnos día a día los pasos que podemos dar para remontarlas.
Él quiere hacer eso por nosotros y prodigarnos Su amor. Lo único que nos pide es que acudamos a Él, le expresemos nuestras carencias y le agradezcamos Su ayuda. «La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» 1.