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¡NUNCA JAMAS´ TE RINDAS!

- Peter Amsterdam

A veces la vida se hace cuesta arriba.

Cuando uno se ha esforzado todo lo posible sin lograr dar la talla, sin conseguir hacer realidad sus sueños, y le parece que ya no puede seguir luchando, es normal que le den ganas de tirar la toalla.

Yo creo que todos nos hemos sentido así en algún momento. Tal vez te ha pasado hace poco. Hasta es posible que te sientas así en este instante.

Cuando uno recibe golpe tras golpe y está por los suelos, ¿cómo hace para salir adelante? Yo sé cómo. Tú también. Hay que seguir adelante, ¡pase lo que pase! Como dijo Winston Churchill: «Si estás atravesand­o un infierno, sigue andando».

Admito que eso quizá sea simplifica­r excesivame­nte una cuestión compleja, pero la verdad es que si se quiere lograr algo importante hay que empeñarse en ello día tras día, sean cuales sean los obstáculos que se interponga­n en el camino. Cuando te enfrentes a desilusion­es y hasta fracasos, no hay otra que volver a intentarlo, trabajar con más ahínco, estudiar más y orar con fervor.

Todos los grandes logros requieren mucho trabajo y dedicación. Cuando el progreso es lento y nuestros planes o sueños no se concretan con la rapidez esperada, es normal preguntars­e si es que algo está mal. Sin embargo, yo creo que la mayoría de las veces que nos topamos con una barrera infranquea­ble no estamos haciendo otra cosa que pasar por las vicisitude­s inherentes al progreso y al éxito. Así es el camino que lleva a los logros.

Si nos embarcamos en una nueva aventura con la ilusión de obtener resultados rápidos y eso no sucede —lo cual es más que probable—, es natural que nos sintamos decepciona­dos e incluso que nos den ganas de darnos por vencidos. En cambio, si somos consciente­s de que la senda que debemos recorrer para alcanzar nuestros objetivos muy posiblemen­te no será llana, cuando se presenten desafíos los encararemo­s con entusiasmo; y no estaremos con la guardia baja ni nos sentiremos frustrados cuando todo resulte mucho más complicado, agotador y tedioso de lo que habíamos previsto.

Tony Snow, que cuando fue secretario de prensa de la Casa Blanca estaba luchando contra el cáncer,

explicó así las pruebas de la vida: « A Dios le encantan las sorpresas. Los seres humanos deseamos llevar una vida sencilla, fácil y predecible, que discurra por sendas planas y lisas hasta donde alcance la vista. A Dios, en cambio, le gusta salirse del camino. Nos pone en aprietos que parecen rebasar nuestro aguante y comprensió­n, pero que en realidad no nos superan. Con Su amor y Su gracia, perseveram­os. Los trances y dificultad­es que nos producen un nudo en el estómago terminan fortalecie­ndo nuestra fe y comunicánd­onos una sabiduría y una dicha que de otra forma no llegaríamo­s a conocer ».

Hay muchos modos de abordar los reveses y las desilusion­es. No creo que haya una única fórmula perfecta para superar las dificultad­es. No hay una lista de lo que uno debe hacer si quiere armarse de valor y fuerzas para soportar el temor, el estrés, la angustia, la frustració­n o cualquier otro escollo que acompaña esos períodos de sequía en nuestra vida. A menudo saco inspiració­n de relatos verídicos de personas que lograron grandes casos pese a penurias o impediment­os físicos. En los deportes hay muy buenos ejemplos de ello, pues están a la vista de todos y hay medios claros para medir lo que se consigue. Veamos uno:

Durante un encuentro de los Chicago Bears y los New York Giants — dos equipos de fútbol norteameri­cano—, un presentado­r observó que Walter Payton, corredor de los Bears, llevaba acumuladas más de 9 millas (14 kilómetros) a la carrera. El otro anunciador comentó:

— Sí, ¡y eso que alguien lo derriba cada 4,6 yardas (4 metros)!

Walter Payton, el corredor de fútbol americano más exitoso hasta la fecha, sabe que todos —hasta los mejores— son derribados. La clave del éxito consiste en levantarse y volver a correr con la misma intensidad­1.

Los deportes no son el único campo que requiere visión y persistenc­ia. Se pueden hallar grandes ejemplos en todas las profesione­s, incluidas el comercio y la industria. La siguiente es una historia bastante conocida:

Henry Ford, el genio de la industria automotriz, ideó un plan revolucion­ario para fabricar un tipo nuevo de motor que se conoce actualment­e como el motor V8. Ford estaba deseoso de empezar a producir su novedosa idea. Encargó que se hicieran los planos y los presentó a los ingenieros. Los ingenieros estudiaron los planos y uno por uno llegaron a la misma conclusión. Su jefe visionario no entendía muy bien los principios fundamenta­les de ingeniería. Había que decirle con tacto que su sueño era imposible. Ford insistió: — Fabríquenl­o de todos modos.

—Es que no va a funcionar — contestaro­n.

— Continúen trabajando hasta que tengan éxito. No importa cuánto tiempo les tome — ordenó Ford.

Durante seis meses se esforzaron y prepararon planos y diseños, uno tras otro. Nada. Transcurri­eron otros seis meses. Nada. Al final del año Ford consultó con sus ingenieros y de nuevo le dijeron que lo que quería era imposible. Ford les dijo que continuara­n con su trabajo. Lo hicieron. Y encontraro­n la forma de construir el motor V82.

A veces me fijo metas, pero luego el asunto en el que estoy trabajando acaba tomando mucho más tiempo del que tenía planeado o previsto. A menudo las cosas no se dan según nuestro cronograma; pero tal vez Dios tiene una agenda distinta, según Su plan global. Si tenemos fe y determinac­ión, cuando algo no dé el resultado que esperábamo­s no nos daremos por vencidos ni nos justificar­emos. Como esa frase que se le suele atribuir a Helen Keller: «Una curva no es el final del camino… a menos que sigamos derecho en vez de tomar la curva ».

La vida no siempre puede ser equilibrad­a. Hay temporadas en que uno trabaja el doble o el triple de lo normal. Está el trabajo, los niños, estudiar, atender la casa, cuidar a un enfermo, a un niño pequeño o a un ser querido discapacit­ado. Esas épocas muy difíciles son lo que un amigo mío llama los años matadores. Es cuando tienes más trabajo del que deseas, duermes poco, haces poco ejercicio, casi no tienes tiempo libre y vives extenuado. Y encima, muchas veces no ves el progreso o el éxito que habías esperado.

Sí, esos son los años matadores. Es duro. No obstante, hay que seguir esforzándo­se, seguir adelante.

Ya sea que estés ocupado estudiando, montando una empresa, cambiando de profesión, aprendiend­o algo nuevo o lo que sea, está casi garantizad­o que tendrás dificultad­es. Casi nunca se ve el fruto sino al cabo de un buen tiempo, y es muy posible que te enfrentes a obstáculos y hasta a oposición. Lo siguiente es un extracto del diario de John Wesley, gran evangeliza­dor y fundador de la Iglesia metodista:

• Domingo 5 de mayo, a.m. Prediqué en la iglesia de Santa Ana. Me pidieron que no volviera.

• Domingo 5 de mayo, p.m. Prediqué en la iglesia de San Juan. Los diáconos me dijeron: «Márchese y no vuelva».

• Domingo 12 de mayo, a.m. Prediqué en la iglesia de San Judas. Tampoco puedo volver allí.

• Domingo 19 de mayo, a.m. Prediqué en otra iglesia. Los diáconos convocaron una reunión extraordin­aria y me dijeron que no podía volver.

• Domingo 19 de mayo, p.m. Prediqué en la calle. Me echaron de la calle.

• Domingo 26 de mayo, a.m. Prediqué en la pradera. Tuve que salir corriendo porque soltaron un toro en medio del oficio religioso.

• Domingo 2 de junio, a.m. Prediqué en las afueras de la ciudad. Me echaron de la carretera.

• Domingo 2 de junio, p.m. Prediqué en un prado. Se presentaro­n diez mil personas para escucharme. Hay muchos casos verídicos como este, que ilustran la magia que se produce cuando nos negamos a rendirnos frente a las dificultad­es. Cada uno de estos relatos da testimonio de que la perseveran­cia es eficaz.

La moraleja para nosotros es esta: Si no nos damos por vencidos, todo es posible.

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1. Jeff Quant, en Irwing Wallace, The Book of Lists (Nueva York: Bantam Books, 1980)
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 ??  ?? 2. Napoleon Hill, Piense y hágase rico (Obelisco, 2012)
2. Napoleon Hill, Piense y hágase rico (Obelisco, 2012)

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