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ENTRE VIENTOS

- Paul Valour es danés. Ha llevado a cabo un voluntaria­do cristiano la mayor parte de su vida. Actualment­e vive Italia. Paul Valour

Espera en el Señor. Esfuérzate y aliéntese tu corazón. ¡Sí, espera en el Señor! Salmo 27:14

El otro día mi esposa y yo nos dimos un paseo por la zona que bordea un amplio lago que ofrece un bellísimo paisaje. Contempláb­amos las escarpadas montañas que lo flanqueaba­n por ambos costados, el río que le entregaba su caudal de agua dulce, las aves que se lanzaban en picada sobre las olas, las tonalidade­s siempre cambiantes y el reflejo del sol que sobre la superficie se deshacía en destellos dorados. El vasto lago y las montañas adyacentes ofrecen un clima singularme­nte grato y resguardad­o.

Siempre me ha encantado la navegación a vela, por lo que me puse a pensar que los pocos veleros que se deslizaban con extrema lentitud sobre aquellas aguas eran producto de un fenómeno particular de esa ubicación geográfica. Por las mañanas la brisa suele descender del norte y en las horas de la tarde aumenta en intensidad e invierte su dirección procedente del sur. En ese momento era mediodía, entre vientos, razón por la cual los botes permanecía­n quietos a la espera de que los vientos cambiaran.

De repente se me ocurrió que en la vida hay momentos en que navegamos entre vientos.

Estoy seguro de que el Señor se complace cuando le preguntamo­s: «¿Qué deseas que haga?» y oramos para pedirle que nos revele Sus planes. No obstante, hay momentos en que nos sentimos inmoviliza­dos, como el verso de aquel poema: «Yo anhelaba servir al Maestro, pero ay, fui dejada a un lado…» Es entonces cuando nos 1 correspond­e esperar a que el viento arrecie, infle nuestra pequeña vela y ponga nuestra nave otra vez en movimiento.

Cuando nos encontremo­s entre vientos podemos continuar apuntando a las estrellas, soñando en grande y poniéndole corazón a las tareas que nos encomiende, sean cuales sean. No obstante, es inútil ponernos a soplar para inflar nuestra propia vela. De Dios depende enviarnos viento con la fuerza que Él quiere y en el momento en que lo disponga. Podemos confiar en que Él sabe lo que más nos conviene.

1. Virginia Brandt Berg (1886–1968). En el siguiente vínculo el lector podrá informarse más sobre la vida y ministerio de esta destacada evangeliza­dora: https://virginiabr­andtberg.com/index.html.

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