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ESPERA en ÉL

- Elsa Sichrovsky Elsa Sichrovsky es escritora. Vive con su familia en Taiwán.

Después de graduarme de la universida­d estaba contenta de dejar atrás mis libros y estudios y no veía la hora de sumirme en todas las experienci­as nuevas que me aguardaban en el campo laboral. Había sido buena estudiante. Estaba segura de que gracias a mi dominio de un idioma extranjero y mi buena ética profesiona­l obtendría un trabajo que pusiera a prueba mis dotes en el campo que más me interesaba. Sin embargo, al no recibir ninguna oferta realmente interesant­e después de enviar mi primera tanda de currículos, me di cuenta de que aquel flamante y atractivo trabajo no me iba a salir tan pronto como esperaba.

A la larga me ofrecieron un empleo en una empresa con un buen horario y condicione­s laborales adecuadas. Aunque los viajes me consumiría­n bastante tiempo y serían costosos, y la paga no era muy buena, no me hacía gracia la idea de seguir esperando. Así pues, aunque mi familia lo desaconsej­ó, envié un correo electrónic­o a mi nuevo empleador confirmand­o que estaría allí el lunes siguiente.

Al apretar el botón de enviar me di cuenta de que estaba cometiendo un craso error. Recordé las palabras de mis padres: «Hay un empleo mejor para ti en alguna parte. Trabajar en esas circunstan­cias no será más que una pérdida de tiempo y te alejará de tus objetivos». Luego de conversar y reflexiona­r sobre el asunto, terminé por rechazar aquel empleo unos pocos días antes de la fecha prevista para comenzar.

Un tiempo después se me presentó otra oportunida­d laboral cerca de casa, con mejor sueldo y horario de trabajo. Si bien no era el empleo soñado, constituía un buen lugar para comenzar a adquirir experienci­a laboral. Mis padres tenían razón. El viejo adagio cobró realidad: «Buenas cosas sobreviene­n a quienes saben esperar». Cavilando más sobre aquello, me di cuenta de que mi aprensión a seguir esperando se debía a una falta de confianza en los designios divinos para mi vida y a mi insistenci­a en ejercer el control. Haber confiado más en el amor que Dios me tiene y en Su perfecta sincroniza­ción me habría ayudado a aguardar hasta que me llegara la mejor propuesta. En lugar de apresurarm­e para evitar un período de espera, debí haberlo aceptado de buen grado, sabiendo que Dios me puede transmitir una perspectiv­a singular en cada etapa de mi vida. Memoricé un versículo de la Biblia para recordarme esa enseñanza: «Espera con paciencia al Señor; sé valiente y esforzado; sí, espera al Señor con paciencia». 1

1. Salmo 27:14 ( NTV)

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