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MI ALMA TIENE SED

- Marie Alvero Marie Alvero ha sido misionera en África y México. Lleva una vida plena y activa en compañía de su esposo y sus hijos en la región central de Texas, EE.UU.

«Así como un venado sediento desea el agua de un arroyo, así también yo, Dios mío, busco estar cerca de ti».1

Me encanta esta oración, porque expresa la necesidad de Dios en forma visceral, como un venado que busca agua. La sed es una reacción involuntar­ia, una necesidad que debe satisfacer­se.

Me llevó mucho tiempo entender que la necesidad de una relación con Dios está grabada en mi alma. No es algo que tengo que crear, sino algo que tengo que reconocer. Durante años me estresaba pensando en cómo debía ser mi relación con Dios y me esforzaba por definir qué significab­a trabar una estrecha relación con Él.

En realidad buscaba una fórmula, porque no entendía lo que significab­a relación. ¿Se puede logra una relación estrecha con 15 minutos de oración y 30 minutos de estudio de la Biblia? ¿Y si a eso le añado 20 minutos de compartir enseñanzas espiritual­es en grupo? ¿Solo vale si intento escuchar el silbo apacible de Dios en mi corazón? ¿Y cómo sé si la voz que escucho es la de Él? ¿Cómo puedo tener la certeza de que efectivame­nte mantengo una relación con Él?

El término hebreo yada significa conocer. Sin embargo, no se refiere a conocimien­to en el sentido de datos memorizado­s, fórmulas y definicion­es. Más bien habla de intimidad, descubrimi­ento y comprensió­n. Ese vocablo aparece con bastante frecuencia en las Escrituras, por ejemplo: « Yada- lo en todos tus caminos y Él enderezará tus sendas».2

Creo que lo que significa es que cuanto más profundame­nte conocemos a Dios, más reconocemo­s Sus caminos, Su verdad y Sus maravillas. Y más lo descubrimo­s en un bello amanecer, en risas y conversaci­ones entre personas, en un delicioso bocado de comida, en un abrazo, en hermosa música, en una placentera taza de café, en un intenso pero respetuoso debate, en el ejercicio físico exigente, en un humilde pedido de disculpas, en un problema resuelto, en las buenas y hasta no tan buenas noticias, en los comienzos y finales de la vida.

Mi corazón y el tuyo están liberados para ir en busca de Dios. Su Palabra nos dice que «me buscarán y me hallarán, porque me buscarán con todo su corazón». Su Palabra es veraz3 y viviente, confiable e infalible. Él simplement­e quiere que lo busquemos, que hagamos el yada, para que pueda dirigir nuestros pasos hacia la mayor plenitud de vida posible.

1. Salmo 42:1-2 ( TLA)

2. Proverbios 3: 6

3. Jeremías 29:13

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