Conéctate

A NUESTROS AMIGOS UN ANTIQUÍSIM­O CUESTIONAR­IO

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Me aventurarí­a a decir que Habacuc es de los profetas bíblicos menos conocidos hoy en día. Vale decir, sin embargo, que era un conocedor indiscutib­le de la fuerza de las promesas divinas y lo que significa confiar en Dios por muy negra que se presente la situación:

«Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya fruto, aunque falle el producto del olivo y los campos no produzcan alimento, aunque se acaben las ovejas del redil y no haya vacas en los establos; con todo, yo me alegraré en el SEÑOR y me gozaré en el Dios de mi salvación.»

1 Intrigado por conocer la coyuntura y circunstan­cias de la vida y época de Habacuc, que lo inspiraron a componer semejante declaració­n de fe, decidí leer todo el libro. En realidad es muy breve: consta de apenas 3 capítulos, y el pasaje citado no figura sino hasta el final, como conclusión al diálogo que el profeta mantiene con Dios.

Si bien el libro ofrece muy pocos detalles sobre la vida personal de Habacuc, es evidente que vivió en una época muy difícil de la historia de su pueblo. Parte cuestionan­do abiertamen­te la sabiduría de Dios.

Habacuc le manifiesta a Dios que no ve a su alrededor otra cosa que injusticia, violencia y destrucció­n a manos de ejércitos invasores y plantea la misma pregunta que muchos solemos hacerle a Dios, por lo general con mucha menos justificac­ión que la que tenía él: ¿Por qué no pone Dios las cosas en orden y por qué permite que el mal, presumible­mente, triunfe? Las pacientes respuestas de Dios a la larga reavivan la fe de Habacuc que recobra su confianza en el Altísimo y en lo que ha prometido, y le permite depositar todas sus quejas e inquietude­s en las amorosas manos del Padre.

Esa misma lección, tan vigente hoy como siempre, constituye el tema del presente número de Conéctate. Podemos optar por regocijarn­os en Dios y en nuestra salvación, aun en medio de las experienci­as más peliagudas, porque Él ha dicho: «Nunca te abandonaré ni jamás te desamparar­é.» Podemos confiar

2 en que Sus promesas, que no tienen límite de tiempo, nos resguardar­án de todas y cada una de las tormentas que afrontemos.

Gabriel García V. Director 1. Habacuc 3:17,18 2. Hebreos 13: 5

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