Conéctate

NO ESTOY SOLO

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Estaba cansado y me quedé dormido mientras viajaba en el tranvía. Al llegar a destino me desperté de sopetón y apenas logré bajarme a tiempo. Para mi mala fortuna, no fue hasta después de mi visita al dentista que me di cuenta de que había dejado mi computador­a portátil a bordo. ¡Me quería morir! Había perdido todos los ficheros de trabajo de los últimos 20 años, además de los discos de respaldo que estaban en el mismo bolso. Me sentía de la estatura de un gusano. Empecé a recriminar­me recordando que mi mujer me había advertido que dejara la computador­a en casa. En mi cabeza repetía el diálogo: «Podrías perderlo». «¿Quién? ¿Yo? No, que va».

Entonces se hizo audible la otra voz, la que llamo «la Palabra Viva»: Si me piden alguna cosa en mi nombre, yo la haré. Pidan, y se les dará. Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán.

1 En aquel dilema en particular era fácil saber qué tenía que pedir. Llamé a mi amigo Andrés y le conté mi situación. Rezamos juntos para poder recuperar mi equipo portátil. Le encomendé mi desventura a Dios para que se hiciera cargo de ella, orando «sin cesar», como dice la Biblia. En todo caso, era lo único

2 que podía hacer. Podía golpearme la cabeza contra pared y chillar de remordimie­nto, o bien podía acudir a mi siguiente cita. Opté por lo segundo.

Después del dentista, tomé otro tranvía en dirección a mi próximo destino. Mientras pensaba y hablaba con Dios sobre lo ocurrido advertí que una jovencita se dirigía hacia el conductor con un bolso que me era conocido. ¡El bolso de mi computador­a! En una especie de éxtasis corrí hacia ella, le expliqué lo que me había sucedido y recuperé mi equipo. Le agradecí efusivamen­te y le regalé un ejemplar de la revista Conéctate en prenda de gratitud.

Calculé que habían pasado 33 tranvías por aquel paradero durante el tiempo en que mi computador­a estuvo perdida. ¿Qué probabilid­ades hay de abordar el mismo coche y encontrar en él mi portátil al cabo de tres horas de haberlo perdido?

Tener fe en Dios no significa que siempre recuperare­mos objetos perdidos o que nuestras plegarias serán siempre respondida­s; lo que sí sabemos es que Él estará junto a nosotros y nos ayudará a salir de apuros sea como sea. La diferencia que hace la fe es que no estamos solos en nuestras pruebas y tribulacio­nes; contamos con un Amigo al que podemos acudir.

Curtis Peter van Gorder es guionista y mimo3. Vive en Alemania. 1. Juan 14:14; Mateo 7:7; Marcos 11:24 ( NVI) 2. V. 1 Tesalonice­nses 5:17 3. http://elixirmime. com

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