UNA GRAN FE
La mayor parte de mi vida he descrito mi fe como la del carbonero, es decir, sé que Jesús me ama y punto. Jesús dijo que me ama. Lo afirma la Biblia. No me cuestionaba mucho. Y cuando lo hacía, generalmente quedaba satisfecha con respuestas al estilo de «solo Dios lo sabe», o «tienes que aceptar esto por fe». Dicho de otro modo, es posible que la lógica no sea de aplicación en este caso: cree solamente. Por sorprendente que pueda ser, yo aceptaba las cosas así, sin más.
En parte se debía a que recibí una formación bíblica muy sólida y eso me sirvió mucho. Mi fe era profunda y bien cimentada. En parte también podría decirse que se debía a mi letargo. No siempre quería tomarme la molestia de ahondar en las respuestas, defender mi fe y buscar un fundamento lógico para mis creencias.
Mi marido es el polo opuesto. Tiene un enfoque muy concienzudo y aplicado respecto de su fe. Cuando le surge un interrogante sobre el significado de un versículo o se topa con una cita textual cuyo contexto no lo convence, investiga en su portal bíblico las diversas traducciones. Busca referencias del griego y el hebreo y lo coteja con versículos afines, etc. Su fe no se basa en emociones, sino que crece a partir del estudio constante de la Palabra de Dios y las pruebas documentales de su verdad.
Admiro su disciplina. Él ha seguido esta recomendación de las Escrituras: «Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad».
1 En un pódcast que escuché hace poco, el locutor decía que nuestra fe se puede fundamentar en la lógica y que los cristianos de hoy en día deben estar preparados para defender sus creencias con argumentos lógicos.
Por eso escucho pódcast, cotejo versículos, debato con mi marido, leo la Biblia y le pongo empeño al asunto. No es que sea tan trabajoso, pero es más esfuerzo del que invertí alguna vez.
Cuando se trata de la fe siempre habrá un componente que requiere simplemente afirmarse en la Palabra de Dios. Hebreos 11 refiere varios grandes relatos sobre la fe y puntualiza que «todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas». Puede que esos
2 grandes hombres y mujeres no siempre tuvieran certeza, pero querían creer y estaban dispuestos a que los persuadieran. Ruego a Dios que yo pueda abrazar la fe como lo hicieron los héroes de Hebreos 11.
Marie Alvero ha sido misionera en África y México. Lleva una vida plena y activa en compañía de su esposo y sus hijos en la región central de Texas, EE.UU. 1. 2 Timoteo 2:15 ( NVI) 2. Hebreos 11:13 ( NVI)