EL PACIFICADOR
Puedes ser un pacificador invitando el Príncipe de Paz a entrar en tu corazón hoy mismo: Jesús, gracias por venir a la Tierra a enseñarme quién es Dios y por dar la vida por mí para ofrecerme el perdón de mis pecados y la vida eterna. Te ruego que entres en mi vida y me des Tu paz, amor y alegría, ahora y en el mundo venidero. Amén.
Cuando Jesús predicó el Sermón de la Montaña, —una de las
1 oratorias más referidas de todos los tiempos— dijo: «Bienaventurados los pacificadores».
¿Qué es, entonces, un pacificador? Una persona que se encuentra con una situación tensa, que enoja o perturba, y promueve la paz. Eso no es fácil y exige valentía.
En los tiempos de Jesús el pueblo judío sufría bajo el yugo romano y la paz era en el mejor de los casos superficial y tenue. Provocar un levantamiento o alterar el orden requería muy poco esfuerzo. Se asemeja mucho a lo que sucede hoy en día. Parece que cada ciclo de noticias provoca una guerra en las redes sociales entre personas airadas que mantienen opiniones cada vez más polarizadas.
Antes pensaba que un pacificador era un negociador, que tenía por objeto convencer a ambas partes de que cedieran en sus posiciones y llegaran a un acuerdo. Por ser madre, yo sé cómo se llega a ese tipo de paz. Son situaciones en que uno concede con tal de recibir algo a cambio y la buena voluntad no entra en la ecuación. Es el tipo de paz que se forja a punta de reglas y alguien que las hace cumplir, y que se desintegra apenas una de las partes las infringe.
Como pacificadores nuestra tarea más importante no es lograr que alguien cambie de parecer. Jesús no dijo: «Bienaventurados los que convencen y ganan discusiones». Gregory Boyle —un sacerdote católico que dedicó su vida a ayudar al círculo de pandilleros de Los Ángeles— dijo algo que viene muy al caso: «La indignación moral se opone a Dios; solamente divide y separa lo que Dios desea para nosotros: que estemos unidos y hermanados. La indignación moral no conduce a soluciones; más bien nos impide dar con ellas. Entorpece nuestro avance para lograr responder de manera más cabal y compasiva a miembros de nuestra colectividad que son parte de nosotros, independientemente de lo que hayan hecho».
2 Palabras de un auténtico pacificador, un hombre que traspuso los límites del mero mantenimiento de la paz para abocarse a la dura tarea de forjarla. Me inspiró a ver dentro de mi propio mundo oportunidades para generar paz suscitando la buena voluntad de los demás mediante el amor.
1. V. Mateo 5–7
2. Gregory Boyle, Amor incondicional: El poder de la hermandad / Barking to the Choir (Edición en español)