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EL MUNDO DE UNA MADRE

- Chandra Rees Chandra Rees es autora de libros para niños y madre de cinco hijos. Vive en EEUU.

No sé en qué planeta estaba cuando pensé que al llegar a ser madre todas las aptitudes que necesitarí­a me vendrían como por arte de magia. No pasó mucho tiempo hasta que caí en la cuenta de que, si bien criar hijos me ha deparado alegrías incomparab­les, es trabajo arduo. Parece que cada día trae consigo nuevos retos. Con todo tengo por cierto que ser madre me ha deparado más felicidad y ha hecho de mí una mejor persona.

Naturalmen­te que mi marido y yo no nos convertimo­s de golpe y porrazo en buenos padres apenas apareció en nuestra vida nuestro primer hijo. Yo diría que teníamos la potenciali­dad para ser buenos padres, pero me ha quedado claro que cada día es un proceso de aprendizaj­e. Sin duda me pasaré muchos años afinando mis aptitudes de madre y tendré que adaptar mi modo de educar a las cambiantes necesidade­s de mis hijos y a las situacione­s en que nos encontremo­s.

Esos días en que me siento desgastada y cuestiono mi capacidad de madre y si mis esfuerzos valen la pena, me remito a tiempos pasados, al día en que Dios me habló al corazón sobre esos entrañable­s años de crianza de nuestros hijos. Era uno de esos días en que parecía que, pese a poner todo mi empeño, no había forma de abordar todo lo que tenía que hacer. En medio de mi agotamient­o y mal humor Dios me habló al corazón estas sencillas palabras: ¡Un día harás memoria de esto y te darás cuenta de que fueron tus mejores años!

Trato de tener presente eso cuando me cuestiono si estoy hecha para la labor de madre. Al fin y al cabo, he sido favorecida con cinco hermosos hijos y estoy muy agradecida por cada uno de ellos. Es fácil verse una envuelta en el diario trajín —algún desorden inesperado que hay que arreglar, la pila creciente de ropa que lavar, las ambiciones personales que quedan relegadas a un segundo plano—; no obstante, he llegado a entender que criar hijos implica ajustar mis sueños y aspiracion­es. En lugar de fundarlos en cuáles eran mis circunstan­cias antes que ellos entraran a mi vida, debo hacerlo en mis circunstan­cias actuales.

Al mudar de perspectiv­a en cuanto a lo que puedo lograr y cumplir de acuerdo a mi realidad, acepto más fácilmente las exigencias que trae aparejada la labor de madre. Es más, la riqueza que ha llenado mi mundo desde que tengo hijos me motiva. Había muchas cosas que no entendía hasta que crucé la línea entre ser adulta y ser madre. Mi mundo hoy es la maternidad. Nunca volveré a ser la misma. Y no creo que querría.

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