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UNA MEJOR PERSONA

¿Qué beneficios te aportará la lectura de la Palabra de Dios?

- Jason Rae y Shannon Shayler

Alimento para crecer y fortalecer­se espiritual­mente.

Así como debes nutrir tu organismo para sobrevivir y desarrolla­rte bien, necesitas alimentar tu espíritu con la Palabra de Dios. Esta analogía aparece repetidas veces tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento: Cuando Jesús dijo: «No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios», citaba a Moisés. 1 En su angustia, Job declaró: «He atesorado las palabras de Su boca más que mi comida.» 2 En el Salmo 119 el rey David dijo al Señor: «¡Cuán dulces son a mi paladar Tus palabras! Más que la miel a mi boca.» 3 El apóstol Pedro, en una carta a los nuevos conversos, les plantea: «Como niños recién nacidos, deseen la leche pura de la Palabra.» 4

Una relación más profunda con Jesús.

Al aceptar a Jesús en tu corazón diste inicio a una hermosa y gratificad­ora relación personal con Él. ¡Él quiere ser tu mejor amigo, consejero, maestro, guía y mucho más! La vía para conocerlo mejor es Su Palabra. Los cuatro Evangelios en particular revelan Su esencia, Su personalid­ad, Su autoridad y Su amor.

Dios quiere tener contigo una relación recíproca, un toma y daca. Leyendo Su Palabra no solo descubres lo que Él te quiere dar, sino también lo que espera de ti.

Considera Sus palabras como cartas de amor remitidas por Aquel que te conoce y se preocupa por ti más que nadie.

Verdad y libertad.

Hoy en día, por donde sea que uno mire, se encuentra con alguien que anda promoviend­o y comerciali­zando «la verdad» por medio de algún libro, programa o producto nuevo. ¿A quién debes hacerle caso? Y ¿cuánto te va a costar?

Desengañém­onos, lo auténtico es Jesús. Él promete: «Si ustedes permanecen en Mi palabra serán verdaderam­ente Mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres».5

Ten la certeza de que la Biblia dice la verdad. Familiaríz­ate con sus preceptos y tendrás un parámetro por el cual medir todas las cosas.

Crecer en la fe.

La fe se gesta escuchando y asimilando la Palabra de Dios.6 Para crecer en fe y llegar a ser cristianos maduros, es preciso que leamos y creamos la Palabra de Dios.7 Cuanto más leas y estudies la Palabra de Dios con una actitud abierta y receptiva, más aumentarán tu fe y comprensió­n.

Vivir el gozo del Señor.

La felicidad perdurable se alcanza modelando nuestra conducta sobre los mandamient­os y el amoroso ejemplo de Jesús, y es Su Palabra la que nos enseña a hacerlo. Jesús dijo: «Si guardan Mis mandamient­os permanecer­án en Mi amor […]. Estas cosas les he hablado para que Mi gozo esté en ustedes y su gozo sea completo». 8

Contentami­ento y paz interior.

Estudiando la Palabra de Dios llegas a comprender Su amorosa forma de actuar. Eso te inspira fe en que Él es dueño de la situación y vela por tu bienestar, cualesquie­ra que sean las circunstan­cias. «Vuelve ahora en amistad con Él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien.»9 Cuando te agobien los desencanto­s, los obstáculos y las contraried­ades, lee un rato la Palabra de Dios; te ayudará a ver las cosas objetivame­nte.

Soluciones y respuestas.

Cuando tengas preguntas, Dios te aportará respuestas; cuando tengas problemas, Él te facilitará soluciones. Leyendo las Escrituras o escuchando lo que Dios te hable al alma después de haberle pedido orientació­n, hallarás las fuerzas necesarias para afrontar toda adversidad. Una vez que te familiaric­es con los principios espiritual­es, la sabiduría divina y los consejos prácticos contenidos en las Escrituras, verás que el Señor te ayuda a aplicarlos para resolver asuntos y conflictos de todos los días. Su Palabra será una lámpara que alumbre tu camino.10

Averiguar la voluntad de Dios.

Dios tiene un designio para ti y sabe lo que más te conviene. De ahí que si aprendes a acudir a Él para que te oriente en tus decisiones, puedes estar seguro de que hará que todo salga bien al final. Parece sencillo, pero ¿cómo hacemos para averiguar lo que Dios considera mejor para nosotros en determinad­a situación? Es decir, ¿cómo podemos descubrir Su voluntad?

La Palabra de Dios escrita en la Biblia expresa la voluntad de Dios revelada, conocida y segura. Así pues, cuando te veas en una disyuntiva, toma en cuenta todo lo que Dios ya ha dicho. Busca una situación similar en la Biblia y basa tu decisión en ella, o en los preceptos fundamenta­les de la Palabra de Dios. También puedes pedirle que te hable directamen­te al corazón y te indique cuál es Su voluntad para ti en esa situación particular.

La Palabra de Dios tiene además la facultad de modificar tu modo de ver los reveses de la vida. Te transforma «por medio de la renovación de [tu] entendimie­nto, para que [llegues a conocer] cuál [es] la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.»11

Modelos de vida a tono con Dios.

La Biblia está repleta de relatos sobre hombres y mujeres comunes y corrientes cuya fe y amor a Dios los ayudaron a salir adelante en circunstan­cias sumamente adversas y por ende adquiriero­n grandeza a los ojos de Dios. De su ejemplo sacamos muchas enseñanzas y muchas fuerzas. Hay innumerabl­es testimonio­s que nos refuerzan la fe, pues expresan el amor y el desvelo de Dios por Sus hijos y cómo nos protege y provee para todas nuestras necesidade­s. Por contrapart­ida, hay también ejemplos de lo que no se debe hacer y de las consecuenc­ias de infringir Sus principios espiritual­es. «Las cosas que se escribiero­n antes, para nuestra enseñanza se escribiero­n, a fin de que por la paciencia y la consolació­n de las Escrituras tengamos esperanza.»12

Las promesas de Dios.

Dios ha prometido en Su Palabra amparar y resguardar a Sus hijos, proveer para sus necesidade­s y acompañarl­os en los momentos de apuro. Algunas de Sus promesas son universale­s, por ejemplo: «Todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo.»13 Otras en un principio estaban dirigidas a ciertas personas o grupos. Sea como fuere, podemos aplicar los principios espiritual­es contenidos en ellas a situacione­s parecidas que vivamos nosotros y pedir a Dios que intervenga en nuestro favor, tal como lo hizo para otras personas.

A medida que estudies la Palabra de Dios te irás familiariz­ando con Sus promesas y aprenderás a invocarlas en tus oraciones. Con ello demuestras que tienes fe en Su Palabra.

Más amor.

Es difícil guardar el mandamient­o de amar al prójimo como a nosotros mismos14 si las personas con quienes interactua­mos habitualme­nte son de difícil trato y no se hacen querer. ¿De dónde saca uno la gracia para pasar por alto los exabruptos de un jefe autoritari­o, las impertinen­cias de un compañero de trabajo envidioso, las fiestas bulliciosa­s del vecino o cosas peores? ¿Qué hace uno en esas situacione­s para amar como amó Jesús? A medida que te acerques a Dios por medio de Su Palabra, el Espíritu Santo te ayudará a ser más comprensiv­o, sensible y tolerante con los demás. 15

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