MI MULTI HERRAMIENTA
Últimamente me he esmerado por leer la Biblia más seguido. Ya antes la había leído de punta a punta, pero algo me incentivó a repasarla como parte de un plan de lectura diaria. Era mi navaja suiza multiusos. Todas las noches, al acostarme, pongo mi navaja, billetera y teléfono sobre mi mesa de noche, junto a mi Biblia. Una noche me puse a pensar en las similitudes que hay entre estos objetos.
Le doy uso a mi navaja todos los días, en muchos casos, varias veces al día. Cuenta con una navaja, una sierrita, un abrelatas, una tijera, un sacacorchos y otras tantas herramientas. Algunas —como el caso de la navaja— las empleo casi todos los días; otras, muy de vez en cuando. Son todas herramientas de buena calidad. Cuando tengo que utilizarlas cumplen su función. Tienen garantía de por vida.
La Biblia está repleta de herramientas para nuestro uso. Muchas de ellas las he dejado plegadas, en desuso o hasta olvidadas durante cierto tiempo. Si bien ya conocía su valor, esa pequeña analogía me ayudó a redescubrir el gusto por el estudio, aun cuando resulte difícil.
Para mantener una navaja multiusos en óptimas condiciones se requiere limpieza, lubricación y afilado. Paralelamente, es preciso actualizar, refrescar —y sobre todo— aplicar nuestros conocimientos de la Biblia.
Ahora, cuando leo un pasaje, es como abrir una herramienta de mi navaja multiusos y asegurarme de que está afilada y lista para el uso que haga falta. Quiero confiar en cada una de esas promesas como me fío de esas herramientas.
Ya sea que necesite cortar una rama que estorba1 o enhebrar pacientemente un hilo para reparar algo,2 cuento con las herramientas para hacerlo. Si necesito recortar excedentes o dividir con precisión un material,3 tengo con qué hacerlo.
Ruego a Dios que con el tiempo yo vaya interiorizando más la Biblia y aprenda a sacarle el máximo de provecho, tal como lo concibió el Supremo Fabricante cuando la diseñó.
Viene con garantía eterna.
Jesús puede perdonar todos tus pecados y ayudarte a recomenzar a medida que Su vida, Su amor, Su Espíritu y Su energía emanan y van cobrando fuerza en ti. No tienes más que abrir el corazón y repetir estas palabras:
Jesús, reconozco en Ti a mi Señor y Salvador. Te ruego que me perdones mis pecados y me ayudes a volver a comenzar. Lléname de Tu Espíritu y Tu vida. Deseo creer y confiar en Ti, y amarte. Ayúdame a superar mis flaquezas. Amén.