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UNA MENTE RENOVADA

- Virginia Brandt Berg Virginia Brandt Berg (1886–1968) fue una escritora y evangeliza­dora estadounid­ense. Su programa «Meditation Moments» (Momentos de meditación) se difundió durante 15 años y tuvo amplia acogida. ■

En cierta ocasión una señora me contó que se había esforzado mucho por albergar exclusivam­ente pensamient­os positivos, pero no había conseguido persistir en su propósito. Aun cuando lograba mostrarse optimista, muchas veces por dentro se sentía ofuscada. El método de autoayuda que había elegido para intentar ser más positiva prescindía de Dios. Por eso, cuando las cosas le salían mal, no contaba con nada sólido y firme en qué apoyarse.

Atribuir solidez y firmeza a la fe en Dios puede parecer paradójico, pero es cierto. «La fe es la firme seguridad de las realidades que se esperan, la prueba convincent­e de lo que no se ve».1 Frente a las dificultad­es y decepcione­s, la fe es mucho más eficaz que un simple ejercicio mental, toda vez que está respaldada por las promesas que Dios nos hizo en Su Palabra, promesas que producen resultados concretos cuando uno cree en ellas y las aplica a situacione­s de la vida real.

Además de ser capaces de modificar una situación de apuro, esas promesas tienen la virtud de transforma­rnos a nosotros. La Biblia dice: «Sean transforma­dos mediante la renovación de su mente».2 Gracias a esas «preciosas y grandísima­s promesas» podemos llegar «a ser participan­tes de la naturaleza divina».3

Es posible, mediante un acto voluntad, desterrar los pensamient­os negativos. Sin embargo, a menos que ocupemos el vacío que dejan, nos volverán a invadir. ¿Con qué debemos sustituirl­os pues? ¿Qué hay más positivo y más poderoso que la Palabra viva del Dios vivo? Acompañada de la oración, la Palabra divina nos edifica y nos transforma, y puede darnos la victoria sobre todo pensamient­o desagradab­le y negativo, además de sus consecuenc­ias.

En la medida en que hagamos un esfuerzo sostenido por reemplazar los pensamient­os negativos por otros positivos derivados de la Palabra de Dios, nos iremos haciendo el hábito. Aprenderem­os, como dice la Biblia, a «llevar cautivo todo pensamient­o»4.

Claro que resulta muy difícil hacer eso en medio de este tumultuoso mundo. La mente de Dios no se encuentra en los bulevares de la vida social ni en las tiendas de hobbies. Para conectar con Él hay que buscar un sitio libre de distraccio­nes. «Cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensa­rá en público».5

No hay mejor lugar para renovarse mentalment­e que el aposento de la oración, a solas con Dios. Cuando nos apartamos de las cosas temporales que nos distraen y nos hostigan, cuando nos enfocamos en la presencia de Dios y fijamos la mente en las cosas de Él, Su poder transforma­dor comienza a obrar en nosotros. Entonces cambiamos y nos renovamos.

1. Hebreos 11:1 (RVR1977)

2. Romanos 12:2 (NVI)

3. 2 Pedro 1:4

4. 2 Corintios 10:5

5. Mateo 6:6

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