OBJETIVOS DESDE OTRA ÓPTICA
Al comenzar el año 2020
tenía una larga lista de objetivos y planes. Albergaba grandes expectativas y esperaba alcanzar al menos la mitad de las metas de mi lista. El año empezó muy bien, con gran estruendo, y me sentía bastante satisfecha con mis progresos, cuando apareció el coronavirus que provocó toques de queda y confinamientos. Aquellas restricciones me desconcertaron, pero seguí esperando que la vida volviera pronto a la normalidad.
Como sabemos, las cosas resultaron de otra manera. Con cada nueva oleada de la pandemia quedó más claro que la vida no volvería a ser igual, al menos no durante mucho más tiempo del que había presupuestado. La inmovilidad forzada dio pronto paso a la decepción y a una sensación de impotencia.
Una reunión familiar largamente esperada desapareció de mi lista de objetivos. Uno tras otro el resto de los planes que había marcado como importantes fueron quedando relegados. Si bien estaba agradecida de poder hacer un corto viaje a la costa en el verano cuando se flexibilizó la cuarentena inicial, no pasó mucho tiempo antes que un nuevo aumento del número de infecciones nos pusiera una vez más en compás de espera y mermara aún más mi lista de planes. Pasé a duras penas por aquella temporada de incertidumbre y pronto me di cuenta de que mi disposición a esperar resultados rápidos y eficientes había quedado un poco desfasada y no era aplicable al nuevo mundo en que vivíamos. Con frecuencia los nuevos retos que se me planteaban en la vida y en el trabajo me hacían sentir incapaz e inepta.
En estos tiempos de vertiginosos cambios añadí un nuevo objetivo a mi lista: aprovechar la coyuntura para cultivar las virtudes de la flexibilidad y la innovación, la fe, la paciencia y la paz.
Empecé a investigar aquellas virtudes, lo que también puso de relieve los aspectos en que necesitaba orar para que Dios me ayudara y me diera mayor resiliencia. Encontré algunos pasajes de las Escrituras que me servirían de apoyo para invocar durante mis ratos de oración.
En su recto sentido, flexibilidad significa la capacidad de doblarse sin romperse. Sin embargo, la gente suele utilizarla para describir la capacidad de ajustarse a cambios sin generar zozobra o dramas. Ser flexible en la vida significa que puedes modificar tus planes y adaptarte a nuevas situaciones con facilidad.
No vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto. Romanos 12:2 (tla)
Innovación significa mejorar o sustituir algo. Es un proceso por el que un ámbito, producto o servicio se renueva y actualiza aplicando nuevos procesos, introduciendo nuevas técnicas o instituyendo ideas exitosas para generar nuevo valor.
He aquí que yo hago una cosa nueva; pronto surgirá. ¿No la conocerán? Otra vez les haré un camino en el desierto, y ríos en el sequedal. Isaías 43:19
Tener una gran fe significa poner tu confianza en Dios para lograr algo que supera la posibilidad de hacerlo por ti mismo. Es la fe que necesitas en circunstancias adversas, situaciones de pérdida, de enfermedad y dificultad, sabiendo que Dios está contigo.
Tener fe es estar seguro de lo que se espera; es estar convencido de lo que no se ve. Hebreos 11:1 (rvc)
La paciencia es la capacidad de aceptar o tolerar retrasos, problemas o sufrimiento sin enfadarse o angustiarse, un aspecto en el que muchos de nosotros podríamos mejorar, sobre todo cuando las cosas se ponen peliagudas.
Sean siempre humildes y amables. Sean pacientes unos con otros y tolérense las faltas por amor. Efesios 4:2 (ntv)
La paz interior es un estado mental de serenidad o tranquilidad, de verse uno liberado de la preocupación y la ansiedad.
No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús. Filipenses 4:6,7 (ntv)
Iris Richard es consejera. Vive en Kenia, donde ha participado activamente en labores comunitarias y de voluntariado desde 1995. ■