INTERCAMBIO DE YUGOS
HE LEÍDO TANTAS veces este pasaje de la Biblia que ya perdí la cuenta. Años atrás me lo aprendí de memoria. Jesús dijo: «Vengan a Mí, todos los que están fatigados y cargados, y Yo los haré descansar. Lleven Mi yugo sobre ustedes, y aprendan de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.»1 Hace poco leí algo que arrojó nueva luz sobre esos preciados versículos.
Philip Yancey expone: «Yo abrigaba la creencia de que el cristianismo resolvía problemas y facilitaba la existencia. Ahora cada vez me convenzo más de que mi fe en realidad complica la vida, en ciertos aspectos en que debiera ser complicada. Mi fe cristiana no me permite desentenderme de la protección del medio ambiente, de la pobreza y la problemática de los sin techo, del racismo y la persecución religiosa, de la injusticia y la violencia. Dios no me da esa opción».
Seguidamente Yancey explica ese conocido pasaje de la siguiente manera: «Jesús nos ofrece consuelo, pero ese consuelo consiste en asumir una nueva carga, Su carga. Nos ofrece una paz que trae consigo una agitación que antes no teníamos, un descanso que incluye nuevas tareas.»2
¿Cuáles son esas nuevas tareas? Jesús las detalló cuando sintetizó la fe cristiana: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo»3, prójimo entendido como cualquier persona a la que estuviéramos en situación de prestar ayuda. Amar a los demás como nos amamos a nosotros no es algo que nos nazca y rara vez es fácil. No obstante, es uno de los secretos de la felicidad, la satisfacción y el éxito en la vida.
Cuélgate el yugo de Jesús y entrégale el tuyo. No hay trueque más ventajoso.
1. Mateo11:28-30
2. Yancey, Philip: Al encuentro del Dios invisible, (Zondervan, 2000), 93–94
3. Mateo 22:37-39