RÁPIDA DIFUSIÓN
«LA PALABRA DE DIOS no está presa»1 escribió el apóstol Pablo a su joven amigo, Timoteo, estando encarcelado en Roma a la espera de su ejecución. Tras el Gran incendio de Roma en el año 64 d.C. se rumoreó que Nerón había ordenado el fuego con el fin de reconstruir una ciudad más grandiosa. Para desviar la atención de sí mismo, Nerón acusó a los cristianos de haber provocado un incendio y los persiguió enconadamente. Pablo fue encarcelado de nuevo y condenado a muerte.
Estas palabras del apóstol me vinieron al pensamiento durante la cuarentena por la pandemia de COVID-19, cuando tuve que pasar mucho tiempo encerrado. Me animó el hecho de que Pablo escribiera su segunda carta a Timoteo y otras cuatro epístolas del Nuevo Testamento, primero mientras estaba bajo arresto domiciliario y luego cuando se hallaba en prisión. A él lo apasionaba hablar de Jesús a los demás. No dejó que sus circunstancias físicas le impusieran límites en la consecución de su objetivo.
Agradecí que Internet siguiera funcionando durante la cuarentena y que, aprovechando la tecnología, pudiera comunicarme con otras personas. Me di cuenta de que con la agitación y la incertidumbre creadas por la pandemia mucha gente buscaba respuestas y se mostraba más receptiva que antes al mensaje del Evangelio. Pedí a Dios que me guiara para acercar a esas personas a Él. Me indicó que debía comenzar sesiones de oración y lectura de la Palabra de Dios en línea para quienes estaban aislados o no tenían mucho contacto con otras personas. Además fue un buen momento para renovarme yo mismo espiritualmente.
Pablo también oró «para que la palabra del Señor se difunda rápidamente y sea glorificada»2. La Palabra de Dios siempre proseguirá su avance y cumplirá sus propósitos, sea cual sea la situación en que se halle el mundo, así como el cristianismo se extendió rápidamente por todo el Imperio romano pese a que afrontó las persecuciones más brutales e inhumanas.
«Ustedes son la sal de la tierra. Pero, si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? […] Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.» Jesús, Mateo 5:13-16 (NVI)
1. 2 Timoteo 2:9 (NBV)
2. 2 Tesalonicenses 3:1