¿ES CIERTO QUE HAY GENTE QUE LO TIENE TODO?
P:¿Por qué da la impresión de que algunas personas llevan vidas de ensueño? Tienen magnífica presencia, gozan de estupenda salud, poseen grandes habilidades y están siempre rodeadas de amigos. Mejor dicho, lo tienen todo, mientras que otros, como yo, por lo visto adolecen de un sinfín de defectos y sufren innumerables reveses.
R:A primera vista, muchas cosas no parecen justas o equitativas. Sin embargo, gran parte de lo que sucede en la vida de una persona pasa inadvertido a los demás. El autor del Eclesiastés escribió: «Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora».1 No todos pasan por las mismas dificultades al mismo tiempo; pero a la larga, a todo el mundo le toca su turno.
Ninguna vida alcanza su plenitud sin un toque de sufrimiento, pesar y contrariedades. Dios dispone que todas las personas se enfrenten a algunas dificultades durante su tránsito por la Tierra. Se vale de esos trances para enseñarnos a superar obstáculos y llevarnos al punto en que, agotados todos nuestros recursos, ya no podemos más y acudimos a Él. Así descubrimos Su enorme poder. Pero para llegar a ese punto hay que verse en una situación desesperada. Por eso, si al observar a otros te parece que la suerte los ha favorecido, ten la seguridad de que esas personas tienen también su cuota de aprietos y apuros.
Asimismo es importante recordar que Dios suele ver las cosas desde una óptica bastante distinta de la nuestra. A nosotros nos parece que una persona ha sido más favorecida por el hecho de tener una vida fácil y sin preocupaciones, con menos contratiempos, dolencias, etc. Sin embargo, las bendiciones divinas muchas veces vienen camufladas como estorbos y reveses. Él prefiere que tengamos una vida plena a una vida fácil. Desea que nuestra existencia sea rica en fe, en profundidad espiritual, comprensión, amor abnegado, fuerza interior y ternura. Todos esos tesoros espirituales derivan de una relación íntima con Él y suelen ser el fruto de pruebas y sufrimientos o de haber superado grandes dificultades. Esa relación y la madurez espiritual que trae aparejada nos conceden una dicha profunda y duradera.
¿Preferirías tenerlo todo a costa de una vida de satisfacción, plenitud y alegría que solo Dios puede proporcionar? ■