LA ÚLTIMA BOTA
Todos los años, en Navidad, mi amiga Aira y yo nos reunimos para preparar botas o botines de Navidad para los huérfanos de dos hospicios cercanos. Nos da mucha alegría hacerlo, ya que ambas estamos lejos de nuestras familias en esa temporada.
Habíamos dispuesto una pequeña cadena de montaje en mi sala de estar y acabábamos de poner varios artículos de aseo, una toalla de mano, caramelos de Navidad, etc., en las botas, una para cada huérfano.
Repasamos todo con la mirada y nos dimos cuenta de que quedaba exactamente uno de cada artículo. —Puedes llevártelos —dijo Aira.
—¡Yo no! —dije entre risas—. No necesito nada de eso. Así que los útiles sobrantes se dejaron en un pequeño montón sobre la mesa de café.
Terminamos de empaquetar las botas en cajas y las cargamos en el auto de Aira para que las entregara en los orfanatos.
—Seguro que muchos niños se pondrán contentos hoy allí —dije sonriendo mientras me despedía.
Aquella tarde, después de entregar todas las botas, un empleado de uno de los orfanatos me envió un mensaje:
—Le informo que hemos recibido un nuevo niño desde la última vez que estuvo usted aquí.
—Ay, no —pensé—. Tendrán una bota menos. Pobre niño.
Me di vuelta y vi los artículos sobrantes encima de la mesa.
En efecto, quedaba exactamente uno de cada uno. Llené rápidamente una bota más y la envié al orfanato.
—Esto es increíble —pensé—. Desde el principio Jesús tenía conocimiento del nuevo niño huérfano que llegaría al hospicio. ¡Estaba esperando a que lo descubriéramos!
Dios quería tanto a ese niño que acababa de quedar huérfano que se aseguró de que no terminara olvidado en Navidad. Más aún, nos ama tanto a cada uno de nosotros que envió a Su único Hijo para salvarnos.
¡He ahí la esencia de la Navidad! No se trata de los regalos ni de las festividades, ni siquiera de lo que podemos hacer por los demás. La Navidad se centra en el amor de Dios, un amor tan personalizado que no se olvida de nadie, ni siquiera de un huérfano.
G.L. Ellens fue misionera y docente en el sureste asiático durante más de 25 años. Pese a que se jubiló, aún realiza labores voluntarias, además de dedicarse a escribir.