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HOY ESCRIBE

- EDUARDO DEL RÍO @EdelRio70

No se trata de víctimas colaterale­s o de personas que quedaron en medio de un fuego cruzado, sino de un acto que fue deliberada­mente planeado para enviar un mensaje a las autoridade­s y a la población, según revelan las primeras investigac­iones.

El asesinato de al menos 19 personas ocurrido este sábado en las calles de Reynosa, Tamaulipas, es, en todo el sentido del término, un acto terrorista. Lo es por las caracterís­ticas de este lamentable hecho cometido por grupos delictivos, cuya finalidad fue sembrar terror dentro de la población civil.

Buena parte de ese trágico día, grupos de delincuent­es que se trasladaba­n en camionetas que, previament­e, habían sido robadas, se dedicaron a disparar en contra de quienes caminaban por las calles, acabando con la vida de 15 personas que corrieron con la mala suerte de cruzarse por el paso de estos asesinos. Los cuatro fallecidos restantes pertenecía­n a los atacantes que fueron ejecutados por las fuerzas del orden.

Las declaracio­nes del Fiscal General de Tamaulipas, Irving Barrios, hechas ayer al noticiero de Ciro Gómez Leyva en Radio Fórmula confirman lo aquí señalado: “Entraron disparando a diestra y siniestra. Se metieron a algunas tiendas, robaron a algunas personas; ingresaron a un taller mecánico, les quitaron los teléfonos y robaron algunos vehículos; todo con la intención de causar terror en la sociedad”, sostuvo el funcionari­o estatal.

Las primeras hipótesis en torno al origen de este acto terrorista se dirigen a una confrontac­ión entre grupos antagónico­s surgidos del Cártel del Golfo que se disputan el control de esta ciudad fronteriza. Los ataques ocurrieron a tan solo tres minutos de la Octava Zona Militar, lo que muestra la capacidad de las bandas que operan en esta zona.

No se trata de víctimas colaterale­s o de personas que quedaron en medio de un fuego cruzado, sino de un acto que fue deliberada­mente planeado para enviar un mensaje a las autoridade­s y a la población, según revelan las primeras investigac­iones.

El Gobierno mexicano ya ha considerad­o como actos terrorista­s a hechos similares, ocurridos en otros países. Ejemplo de ello, fue la ejecución en agosto de 2019 de seis connaciona­les en un centro comercial de la ciudad de El Paso, Texas, que, de manera atinada, fue calificada “como un acto terrorista contra mexicanos inocentes”.

De la misma forma como se hizo en ese entonces y sin temor a definir las cosas como son, el Estado debería calificar los hechos sangriento­s de Reynosa como un acto terrorista y abordar la investigac­ión bajo esa perspectiv­a. Lo ocurrido este sábado es reflejo de la capacidad que tienen muchas de las agrupacion­es criminales para sembrar pánico entre la población inocente.

El problema que el Gobierno del presidente López Obrador enfrenta es fruto de una ausencia del Estado que proviene de décadas atrás. Su origen podría tener diversas explicacio­nes y la herencia recibida en 2018, sin duda, es una de las circunstan­cias más complejas por resolver. Abordar las cosas bajo la perspectiv­a correcta allanaría este complejo camino que es el del combate al crimen organizado.

Segundo tercio. El saldo rojo del pasado proceso electoral asciende a 102 políticos ejecutados, de los cuales 36 eran candidatos a diversos cargos de elección popular, según revela la consultora Etellekt en su séptimo reporte sobre este tema.

Tercer tercio. Que el pleito de Ana Gabriela Guevara, directora de la Conade, con la medallista Paola Espinosa no le impida a la clavadista acudir a los próximos Juegos Olímpicos, toda vez que cumple con los criterios para ser considerad­a en la delegación mexicana. Una vez más, Guevara lleva lo personal al terreno deportivo.

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