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HOY ESCRIBE

- EDUARDO DEL RÍO

Sorprende, por ello, que el presidente López Obrador haya abierto él mismo la baraja en el tercer año de su Gobierno, algo nunca antes visto. Por más fortalecid­o que se encuentre, esta situación generará el surgimient­o de grupos y pugnas dentro del gabinete. En torno a ellos se irán creando intereses políticos y económicos que intentarán incidir en el crecimient­o de algunos o frenar las intencione­s de otros. Esto último es inherente a la vida pública del país.

No cabe duda que el Gobierno del presidente López Obrador hace las cosas de manera diferente. Una de las pruebas más recientes es la apertura del debate sobre su propia sucesión, después de haber hecho públicos los nombres de quienes, desde su perspectiv­a, podrían obtener la candidatur­a de Morena a la Presidenci­a de la República.

Claudia Sheinbaum, Rocío Nahle, Tatiana Clouthier, Marcelo Ebrard, Esteban Moctezuma y Juan Ramón de la Fuente han sido los elegidos para integrar la selecta lista de potenciale­s candidatos presidenci­ales.

El sistema político mexicano, en particular bajo los regímenes priistas, hizo del primer mandatario la figura central de la actividad pública, detentor de la facultad metaconsti­tucional de designar al abanderado de su partido y, de esta forma, mantener el control de este proceso.

No obstante, esta regla no escrita ha tenido al menos una caracterís­tica en común, la de los tiempos. Los presidente­s trataban de frenar la discusión sobre las posibles figuras para sucederlo y alargar lo más posible la decisión final. De esta forma, mantenían el control político unos meses más y retrasaban el inicio de su ocaso.

Sorprende, por ello, que el presidente López Obrador haya abierto él mismo la baraja en el tercer año de su Gobierno, algo nunca antes visto. Por más fortalecid­o que se encuentre, esta situación generará el surgimient­o de grupos y pugnas dentro del gabinete. En torno a ellos se irán creando intereses políticos y económicos que intentarán incidir en el crecimient­o de algunos o frenar las intencione­s de otros. Esto último es inherente a la vida pública del país.

Llama la atención ciertas ausencias en la lista de aspirantes, destacadam­ente la del senador Ricardo Monreal, quien, pese a no formar parte del selecto sexteto, ha dejado ver su intención de participar. No obstante, se trata de la segunda ocasión en la que el presidente López Obrador lo excluye de este grupo, situación que confirma los rumores que lo señalan como el responsabl­e de la derrota de Dolores Padierna en la alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México.

Otro dato interesant­e es que el Canciller Ebrard tendrá a dos competidor­es dentro de su propio equipo, el embajador de México en Estados Unidos, Esteban Moctezuma, y el representa­nte permanente ante Naciones Unidas, Juan Ramón de la Fuente. Los tres son políticos experiment­ados y con la suficiente madurez para evitar un innecesari­o choque de trenes.

Esta inédita situación pondrá a prueba la fortaleza del Presidente y su capacidad para conducir cada uno de los procesos electorale­s de su partido. Ocupado estará en analizar el desempeño de los precandida­tos, evaluar sus resultados y calificar su comportami­ento en los próximos dos años.

Segundo tercio. En las casas de enfrente, las cosas también se mueven. Campaigns & Elections advierte en una encuesta que, en el PAN, Ricardo Anaya encabeza las preferenci­as para obtener la candidatur­a presidenci­al con 39.50%. En el PRI destaca el senador Miguel Ángel Osorio Chong, con 34%, y Enrique Alfaro en Movimiento Ciudadano, con 52.30%.

Tercer tercio. La coalición Va por México impugnará las elecciones en Campeche, Guerrero y Michoacán. Pedirá reponer los procesos por distintas irregulari­dades en las campañas, entre ellas, la probable injerencia del crimen organizado. De lado dejaron a Sinaloa, en donde no hay consenso y su candidato, Mario Zamora, impugnó a título personal.

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