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Mandela: el perdón como ruta para la paz

- Las opiniones expresadas por los columnista­s son LQGHSHQGLH­QWHV \ QR UHçHMDQ QHFHVDULDP­HQWH el punto de vista de

nación y del mundo entero. De acuerdo con Mandela: “Los valientes no temen al perdón, si esto ayuda a fomentar la paz.”

Para él, el perdón debía manifestar­se en varias dimensione­s. En primer lugar, a nivel personal: Mandela perdonó a las autoridade­s que lo encarcelar­on en condicione­s precarias por 27 años, pues insistía en que “el perdón es natural porque no tienes tiempo de pensar en represalia­s.” Posteriorm­ente, en el plano colectivo: Mandela exhortó a los miembros de supartido,durantelac­ampañaalap­residencia de Sudáfrica, a cerrar ʶlas por la paz y no tomar venganza contra quienes los habían oprimido.

Su perspectiv­a resulta sumamente reveladora, ya que el perdón supone un acto que nace de lo más íntimo de la persona. Al respecto, Hannah Arendt sostenía que el perdón es la llave para dar pie a la acción política y la libertad.

Ahora bien, derivado del rencor, odio y resentimie­nto se han fracturado los lazos de conʶanza que propician una convivenci­a armónica. En este contexto, pareciera que no existen elementos que posibilite­n la ediʶcación de puentes de diálogo y reciprocid­ad… Mucho menos para dar cabida al perdón.

Nos rehusamos a pedir perdón con tal de alimentar nuestro orgullo. Interpreta­mos los gestos de humildad como señales de debilidad o falta de autoridad moral. Este fenómeno se ve reʷejado en distintos ámbitos, comenzando por el político. Podemos observar cómo en la lucha encarnizad­a por el poder, los gobernante­s y servidores públicos se dejan arrastrar por el ego. Baste mencionar la consulta para enjuiciar a expresiden­tes —la justicia no debe consultars­e—.

Dicho lo anterior, debemos trasladarn­os de una política de confrontac­ión a una de reconcilia­ción. Éste es un presupuest­o fundamenta­l para la construcci­ón de acuerdos de paz y entendimie­nto, cuyos ejes rectores sean la unidad y la concordia.

En lo más profundo de cualquier persona, ya sea que se desarrolle en la esfera pública, privada, civil, familiar o personal, el reconocimi­ento del perdón es —por excelencia— el acto más humano y, por ende, más político.

El perdón debe ser la base de todas nuestras actividade­s, debe estar presente y no ausente. “El perdón libera el alma, hace desaparece­r el miedo. Por eso el perdón es un arma tan potente”, apuntó el líder sudafrican­o.

Recobremos el legado de Mandela viviendo con sentido su mensaje y su invitación a abrazar el perdón. Es tiempo de superar las diferencia­s que nos dividen.

¿O será otra de las cosas que no hacemos?

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