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ANTIVACUNAS ACUSAN APARTHEID EN FRANCIA
Rechazan en las calles decreto presidencial que hace obligatoria la inoculación, en algunos casos
En muchos casos, el éxito de las vacunas ha sido su propio fracaso, coinciden especialistas médicos, pues al erradicar enfermedades para un generación, la siguiente ya ni siquiera cree que el mal combatido haya existido alguna vez.
Ese pensamiento, y el relacionado con la implantación de chips o la aplicación de sustancias que generan más daño del que previenen permea aún en los países incluso más avanzados, lo que dificulta el combate a la pandemia del coronavirus. Los ejemplos son claros en naciones con vacunación abierta, pero sin lograr inyectar al 100 por ciento de su población, como Israel, con solo 66% de los ciudadanos inoculados, a pesar de nunca haber padecido la insuficiencia de insumos.
Francia quizás sea hoy el primer ejemplo en el que se enfrentan de manera abierta los integrantes de un movimiento conocido como “antivacunas” con el Gobierno de Emmanuel Macron. En las calles fue evidente la diferencia.
El Presidente decretó la semana pasada la obligatoriedadde presentar una prueba negativa al virus o bien el certificado de vacunación para ingresar a ciertos establecimientos... lo que un sector de la población consideró una violación a sus derechos y libertades, pues ellos no desean inyectarse.
En Francia, 54% de la población cuenta con al menos una dosis de alguna vacuna contra el SARS-CoV-2. Y mientras, decenas de miles de personas se manifestaron este sábado en diferentes ciudades galas para protestar. En total, el ministerio del Interior contabilizó 136 concentraciones en las que participaron 114 mil personas: 18 mil en París -divididas en varias manifestaciones-, y 96 mil en el resto del país.
Las nuevas disposiciones incluyen la obligación de vacunarse para el personal sanitario y otras profesiones. “Libertad”, “No a la dictadura sanitaria”, “Macron, dimisión”... eran los reclamos a orillas del río Sena.
Entre los manifestantes proliferaban las banderas francesas y algunos llevaban estrellas amarillas, como las que se obligaba a llevar a los judíos en la Alemania nazi, con la inscripción “certificado sanitario”.
“Estamos en una dictadura, estamos en una tiranía (...) Esto se llama apartheid entre vacunados y no vacunados”, dijo el político ultraderechista Florian Philippot, que se encontraba en la cabecera de la marcha.
“No es que pensemos que la Tierra es plana, pero no conocemos los efectos a largo plazo de esta vacunas hechas deprisa y corriendo que Macron nos quiere imponer”, decía Rita, una auxiliar de enfermería de 39 años.