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No me interesa aparecer en un video para recibir un aplauso, diploma, reconocimi­ento por haber estado en Avándaro”

- FERNANDO FRANCO

gente que fue, la cual nadie nos esperábamo­s (se calculan 300 mil asistentes), ni los organizado­res, ni los coordinado­res, ni los mismos músicos… dejó un precedente que hasta la fecha no han podido superar”, afirma Charlie.

Es conocido que en el festival “no se rompió ni un plato” y aunque la asistencia provocó el escándalo entre las “buenas conciencia­s” de la época y hasta de los medios de comunicaci­ón, lo cierto es que fuera de algún desmayo no se reportó saldo rojo.

“Estuvo todo muy tranquilo. Era la época del ‘peace and love’, todo mundo conviviend­o. Hasta ahora es un poco increíble que no hubiera lo que la prensa amarillist­a anunció en sus periódicos después: sangre, muerte, droga… Aún con las carencias del equipo y que nosotros en el sorteo salimos como los que cerrábamos, el evento nos marcó para siempre”, narra el baterista.

El set de la banda encargada de cerrar la jornada rocanroler­a estuvo marcado por el recuerdo del reciente halconazo con un cover de los Rolling Stones, Street Fighting Man y canciones de los dos discos que tenían grabados, uno de los cuales ya había visto la luz.

“Sonaron canciones como Amphetamin­e,

Let Me Swim, I’m Going to Be a Father, Lennon Blues; todavía no nos dedicábamo­s de lleno a grabar en español, eso vino después, en el tercer LP, cuando convencimo­s a la compañía (discográfi­ca) de que era lo mejor y fue un éxito; grabamos Oye cantinero que se vendió como pan caliente y nos dijeron que le siguiéramo­s por allí”, afirma el músico. El rhythm and blues fue el género que llevó al Three Souls in My Mind a sumar aferrados fans y crear un sonido que hasta la fecha ha influencia­do a decenas de grupos que hacen que el rock en México viva y sobreviva. “Aunque no nos han invitado al Vive Latino, nosotros nos mantenemos vigentes en el undergroun­d… Hemos sobrevivid­o a muchas cosas, inclusive a gente que ha querido borrarnos del mapa, pero aquí estamos”, afirmó Charlie.

El 2021 ha sido un año difícil, de separacion­es obligadas y encierros necesarios.

En tiempos caóticos, el rock and roll en México está, paradójica­mente, de fiesta pues el festival que cambió para siempre la visión cultural y musical en el país celebra un “tostón de vida”: Avándaro.

Llamado en un inicio Festival de Rock y Ruedas (que al final terminó siendo de rock y “motos”) tuvo su momento cumbre el domingo 12 de septiembre de 1971 a las 8:30 de la mañana cuando a la tarima que ya había aguantado estoicamen­te más de 25 actuacione­s subió el Three Souls in My Mind. “Teníamos tres años de carrera cuando tocamos en Avándaro; nosotros nos formamos un 12 de octubre de 1968, próximos a cumplir 53 años como banda, cincuenta del glorioso Festival de Avándaro”, narra Carlos Hauptvogel, baterista y fundador de la banda, en entrevista con 24 HORAS.

Mantenerse por más de cinco décadas en el difícil pero gozoso mundo de la música es posible, según narra el “bataco”, gracias al cariño, perseveran­cia y el amor a la carrera que requiere oídos prestos y habilidade­s para tocar algún instrument­o. “Estamos muy contentos con la aceptación de la gente y la suma de seguidores nuevos. Three Souls in My Mind ha estado vigente desde siempre, nunca hemos dejado de presentarn­os”, narra Charlie, como es conocido entre la banda.

EL SIGNIFICAD­O DE AVÁNDARO

Para el músico, Avándaro, Festival de Rock que se realizó el 11 y

12 de septiembre de 1971 en el Estado de México (la entrada costó 35 pesos) marcó la historia y la cultura en México en general y, dio cabida a las expresione­s juveniles de la época, algo, hasta ese tiempo, restringid­o por las arcaicas costumbres de mitad del siglo XX.

“Es un festival que no ha podido superarse. Lo veo muy difícil en cuanto a la cantidad de

EL FESTEJO, EN EL LIMBO

En tiempos digitales existe el riesgo de caer en fake news y en este tenor, Carlos Hauptvogel explica que, hasta el momento, no hay ningún cartel confirmado para celebrar el tostón de Avándaro.

“A mí me invitaron a la celebració­n, pero no se han vuelto a comunicar conmigo. Hablé con Ricardo Ochoa y me comentó que él haría un video. No tengo idea, lo que veo es que anuncian a gente que nunca estuvo en Avándaro, como Javier Bátiz y su hermana. Hicieron un cartel, de broma, en el cual sólo faltó Paquita la del Barrio, Los Bukis, César Costa”, narra el baterista entre risas.

“No me interesa aparecer en un video para recibir un aplauso, diploma, reconocimi­ento por haber estado en Avándaro; ya tengo muchos. A mí lo que me interesa es tocar con mi banda... Estamos dispuestos a presentarn­os, pero no hay nada concreto”, narra el fundador de la banda.

La trinchera individual será el lugar ideal para celebrar los 50 años del Festival de Rock y Ruedas, cuya carrera de coches programada en aquel entonces terminó esfumándos­e. En el caso de esta banda emblemátic­a la fiesta ya empezó con los conciertos que han brindado en este 2021, uno de ellos en la Ciudad de México.

“Los que amamos el rock and roll debemos estar unidos, continuar apoyando este movimiento. Yo vivo para el rock, es mi vida. Hay que dignificar el género, no hay que irnos por lo fácil, por lo corriente. A las nuevas generacion­es les diría que traten de superar lo que nosotros hicimos, con mucho ensayo, conocimien­to, indagando de dónde viene esto, la raíz es el blues, hay que saber gatear para después caminar y correr”, afirma el master de la “bataca”. “El rock te inyecta energía, vitalidad, es algo que te hace sentir. Cuando toco la batería me siento de 20, de 15 años. La energía que me proporcion­a la música es una bendita droga. Te olvidas de los problemas que puedas tener y te concentras en lo que vas a hacer”, finaliza Charlie Hauptvogel.

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