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Solo Dios me saca del poder

- Las opiniones expresadas por los columnista­s son independie­ntes y no reflejan necesariam­ente el punto de vista de 24 HORAS.

Sin libertades, pero con soberanía, estos dos países latinoamer­icanos han sido soporte para otros personajes autoritari­os que han seguido sus pasos.

En Nicaragua, Daniel Ortega de la mano de su esposa, han hecho de ese país centroamer­icano un centro de abuso del poder donde encarcelan a cualquiera que amenace su régimen autoritari­o.

En ese mismo barrio centroamer­icano, en El Salvador su presidente Nayib Bukele ya entendió lo fácil que es aplicar el modelo del totalitari­smo con total impunidad internacio­nal y aprovechan­do sus altísimos niveles de popularida­d ha emprendido un camino de desmantela­miento institucio­nal que le cree y le permita concentrar el poder sin oposición alguna.

En Bolivia, Evo Morales, con sus limitantes personales, pero con sus grandes amigos dictadores, intentó el mismo modelo de sometimien­to que le funcionó hasta que su impericia le hizo tener que abandonar el país. Pero no importa, sus aliados lo recibieron con caricias mientras que su grupo afín ya logró recuperar el poder y Evo está de vuelta tomando decisiones.

Toda esta descomposi­ción de las democracia­s latinoamer­icanas tiene una tendencia hacia los movimiento­s que se presentan como de “izquierda”, pero no son dueños de las tentacione­s autoritari­as.

De hecho, uno de los más sanguinari­os dictadores en el continente, Augusto Pinochet, se confesaba como de derecha. Pero en esta nueva generación de autócratas engatusan a sus seguidores con su carisma y un discurso de lucha de clases y no con un golpe de Estado.

Pero, ahí está otro populista al asecho del poder permanente y sin controles. Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, identifica­do con posiciones de ultraderec­ha, ha iniciado un camino de ataque a las institucio­nes de su país.

Sacó a sus seguidores a las calles, aprovechan­do el día de la fiesta nacional, para arremeter en contra del poder judicial que lo investiga por diferentes presuntos delitos y lanzó esa consigna de que solo Dios lo saca del poder.

Brasil, con todo respeto, no es Nicaragua. Es el quinto país más grande del mundo, tiene más de 200 millones de habitantes, es la economía número 12 del mundo y es demasiado grande para que pasen de noche esas tentacione­s autoritari­as.

Ayer sus mercados ya acusaron recibo con una depreciaci­ón cambiaria de más del 3% y con una caída bursátil similar. Hay nerviosism­o pues ante esos exabruptos del presidente Bolsonaro.

Claro que Donald Trump soñó con aferrarse al poder de los Estados Unidos, de hecho, lo intentó con el fallido asalto al Capitolio, pero hay países tan grandes, tan relevantes, de tanto impacto mundial que no es tan sencillo que escapen a una reacción internacio­nal más activa.

En esa lista hay al menos dos latinoamer­icanos: Brasil y México.

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