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Terremotos y migrantes haitianos
Entre los más recientes fenómenos de la naturaleza que han tenido gran impacto destacan los terremotos en Haití. El movimiento del 12 de enero de 2010 tuvo como epicentro la capital del país caribeño, Puerto Príncipe.
El efecto fue tremendo, ya que generó el fallecimiento de más de 200 mil ciudadanos y una tremenda devastación del país en diversos órdenes. El otro terremoto, que ha sido el más reciente, fue el acontecido el pasado 14 de agosto, el cual generó un mayor recrudecimiento de la pobreza de los más amplios sectores populares haitianos. Según la UNICEF, se estima que alrededor de 1.2 millones de personas, incluidos 540 mil niños, se han visto afectados por el terremoto, y alrededor de medio millón de menores tienen acceso limitado o nulo a refugio, agua potable, atención médica y nutrición.
En Haití se ha generado un drástico recrudecimiento de la pobreza, como nunca en su historia. El país antillano, el primero de América Latina que logró emanciparse del régimen colonial francés, hoy padece las mayores condiciones de empobrecimiento de toda la región. A esa situación se sumaron los efectos de las tormentas y huracanes que también han contribuido a agravar todavía más la débil estructura del país y su viabilidad en el corto y mediano plazo.
En ese dramático escenario, junto con la pandemia de la Covid-19, grandes contingentes del pueblo haitiano han tenido que emigrar a diversos países del continente. Bajo estas condiciones, para cruzar el territorio centroamericano y mexicano y llegar a la frontera con EU, para los migrantes irregulares de Haití hoy se recrudece su vulnerabilidad, padecen discriminación y represión de las instituciones encargadas de regular su flujo migratorio.
Esto ha llevado a que la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) haga un llamado al Estado mexicano de cambiar su actitud y trato con los más vulnerables como son los migrantes irregulares de nuestra América. Es de esperar que esa política de contención sea corregida. Lo que más conviene humanamente es generar un flujo migratorio ordenado, seguro y protegido por el Gobierno de la 4T y no entregar a los hermanos más vulnerables a manos de la corrupción y el crimen organizado.